MUJERES AL PODER
10 mitos sobre la violencia sexual
Los mitos sobre violencia sexual son creencias que persisten en nuestro imaginario colectivo y que pueden implicar, por un lado, pensamientos que reproducen la cultura de la violación y por otro, incentivar un clima de pánico social. Es por ello que conviene desmitificar y proporcionar información objetiva.
Publicidad
1. Los agresores sexuales son gente enferma, rara, que proviene siempre de familias desestructuradas y que fueron abusados en la infancia.
FALSO: la mayoría de agresores sexuales no posee un trastorno psicológico y/o psiquiátrico. De hecho, ya existen estudios en 1985, como el presentado durante el Segundo Simposio Español de Sexología que apuntan a que, en comparación con otro tipo de delincuentes, los agresores sexuales no poseen diferencias sustanciales en cuanto a características de personalidad. Por tanto, quien agrede sexualmente a otra persona no lo hace, en la gran mayoría de los casos, porque esté enfermo o se le considere, según los expertos, un psicópata. Debemos de reafirmar otra idea: la delincuencia no es una patología y la violencia, por supuesto, también se aprende.
2. Es imposible superar una violación o un abuso sexual.
FALSO: aunque se trata de una experiencia terrible y a menudo, traumática, es posible poder superarla. Aunque es difícil de olvidad, también se aprende a vivir después de ser víctima de un delito contra la indemnidad y libertad sexual. En muchos casos, se necesita ayuda psicológica y acompañamiento del entorno para hacer frente a este episodio. Justo de este proceso se encarga desde hace varios años la Asociación de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales y Violencia de Género de Salamanca (ADAVAS).
3. La mayoría de agresores y abusadores sexuales no conocen a la víctima.
FALSO: en los delitos de abuso y agresión sexual, la mayoría de delincuentes sexuales pertenecen al entorno de la víctima, pudiendo ser personas muy cercanas como familiares, parientes o parejas.
4. Si una mujer no muestra resistencia, no es violación.
FALSO: el hecho de no oponer resistencia no implica que una mujer no desee evitar la violación o que le pueda resultar placentera. Quedarse quieta no responde a ninguna pregunta sobre consentimiento sexual. Algunas víctimas se quedan paralizadas ante la agresión o abuso sexual, en estado de shock o no saben cómo reaccionar si hay uso o abuso de alcohol y/o drogas.
5. La reincidencia de los agresores sexuales es bastante alta.
FALSO: según el estudio El riesgo de reincidencia en agresores sexuales: investigación básica y valoración mediante el SVR, publicado por Santiago Redondo, Maritexell Pérez y Marian Martínez, la reincidencia de los agresores sexuales como grupo es baja y se estima a nivel mundial alrededor de un 20%.
6. Una víctima de agresión o abuso sexual jamás modifica los detalles de su declaración.
FALSO: según clarifican desde el portal mehanviolado.com es posible que las víctimas falseen, omitan o exageren detalles cuando describen una violación que realmente ha sucedido. Según recogen, los motivos pueden ser varios y pueden atender a un posible trauma (que dificultad el recuerdo claro de los hechos) la afectación de la memoria (especialmente en el caso de que la agresión o abuso sexual tuviera lugar en un contexto donde se hubiera consumido alcohol o drogas), en violaciones por sumisión química donde los recuerdos pueden poseen momentos de elipsis o porque la víctima no se sienta cómoda proporcionando ciertos detalles, pretenda proteger a su agresor o quiera modificar algunos detalles para hacer su caso “más creíble”.
Este última razón se debe a que la víctima pretende hacer coincidir las características de su agresión o abuso sexual con los estereotipos que persisten en el imaginario colectivo sobre la violencia sexual.
