RECUERDOS
¿Qué son los traumas?
En este artículo hablaremos sobre qué es un trauma exactamente, cómo se crea, cómo lo almacena nuestro cerebro y qué tipo de tratamiento se utiliza en terapia para ello.
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Las respuestas de nuestra mente dependen de nuestras reacciones físicas. A veces nuestra mente responde de forma automática, como cuando cerramos los ojos porque alguien nos salpica con agua en la cara.
Al mismo tiempo, sabemos que no enfrentarnos a ciertas situaciones y no hablar de aquello que nos preocupa puede hacer que no digiramos las experiencias negativas y provocar síntomas como: somatización, evitación, rabia, tristeza y pensamientos negativos.
Algunas experiencias en edades tempranas pueden seguir afectando en el presente, activadas como respuestas automáticas de nuestra mente, sin ningún tipo de control consciente.
Cuando vivimos algo en el presente, la experiencia se almacena en redes neuronales de nuestro cerebro y la información se conecta a nuestras redes de memoria para interpretar y poder dar sentido al mundo que nos rodea. Esto es lo que conforma nuestros esquemas mentales.
Tipos de recuerdos
Existen dos tipos de recuerdos: los procesados y los no procesados. Aquellos clasificados como no procesados son los que llamamos traumas. La diferencia entre ambos tipos de recuerdos está en la forma en la que están almacenados en nuestro cerebro. Si los recuerdos están procesados, entonces reaccionamos del modo que más nos conviene. Si no es así, pueden causar que reaccionemos desproporcionadamente o que actuemos de forma dañina para nosotros mismos o los demás.
Cómo funcionan los recuerdos no procesados
Los recuerdos no procesados son experiencias negativas que al ser emocionalmente muy estresantes pueden colapsar el sistema de memoria y hacer que el procesamiento de la información se altere. Por ejemplo: haber vivido experiencias de humillaciones, fracasos, rechazos, discusiones, rupturas, muertes, enfermedades, accidentes, abusos, maltrato, guerras o desastres naturales.
Cuando la experiencia negativa es muy intensa y no disponemos de los recursos suficientes, el cerebro no puede diferir la información y llevarla a un estado de resolución por sí solo. En esas situaciones la información se queda almacenada en el cerebro, aislada en el sistema nervioso, con toda la perturbación que se experimentó cuando sucedió el episodio. El cerebro, por tanto, no puede llevar a cabo el aprendizaje en esos momentos.
Por esta razón, si el cerebro no procesa esta información, la percepción del recuerdo original puede continuar activándose por experiencias que se interpreten como similares en la actualidad, generando síntomas como ansiedad, pesadillas y pensamientos intrusivos. Estas experiencias del presente que activan síntomas desproporcionados se laman disparadores o detonadores.
Qué es un trauma
Como comentábamos en el punto anterior, un trauma es un recuerdo no procesado que produce síntomas en la actualidad. El cerebro guarda la información que recibe de nuestras experiencias en cajones y cuando una experiencia es muy intensa y negativa, el cerebro no la guarda en esos cajones. Lo que hace el cerebro es no guardarla, deja esa información fuera, a mano, para que cuando suceda algo similar, recordemos rápidamente cómo nos sentimos y cómo fue nuestra percepción en aquel primer recuerdo. Por ejemplo: si alguien tiene una mala experiencia con las alturas y no lo procesa, es posible que a partir de ese momento tenga miedo a todo lo que tenga que ver con las alturas.
Pero también puede ocurrir con heridas de apego. Por ejemplo: si he vivido una situación humillante en la que sentí rechazo y a partir de entonces he vivido otras pequeñas situaciones en las que volví a sentir ese rechazo sin recursos para enfrentarme a ello, es posible que en la edad adulta tenga mecanismos de defensa para relacionarme como ser demasiado complaciente, no decir que no y evitar excesivamente el conflicto por miedo a sentirme rechazada nuevamente.
Es importante comprender que no tenemos que haber sufrido un gran trauma para desarrollar síntomas que duren años. Todas las personas tenemos experiencias negativas y va a depender de nuestros recursos, nuestros factores protectores y de riesgos, así como de las circunstancias, que nos suponga un trauma o no.
Qué es el EMDR
Necesitamos que la información que supone algún riesgo o peligro se grabe bien para que podamos sobrevivir. No podemos almacenar toda la información que nos llega, solo guardaremos la importante. Por esta razón, nació un método terapéutico llamado EMDR, que sirve para reprocesar traumas.
Este método fue descubierto en 1987 por la psicóloga Francine Shapiro. Ell se dio cuenta de que los movimientos oculares en ciertas condiciones reducen la intensidad de los pensamientos perturbadores. Los movimientos oculares del EMDR (similares a los que se producen en la fase REM del sueño) provocan la estimulación bilateral de nuestro cerebro (la activación de ambos hemisferios cerebrales), cambiando, por tanto, las creencias autolimitantes y desensibilizando emociones y sensaciones negativas.
En la terapia EMDR los recuerdos no procesados se digieren y conectan con otros recuerdos, reorganizándolos y almacenándolos de forma adaptativa. Se trata de una terapia psicológica con evidencia científica y que se utiliza en el ámbito clínico como tratamiento específico para los traumas.
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