PESO
¿Por qué el Índice de Masa Corporal está obsoleto?
El IMC se suele utilizar como indicador de salud o como un predictor de riesgo cardiovascular. ¿Qué hay de cierto? ¿Es el IMC la mejor herramienta para esto?
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El Índice de Masa Corporal (IMC), un índice que relaciona nuestro peso con nuestra altura, es el criterio actual que se utiliza para clasificar nuestro peso en "bajo peso", "normopeso", "sobrepeso" y "obesidad", tanto en la literatura científica, como en el discurso popular y en los medios de comunicación.
Pero… ¿Es el IMC una medida de la salud empírica y objetiva o es una etiqueta arbitraria y subjetiva que categoriza a la población promoviendo una construcción social estigmatizante de lo que es "normal" y lo que no lo es, de lo "saludable" y lo "no saludable"?
¿Cuál es el origen del IMC?
Este índice fue conceptualizado por Adolphe Quetelet, un astrónomo, matemático y sociólogo en el año 1842, cuyo objetivo no tenía nada que ver con cuestiones sanitarias, sino que lo que pretendía era identificar las dimensiones físicas del “hombre promedio” y ver cómo se distribuían estadísticamente entre la población.
Curiosamente, no fue hasta 130 años después, que la comunidad científica utilizó por primera vez este índice, a partir de que en el 1972 el médico y epidemiólogo Ancel Keys lo estableciera como un indicador adecuado para determinar la composición corporal de la población. A partir de ahí, más de 150 000 artículos en las principales revistas científicas han utlizado el IMC en sus estudios.
¿Cuáles son las limitaciones del IMC?
A pesar de que prácticamente todas las investigaciones relacionadas con la salud y el peso utilizan el IMC, existe un amplio consenso en la literatura médica de que el IMC tiene graves defectos y limitaciones. Entre ellas:
- No diferencia de dónde procede el peso, si de la masa libre de grasa, como los músculos y los huesos o de la masa grasa.
- No tiene en cuenta la distribución de la grasa corporal
- No es preciso en personas de estatura muy alta o muy baja
- No tiene en cuenta las diferencias entre razas
- No tiene en cuenta las diferencias entre sexos
- No tiene en cuenta la diferencias por edad
¿El IMC es un indicador de salud y enfermedad?
A nivel social y por parte del sistema de salud, se refuerza el estigma de los cuerpos gordos como cuerpos enfermos, al priorizar las narrativas sobre la culpa y la responsabilidad individual, en lugar de priorizar la investigación científica sobre la salud y el peso.
Sin embargo, cada vez hay más investigaciones que sugieren que muchas personas consideradas como "no saludables" en base a su IMC disfrutan de una salud cardiometabólica favorable.
Por lo tanto, la preocupación con el uso del IMC ya no es tanto de las limitaciones que tiene a la hora de calcular la composición corporal de una forma precisa en todos los casos, sino que los problemas surgen cuando el IMC se usa para promover mensajes sobre la salud en relación al peso.
Son muchas las investigaciones que encuentran incongruencias al respecto. Por ejemplo en esta: el 50% de las personas que según el IMC presentaban "sobrepeso", el 29% de las personas que presentaban "obesidad" e incluso el 16% de las personas con obesidad considerada como tipo II y III eran personas metabólicamente sanas. Sin embargo, más del 30% de las personas consideradas como con “normopeso” no eran personas con salud cardiovascular.
Los resultados de varias investigaciones como esta cuestionan la categoría de "sobrepeso" según el IMC ya que hay poca evidencia de que exista un mayor riesgo de mortalidad en este grupo en comparación con el grupo de "normopeso".
Por otro lado, en este metaanálisis se comparó la eficacia de diferentes herramientas para predecir los factores de riesgo cardiovascular y se concluyó que el IMC era la peor herramienta para este fin.
A pesar de todo esto, el IMC sigue siendo la herramienta utilizada como referencia para clasificar a la población en base a su peso, lo que refuerza el estigma en quienes se salen de la normatividad, a quienes se les considera que tienen un cuerpo enfermo. Urge dejar de poner el foco en el peso y ponerlo en los hábitos y en qué conduce a ellos, independientemente del peso que se tenga.
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