INSOMNIO INFANTIL

Mi hijo no duerme, ¿qué podemos hacer?

Aproximadamente el 30% de los niños y adolescentes padecen alguna alteración relacionada con el sueño.

Bebé duerme plácidamente

Bebé duerme plácidamentePexels

Publicidad

El tema del sueño en los niños es uno de los más frecuentes en la consulta de pediatría y que genera más quebraderos de cabeza a los padres, no solo por la preocupación acerca de la salud de sus hijos, sino por el agotamiento físico, la ansiedad y la frustración que produce en la familia.

Aproximadamente el 30% de los niños y adolescentes padecen alguna alteración relacionada con el sueño a lo largo de su desarrollo, pero no siempre estas alteraciones son patológicas ni precisan tratamiento farmacológico.

Lo primero que debemos saber es que no es lo mismo problema del sueño que trastorno del sueño. En el primer caso, se trata de una discordancia entre las expectativas de los padres y el patrón de sueño propio de cada niño. Por el contrario, cuando hablamos de trastorno del sueño, nos referimos a una alteración real de una función fisiológica que está alterando el sueño.

Patrones del sueño normales por edad

En primer lugar, es importante conocer el rango de normalidad de horas de sueño por edad, ya que estas van disminuyendo según crece el niño.

  • Los menores de 3 meses duermen entre 14 y 17 horas al día con despertares cada 3-4 horas para alimentarse.
  • De 4 a 12 meses: 12-16 horas
  • De 1 a 2 años: 11-14 horas
  • De 3 a 5 años: 10-13 horas
  • De 6 a 12 años: 9-12 horas
  • Los adolescentes duermen alrededor de 8-10 horas diarias y suelen acostarse y levantarse más tarde que el resto de la familia.

Los despertares nocturnos son habituales dentro del proceso madurativo del sueño en los niños: 20-40% de los niños menores de 3 años se despiertan por la noche, 15% a los 3 años y 2% a los 5 años.

¿Cuándo sospechar un trastorno del sueño?

Durante la noche:

  • Despertares frecuentes -de entre 3 y 5 por noche, más de tres noches por semana en mayores de un año-.
  • Tarda más de media hora en dormirse y llora al hacerlo.
  • Ronquido nocturno o respiración oral.
  • Pausas respiratorias.
  • Es difícil de despertar por las mañanas.
  • Presenta excesiva irritación al despertar.

Durante el día:

  • Mal rendimiento escolar.
  • Hiperactividad.
  • Accidentes frecuentes.
  • Trastorno del comportamiento.
  • Agresividad.
  • Dolores de crecimiento.
  • Cefaleas matutinas.
  • Retraso pondero-estatural.
  • Somnolencia diurna excesiva (en mayores de cinco años).
  • Mejora la conducta si duerme más.

Medidas higiénicas del sueño

La intervención más importante del pediatra en cuanto al sueño infantil es la educación de unos hábitos correctos. Con una adecuada educación a los padres -desde el nacimiento del niño- la mayoría de los problemas del sueño podrían prevenirse.

La obligación como padres no es la de dormir al niño, sino la de facilitarle que sea él quien concilie el sueño y aprenda a dormirse solo.

Para establecer una buena higiene del sueño, los pediatras recomendamos:

  • Establecer una rutina previa a la hora de conciliar el sueño con actividades tranquilas (leer un cuento, escuchar música relajante, realizar un masaje, etcétera).
  • Regularidad de horarios: Mantener una hora constante de acostarse y levantarse, similar entre semana y el fin de semana. No debe haber más de una hora de diferencia de un día a otro.
  • Evitar actividades estimulantes y el uso de pantallas, justo antes de ir a la cama.
  • No enviar al niño a la cama con hambre.
  • Evitar los productos que contienen cafeína antes de acostarse (refrescos con cafeína, café, té y chocolate, por ejemplo).
  • Intentar que el niño pase tiempo al aire libre todos los días y realice ejercicio.
  • Mantener la habitación tranquila y con luz tenue.
  • Mantener la habitación a una temperatura agradable (aproximadamente 19-22ºC).
  • No use la habitación para el castigo.
  • Evitar el televisor en el dormitorio.

Tratamiento farmacológico

En algunas situaciones el uso de fármacos puede estar justificado:

  • Cuando los padres no pueden realizar las medidas conductuales.
  • Las medidas no tienen resultados adecuados.
  • El insomnio está en un contexto de una enfermedad médica.

Los fármacos más utilizados por el pediatra son:

  • Melatonina: Es una hormona inductora del sueño facilitando el inicio del mismo. Su secreción es nocturna y disminuye la fragmentación del sueño, especialmente en niños con trastornos del neurodesarrollo. Se administra entre 30 y 60 minutos antes de ir a dormir.
  • Antihistamínicos: Se utilizan habitualmente como inductores del sueño, a pesar de que pueden causar efectos secundarios como la sedación diurna, hiperactividad paradójica y tendencia a desarrollar tolerancia con el tiempo. Se usan durante cortos periodos de tiempo o, en niños pequeños, especialmente en aquellos con enfermedad atópica, como apoyo en el inicio de las medidas higiénicas.
  • Benzodiacepinas: Disminuyen la latencia de sueño y aumentan el tiempo total del mismo. Sin embargo, por sus efectos secundarios -sedación diurna, alteración de la memoria, tolerancia y dependencia- se recomienda su uso solo cuando sea imprescindible (por ejemplo, en casos de niños con problemas neurológicos o psiquiátricos), a la mínima dosis eficaz y por un periodo no superior a cuatro semanas.
Novamas» Vida

Publicidad