TUMBADOS
¿Por qué los niños tosen más por la noche?
Aunque no hay un remedio milagroso, sí que existen algunas medidas que pueden ayudar a que la tos mejore mientras el niño está tumbado. ¿Es buena la miel? ¿Son buenos los jarabes contra la tos? Todas las respuestas, en este artículo.
Publicidad
El síntoma más frecuente de los cuadros catarrales que acompaña a los niños durante todo el invierno posiblemente sea la tos. Escuchar a los niños toser constantemente es agotador, pero más aún cuando la tos se presenta principalmente de noche impidiendo el descanso de pequeños y mayores.
Los padres vienen desesperados a la consulta buscando un "remedio milagroso" que solucione la tos nocturna, pero muy a pesar de los pediatras, este remedio no existe. No obstante, hay cosas que sí podemos hacer para aliviar la tos nocturna de nuestros peques.
¿Por qué tosen tanto los niños?
Lo primero que tenemos que saber es que la tos es un mecanismo de defensa de la vía aérea.
Mediante la tos se evita que los gérmenes y la mucosidad que han generado el catarro alcancen los pulmones y puedan provocar una infección de mayor gravedad (como una neumonía o bronquitis). De hecho, la tos mantiene limpia y permeable la vía aérea por lo cual, es necesaria y beneficiosa.
La tos se produce porque hay unos receptores en la vía aérea (faringe, bronquios, traquea…) que envían señales al cerebro cuando esta zona está inflamada o contiene secreciones, lo que desencadena este acto reflejo.
¿Por qué se tose más por la noche?
Durante el día, el niño está incorporado, se mueve y bebe agua, lo que ayuda a que las secreciones se manejen mejor y no se acumulen en la vía respiratoria.
Durante la noche, cuando el niño no se mueve, no bebe agua y está en posición tumbada la mucosidad nasal suele gotear hacia atrás, acumulándose en la faringe. Esto se conoce como goteo posterior y es el causante de la tos persistente nocturna.
Cómo evitar la tos nocturna
La mayoría de tratamientos farmacológicos y remedios naturales (como la cebolla partida en la habitación) no han demostrado ser eficaces y pueden tener efectos secundarios graves.
Sin embargo hay una serie de medidas posturales y ambientales que pueden ayudar a que se reduzca la tos y el niño pueda descansar mejor:
- Adecuada hidratación: Ofrecer bastantes líquidos de forma frecuente.
- Favorecer la humedad ambiental: Evitar la calefacción muy alta en invierno. Utilizar humidificador, siempre que la humedad no supere el 60%.
- Lavados nasales con suero fisiológico frecuentes: Insistir en el lavado antes de dormir para que la nariz y la faringe estén lo más limpias de moco posible.
- Mantener una posición semiincorporada durante el sueño: Con una almohada o toalla debajo del colchón en los lactantes pequeños (muy importante no ponerla dentro de la cuna por el peligro de muerte súbita) o con doble almohada o elevando el cabecero en niños más mayores, de forma que la cabeza quede unos 30º por encima del pecho.
- Eliminar irritantes de la vía respiratoria del ambiente (polvo, humo, tabaco…).
- Manejo del malestar o dolor con analgésicos habituales (aunque no exista fiebre): paracetamol y/o ibuprofeno.
- Tratamiento de la causa cuando sea posible: en el caso de asma, laringitis, neumonía…
- Miel: Algunos estudios recientes indican que podría ser beneficiosa para calmar la tos nocturna e irritativa y mejorar la calidad del sueño. En caso de utilizarla, recordad que nunca se debe dar en menores de 12 meses por el riesgo de botulismo y debemos insistir en el lavado de dientes después de ingerirla, por su alta cantidad de azúcar.
Publicidad