7. En la mayoría de violaciones, la víctima es una mujer promiscua.
FALSO: al igual que no existe un perfil de agresor tampoco podemos hablar de un perfil de víctima. Apoyar este tipo de creencias no es más que un intento por justificar la agresión, socavar la reputación de la víctima y culpabilizarla de la agresión. Según cuenta Charo de Castro, coordinadora de ADAVAS, detrás de este mito, subyacen otros para seguir culpabilizando a la víctima: “Continua muy extendida la creencia de aunque una mujer diga que no, en el fondo quería decir que si” o la realización de juicios de valor en cuanto al comportamiento de la víctima tras la agresión.
Por ejemplo, en el imaginario colectivo existe la creencia de que la mujer que ha sufrido una agresión debe estar "destrozada", y en consecuencia, ser incapaz de salir a la calle, ir a trabajar, relacionarse socialmente, etc. Si una mujer no cumple con este perfil, automáticamente se duda de su credibilidad.”
8. La rehabilitación de un delincuente sexual es improbable.
FALSO: del mismo modo que la violencia se aprende, también es posible reeducar y por tanto, aprender a inhibir los impulsos, a regular el comportamiento y adecuar las conductas según el contexto. Según Joaquim Almeda, Psicólogo Sanitario en el Hospital Universitario Dexeus, que a menudo desempeña su trabajo con delincuentes sexuales: “No es improbable que los agresores sexuales se rehabiliten ya que, según los estudios, éstos tienden a reincidir menos que otros tipos delictivos. Aún así, es importante destacar que las agresiones sexuales pueden estar motivadas por diversas razones y el tipo de agresor sexual es muy variado, por lo que todavía es necesario que los recursos destinados a su rehabilitación incidan más todavía en el trabajo individual y se extiendan también a su vida en libertad. El programa de intervención que se aplica actualmente en el medio penitenciario español tiene por objetivo controlar las agresiones sexuales y consiste en: la toma de conciencia del delito, el análisis de la historia personal y de la conciencia emocional del agresor, el desarrollo de la empatía hacia la víctima, la educación sexual y la prevención de recaídas.”
Evidentemente, como apunta el mismo Almeda, hay excepciones. Prueba de ello son Pedro Luis Gallego, conocido como “violador del ascensor” o “violador de la Paz”, Gregorio Cano Bertri, que responde popularmente al apelativo del “violador de la Verneda”, José Rodríguez Salvador, alias el “violador de Vall d´Hebrón” o Santiago del Valle, pederasta reincidente y asesino de la niña Mari Luz Cortés que fue condenado a 22 años de cárcel.
9. A través de la castración química se consigue que los delincuentes sexuales reincidentes no vuelvan a cometer un delito de carácter sexual.
FALSO: en la sexualidad humana intervienen deseos, fantasías, sentimientos de frustración y superioridad e incluso la satisfacción de poder excitarse sexualmente provocándole daño a otra persona. Aunque el uso de fármacos puede posibilitar que algunos individuos no vuelvan a reincidir, inhibiendo su libido a través de sustancias que reducen la producción de testosterona y provocando que se vuelvan más andrógenos, la sexualidad de las personas es bastante diversa y no responde a un único patrón de conducta.
10. Los hombres no pueden ser violados.
FALSO: el Código Penal español recoge el acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal, o el acceso de miembros corporales u objetos por vía vaginal o anal como un delito contra la indemnidad y libertad sexual de las personas. Esta descripción hace referencia tanto al abuso sexual como a la agresión sexual (entendiéndose la violación como una forma agravada de ésta). No existe, por tanto, una distinción entre sexos/géneros. No obstante, en gran parte de proyectos o programas de prevención de la violencia sexual, se da por hecho de que estrictamente el hombre es el agresor y la víctima es una mujer.
Aunque no es frecuente, las mujeres también pueden violar y los agresores sexuales de hombres pueden ser de ambos sexos/géneros. Para muestra estos dos estudios: Los abusos sexuales contra hombres en América, nuevos datos que desafían los viejos prejuicios publicado por Lara Setemple y Ilian H. Meyer, y Abuso sexual cometido por mujeres: los datos federales revelan una prevalencia sorprendente también publicado por ambos autores, junto con Andrew Flores.
Publicidad