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NUTRICIÓN

Por qué no fuiste una niña "malcomedora", por mucho que digan tus padres

¡Esta niña no come nada! ¿Te suena? Quizás comías poca cantidad a ojos de tu familia o poca variedad y has crecido creyendo que eras una niña “malcomedora” Pero… ¿qué había de cierto?

Niña que no quiere comer

Niña que no quiere comeriStock

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Quizás recuerdes la hora de la comida como algo desagradable. No entendías muy bien el por qué, pero tu forma de comer no gustaba, y no solo eso, generaba en tu familia un sentimiento entre enfado y preocupación.

Es por ello que te llevaban de médico en médico a ver qué te pasaba. ¿No le puedes recetar un jarabe para abrirle el apetito o unas vitaminas? Y los médicos les decían que eras una niña sana, pero tú ya empezabas a sentir que algo en ti no estaba bien.

¿Qué era lo que pasaba entonces?

Puede que tuvieses una constitución más delgada que la que tu familia consideraba saludable solo en base a tu apariencia y que eso les generase inseguridad, asociar delgadez a enfermedad, a pesar de que no había indicador alguno de que estuvieses enferma.

Puede que fuese un problema de expectativas y que no es que comieses poco, comías lo que necesitabas, pero necesitabas comer menos de lo que tu familia consideraba que era apropiado, por compararte con lo que comían otras personas de tu entorno.

Puede que estuvieses pasando la etapa de las neofobias que suele suceder de los 2 a los 6 años y a tu familia le cogiese por sorpresa al desconocer su existencia o cómo gestionarla. (Las neofobias tienen que ver con esa etapa en la que se vuelven selectivos comiendo y empiezan a rechazar sabores, colores, presentaciones.. sobre todo de alimentos que no conocen).

Poco apetito
Poco apetito | iStock

En cualquier caso, ¿cuál ha sido el problema real? El problema ha sido ver un problema donde probablemente no lo había y acabar generando un problema real.

Como consideraban que no comías suficiente, empezaban a forzar e insistir para que comieras más, a castigarte si no comías la cantidad que le indicaban, a ofrecerte alimentos de peor perfil nutricional para a ver si así comías más, a hacer solo aquellas comidas que te gustaban más…

¿Y cuáles han sido las consecuencias a día de hoy?

Puede suceder que te han enseñado a comer por encima de tus necesidades hasta el punto en el que ya no sabes distinguir cuándo parar de comer.

Puede suceder que te han acostumbrado a comer alimentos de peor perfil nutricional y ahora están presentes en tu día a día, en tu rutina.

Puede suceder que quizás tengas una aversión a ciertos alimentos que te han obligado a comer y ahora no te atrevas a probarlos.

Puede suceder también que la etiqueta de malcomedora te pese y ya tú misma te limitas a salirte de tu zona de confort.

Y en definitiva, puede suceder, que todo esto te haya pasado factura y que tu salud física y psicológica haya empeorado. El miedo a pensar que había un problema donde no lo había ha acabado generando un problema de salud real.

Lo cierto es que no eres culpable de tu pasado, y quizás esto te ayude a entender el proceso mejor y a rebajar sentimientos de culpabilidad o de incapacidad que te limitan a la hora de intentar realizar cambios… pero sí eres responsable de tu futuro. Así que entendiendo un poco mejor como has llegado hasta el punto en el que estás, aquí te dejo el mejor consejo para salir de ese círculo:

Pide ayuda profesional. Dietistas-nutricionistas y psicólogos/as especializados en trastornos de la alimentación te pueden ayudar. No es algo raro ni infrecuente lo que te pasa, ni es un signo de debilidad pedir ayuda, al contrario.

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