SALUD MENTAL

Qué es la ansiedad silenciosa y cómo saber si te está pasando a ti

Hay personas que aparentemente parecen estar bien, pero que por dentro tienen una lucha interna. La ansiedad silenciosa nos puede afectar a todas las personas, y hay que prestar atención a las señales de alerta que te cuento en el artículo.

Mujer con ansiedad

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La salud no es solo la ausencia de enfermedad, sino también el bienestar físico, emocional y mental. Hoy en día, muchas personas padecen un tipo de ansiedad poco comprendido: la ansiedad silenciosa.

Muchas personas que viven con ansiedad silenciosa son percibidas como fuertes, organizadas o resolutivas. Y lo son. Pero esa misma fortaleza puede esconder una lucha interna que no se atreven a mostrar.

¿Qué es la ansiedad silenciosa?

Es una forma de ansiedad que no se nota fácilmente desde fuera, porque la persona sigue siendo funcional, es decir, trabaja, estudia, cumple con sus responsabilidades e incluso puede parecer tranquila o sonriente.

Chica con ansiedad
Chica con ansiedad | iStock

Pero por dentro, convive con pensamientos acelerados, tensión constante, insomnio, miedo a perder el control o la sensación de que algo va mal, aunque todo "vaya bien". La ansiedad silenciosa no grita, pero desgasta. No paraliza, pero agota. Las personas que la padecen conviven con pensamientos y preocupaciones que les atormentan y les hacen sentir mucha inseguridad.

Señales de ansiedad silenciosa

Algunas de las características más reseñables de la ansiedad silenciosa son las siguientes:

  • Sensación continua de alerta, como si siempre tuvieras que estar preparada para lo peor. Aunque todo esté bien, sientes que algo malo puede pasar en cualquier momento. Por ejemplo: Estás en casa viendo una serie, pero en tu cabeza piensas: "¿Y si pasa algo en el trabajo mañana? ¿Y si se pone enfermo alguien de mi familia?".
  • Preocupación excesiva disfrazada de "responsabilidad". Por ejemplo: Revisas tres veces si has enviado bien un correo o si cerraste con llave antes de salir, y te justificas pensando: "Es que soy muy responsable", cuando en realidad es un miedo constante a cometer un fallo o que algo se escape de tu control.
  • Dificultad para desconectar, incluso en momentos de descanso. Por ejemplo: Estás en la playa, en una cena con amigos o viendo una peli… pero no puedes dejar de pensar en lo que tienes que hacer mañana o en la lista de pendientes que te espera.
  • Problemas para dormir o sueño poco reparador. Por ejemplo: Te acuestas agotada, pero no puedes dormir porque tu cabeza no para de dar vueltas. O te despiertas varias veces por la noche, sintiendo que no descansas del todo, aunque hayas dormido muchas horas.
  • Dolores musculares, cansancio crónico o tensión en el cuerpo. Por ejemplo: Te duele la espalda, el cuello o la mandíbula, incluso cuando no has hecho ningún esfuerzo físico. Sientes el cuerpo tenso todo el día, como si estuvieras en modo "defensa".
  • Irritabilidad o llanto fácil sin razón aparente. Por ejemplo: Alguien hace un comentario mínimo y te molesta más de la cuenta, o sientes ganas de llorar por algo aparentemente insignificante. Tú misma piensas: "¿Por qué me afecta tanto esto?".
Estrés laboral: estas son las graves consecuencias en la salud mental y física
Estrés laboral: estas son las graves consecuencias en la salud mental y física | iStock
  • Necesidad constante de tener todo bajo control. Por ejemplo: Antes de un viaje haces listas, revisas maletas mil veces y no delegas en nadie porque "nadie lo hace como tú". En el fondo, te cuesta soltar el control porque te da miedo que algo salga mal.
  • Autoexigencia extrema y miedo al error. Por ejemplo: Aunque te feliciten por tu trabajo, tú piensas en lo que podrías haber hecho mejor. El mínimo error te hace sentir fracasada y piensas que no te puedes permitir fallar.
  • Mente hiperactiva: muchos pensamientos, poco descanso mental. Por ejemplo: Mientras lavas los platos estás pensando en lo que dirás en esa reunión, en esa conversación pendiente, en lo que deberías estar haciendo... tu cabeza nunca se apaga.

"La ansiedad silenciosa no grita, pero desgasta. No paraliza, pero agota. Las personas que la padecen conviven con pensamientos y preocupaciones que les atormentan y les hacen sentir mucha inseguridad".

Grecia de Jesús, psicóloga clínica

¿Qué puedes hacer si te sientes identificada?

1. Escucha tu cuerpo y tu mente: si algo no está bien, préstale atención.

2. Habla de cómo te sientes, aunque te cueste. A veces solo eso ya alivia.

3. No minimices tu malestar porque "hay gente peor". Tu dolor también importa.

4. Pide ayuda profesional. No es debilidad: es autocuidado.

5. Cuida tus rutinas básicas: sueño, alimentación, descansos y límites.

Persona calmando su ansiedad
Persona calmando su ansiedad | Freepik

La salud mental también es una prioridad

La salud mental también necesita visibilidad. Porque hay muchas personas que no encajan en los estereotipos de alguien con ansiedad y, sin embargo, están sufriendo. La ansiedad silenciosa no es imaginaria. Es real, válida y necesita espacios de escucha, comprensión y acompañamiento. Es importante recordar dos premisas:

1. No hace falta estar derrumbada para necesitar ayuda.

2. No hace falta que todo se caiga para priorizar tu bienestar.

La ansiedad funcional suele normalizarse. Se justifica como estrés del día a día, soy así, o no tengo tiempo para parar. Pero no atenderla puede derivar en crisis mayores, agotamiento extremo o desconexión emocional.

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