SUSPENSO EN NUTRICIÓN
¿Qué le falta y qué le sobra a la comida de los hospitales?
Un análisis sobre la calidad y el perfil nutricional de la comida que se ofrece en la mayoría de hospitales.
Publicidad
Siendo centros de atención y cuidado de personas enfermas, los hospitales son uno de los sitios donde, entre otras cosas, presumiblemente la alimentación se debería cuidar más.
Pero no solo se le debería prestar atención para mejorar la salud de las personas ingresadas, sino también para realizar una labor de promoción de la salud a través de unos buenos hábitos, creando entornos saludables tanto con el personal que allí trabaja (que debería ser el primero en demandarlo) como para todas las personas que tienen que comer allí.
La mala alimentación de los centros hospitalarios
Aunque no en todos los hospitales la alimentación es igual, lo cierto es que a grandes rasgos, la alimentación en los hospitales españoles deja mucho que desear, tanto en el plano gastronómico como en el plano nutricional. Y de este último vamos a hablar hoy.
Por un lado, España es el único país de la Unión Europea que no cuenta con dietistas-nutricionistas en plantilla en los equipos asistenciales del Sistema Nacional de Salud.
Por lo tanto, este trabajo especializado o no se hace, o lo realiza otro personal sanitario menos cualificado y con menos tiempo para dedicar, al tener que realizar también sus otras funciones.
"A los menús hospitalarios le sobran dulces, fuentes de proteína animal y harinas refinadas".
Por otro lado, en la mayoría de los hospitales se pautan dietas obsoletas que no se han modificado en 20 años, a pesar de que la nutrición es una ciencia reciente, donde las evidencias científicas van avanzando y las recomendaciones van cambiando acorde a estas.
Así, el “mejor” desayuno nutricionalmente hablando que suele ofrecerse en un hospital suele ser pan refinado con mermelada y café con leche y azúcar.
Alimentación de los hospitales en pediatría
Se sigue el mismo patrón en pediatría, donde prácticamente no existe otro desayuno que no sea leche con cacao azucarado y galletas. En estos casos, las familias más concienciadas cuyas criaturas nunca han probado ese tipo de desayuno, se ven obligadas a llevar el desayuno de casa.
En las meriendas, suelen hacer presencia las galletas (otra vez), los yogures azucarados, gelatinas, zumos y postres lácteos como natillas y flanes. Estos alimentos dulces también suelen ser un postre frecuente en comidas y cenas.
A los menús hospitalarios le sobran dulces (en la mayoría están presentes en varias comidas del día), fuentes de proteína animal y harinas refinadas sobre todo.
Y le faltan legumbres, granos integrales, frutos secos y mayor presencia y variedad de frutas y verduras.
Ausencia de entornos saludables
Pero el problema no solo lo tienen las personas ingresadas, sino que tanto el personal que allí trabaja como las personas que acompañan o visitan a los pacientes tampoco lo tienen fácil si quieren mantener unos buenos hábitos.
Las máquinas de vending de los hospitales habitualmente solo tienen dulces, aperitivos salados, zumos y refrescos. Es decir, que si alguien no se ha llevado su merienda de casa y tiene hambre, no va a tener disponibles alimentos de mejor perfil nutricional.
En la mayoría de los casos ya no es una cuestión de elegir uno u otro alimento, sino que simplemente no hay una opción diferente.
Qué se come en las cafeterías del hospital
Y por último, las cafeterías y comedores de los hospitales, que aunque no todas son iguales, en general en sus menús se abusa de las frituras, del uso de carnes procesadas, harinas refinadas y proteína animal.
Les acostumbra a faltar la presencia de proteína vegetal, frutas y verduras sobre todo.
Aplicando tan solo un principio de coherencia, si pretendemos que la población mantenga unos buenos hábitos alimentarios, los centros sanitarios deberían no solo cumplir las premisas que se predican, sino también ser un ejemplo a seguir.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR...
Cómo limpiar la cáscara de los huevos antes de guardarlos en la nevera o cocinarlos
Publicidad