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Quemaduras solares en niños: consejos para un verano sin problemas

Ahora que el calor ha llegado y, si todo sigue por el buen camino, podremos ir saliendo cada vez más y retomando nuestra “nueva normalidad”, la exposición solar de los niños será más frecuente.

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¿Cómo prevenir que se quemen por el sol? ¿Cómo actuar si ya nos encontramos directamente con la quemadura? Toma nota de todas nuestras recomendaciones.

¿Qué tipos de quemaduras hay?

Si clasificamos las quemaduras por su profundidad, podemos encontrarnos:

- Quemaduras de primer grado: son aquellas que afectan sólo a la capa más externa de la piel. En este tipo veremos que la piel está roja y a tu hijo le dolerá. Si miras, no le verás ninguna ampolla. Si quieres pensar en un ejemplo, éste es el tipo de quemaduras que se producen habitualmente por el sol.

- Quemaduras de segundo grado: ya vamos bajando en profundidad y afecta también a parte de la siguiente capa de la piel, la dermis. Si miras la piel de tu hijo no sólo verás la zona de la quemadura roja, sino que también verás ampollas en la piel y la zona estará inflamada y dolerá. Según cuánta dermis se afecte, se pueden clasificar en superficiales y profundas. Típicamente son las quemaduras por líquidos calientes, es muy raro que una quemadura solar llegue a estos niveles.

- Quemaduras de tercer grado: son las más graves, en las que se dañan todas las capas de la piel. Se pueden dañar incluso los huesos, músculos y tendones subyacentes. Obviamente, no vas a ver este tipo de quemaduras ocasionadas por el sol, son debidas a otras causas.

Niño en piscina
Niño en piscina | iStock

Conclusión: para el caso de las quemaduras solares nos vamos a centrar en las de primer grado, que son las más habituales si tenemos algún pequeño despiste con el sol.

¿De verdad tenemos que explicarte cómo se previenen las quemaduras solares? Tienes una entrada anterior donde te explicamos la importancia de la protección solar. Está claro que es fundamental y siempre usando un factor de protección bien alto.

Pero, sin duda, el mejor sol es el que no se toma. Usa como complemento, camisetas con factor de protección, gafas, gorra o todo lo que se te ocurra. Lo más pequeños de la casa son los más vulnerables a la exposición solar. Vayáis a la playa o a la piscina, lo mejor es siempre evitar las horas centrales del día, en las que la intensidad de los rayos UV es mayor, y quedaos siempre a la sombra. Las sombrillas serán siempre nuestras grandes aliadas.

¿Qué hacer si tu hijo se ha quemado al sol tras un día de playa o piscina?

1. Ten en cuenta que, junto con el manejo de la quemadura en sí hay que vigilar que no haya sufrido una insolación o un golpe de calor (que es mucho más grave).

2. Es bueno enfriar la quemadura. Nada de agua fría, pero sí fresquita. Ponerle alguna gasita empapada en agua o suero fisiológico un rato puede aliviarle.

3. Las quemaduras solares suelen ser molestas, pero no excesivamente dolorosas. Aunque ya sabes, si tiene mucho dolor, puedes usar paracetamol o ibuprofeno en caso de que fuese necesario. Seguro que algo tienes en casa.

4. Hemos dicho que las quemaduras solares suelen ser de primer grado y afectar sólo a capas superficiales de la piel. Para continuar con su cura, usaremos una buena hidratante a diario y con eso habremos terminado. Puede ser una hidratante normal del cuerpo o puede ser el típico aftersun, lo que prefieras o más a mano tengas.

5. ¿Aloe vera? Pues parece que podría ir bien, pero no hay estudios buenos respecto a su efectividad, así que mejor quedarnos con la opción anterior.

Casi lo más importante de todo, ¿qué remedios de la abuela NO usar?

1. Nada de agua helada o hielo en las quemaduras para enfriar, hemos dicho agua fresquita. El frío en exceso, además de ser tremendamente desagradable, puedes aumentar el daño de la quemadura.

2. Mantequilla o cualquier otra grasa, polvos de talco o pasta de dientes en la zona de la quemadura están terminantemente prohibidos. No valen para nada y lo único que puedes conseguir es que empeore la quemadura.

Estos ya no son consejos de abuela, pero sí de vecina o cualquier “entendido” a nuestro alrededor, nada de antibióticos, corticoides u otras pomadas con medicamentos que te recomienden quien sea porque a “no sé quién” le fue bien. En caso de que tu hijo lo necesite, será su pediatra quien os lo indique. Recuerda: siempre, siempre, siempre, es mejor prevenir que curar.

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