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¿Parto con o sin epidural? Ventajas e inconvenientes de ambas opciones

¿Con o sin epidural? Es una pregunta que se hacen (y les hacen) a muchas mujeres cuando se acerca el parto y que no tiene una respuesta clara, puesto que la elección depende mucho de las circunstancias y deseos de cada mujer.

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La anestesia epidural es una técnica para controlar el dolor en la zona del útero y la vagina que a muchas mujeres les ha cambiado la vida. Se aplica mediante un pinchazo en la columna vertebral lumbar, concretamente en el espacio conocido como espacio epidural. La epidural elimina por completo los dolores asociados al parto, pero su aplicación tiene también una serie de consecuencias sobre la gestante y sobre el trabajo de parto que conviene tener en cuenta antes de decidir si se desea un parto natural o, por el contrario, se opta por la anestesia epidural.

Conviene tener en cuenta que en los últimos tiempos numerosos centros emplean lo que se llama ‘walking epidural’, que consiste en aplicar la dosis justa para aliviar el dolor más intenso pero permitiendo que la madre pueda notar las contracciones e incluso caminar, pues, al contrario que con la epidural estándar, la parte inferior del cuerpo no pierde por completo la movilidad.

Según un estudio realizado por el Hospital Son Dureta, en Palma de Mallorca, y publicado en la revista Obstetricia y Ginecología, que comparó dos grupos de mujeres que dieron a luz con o sin epidural, no se ha podido demostrar “que la analgesia epidural se asocie a efectos adversos importantes sobre la evolución de los partos, lo que realza aún más los beneficios de esta técnica”. La investigación señala, no obstante, que con la epidural a demanda se observa una prolongación del periodo expulsivo y una mayor frecuencia de mujeres que reciben oxitocina.

Embarazo
Embarazo | iStock

La oxitocina es una hormona que se segrega de forma natural durante el parto, que estimula los receptores adecuados en el útero provocando y manteniendo las contracciones para la correcta dilatación del cuello uterino y el alumbramiento. En muchas ocasiones, se suministra oxitocina sintética para la inducción del parto cuando las contracciones naturales o bien se paran o no son suficientes, cosa que, según el estudio citado anteriormente, ocurre con mayor frecuencia cuando se emplea anestesia epidural. En este sentido, la investigación señala que “las epidurales restringidas se asociaban a un parto más prolongado, más dosis de oxitocina y mayor empleo de fentanilo”, un opiáceo para reducir el dolor.

Por otra parte, una revisión de investigaciones realizada por el Pregnant and Childbirth Group señala que si bien la epidural pueden reducir el dolor durante el trabajo de parto con más efectividad que cualquier otra forma de alivio de dolor, y puede aumentar, por tanto, la satisfacción materna, su empleo sí parece estar asociado con un aumento de los partos vaginales asistidos. Por otro lado, el documento señala que el suministro de epidural no tiene repercusión sobre el riesgo de cesárea o de dolor de espalda a largo plazo, así como tampoco sobre el estado neonatal o los ingresos en cuidados intensivos.

Entre los efectos secundarios habituales de la epidural, se suelen registrar algunos de importancia leve, como la disminución de la presión arterial de la madre, que solo en algunos casos puede provocar un descenso de la frecuencia cardiaca fetal de forma transitoria, la disminución de la contractilidad uterina (y, por tanto, el requerimiento del uso de oxitocina intravenosa y una mayor incidencia del parto instrumentado) o dolor en la zona de la punción tras el parto, además de torpeza motora durante las horas posteriores a la aplicación.

Otra investigación, Estudio retrospectivo de la asociación entre la anestesia epidural durante el parto y las complicaciones en el recién nacido, señala, entre otras cosas, que los niños nacidos mediante anestesia epidural presentan un mayor riesgo de precisar reanimación en el nacimiento, así como “una mayor probabilidad de ver retrasado el inicio de la lactancia materna tras el parto”. El estudio señala, sin embargo, que “los riesgos son bajos”, pero recomienda tener en cuenta estos efectos e insta a realizar nuevos estudios para aclarar estas asociaciones.

Hace tiempo, de hecho, que desde diversos frentes se cuestiona la necesidad de la epidural, y se aboga por partos no medicalizados, con el argumento de que dar a luz es un proceso fisiológico, no patológico. Desde la asociación El parto es nuestro, que señala vulneraciones de los derechos de la mujer y del bebé en los partos medicalizados, se han puesto de relieve en repetidas ocasiones algunos efectos adversos relacionados con la anestesia epidural, como la monitorización del feto desde el momento en que se aplica, entre otros.

Este organismo reivindica el derecho de las mujeres a conocer otras alternativas no farmacológicas para paliar el dolor del parto, desde la inmersión en agua caliente a las pelotas para abrir, apoyar y mover las caderas, la estimulación con TENS o la acupuntura. Cabe recordar, sin embargo que según una revisión sistemática realizada por científicos médicos de las Universidades de Exeter y Plymouth la acupuntura real no es mejor que la simulada (placebo) a la hora de reducir cualquier tipo de dolor.

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