PREOCUPACIÓN
Reflujo gastroesofágico: Signos de alarma cuando el bebé vomita a menudo
El sistema digestivo de los bebés es inmaduro y en algunas ocasiones el reflujo puede ocasionar otros problemas como llanto inconsolable o escasa ganancia de peso.
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Es muy frecuente que los bebés regurgiten o incluso vomiten algo de leche tras las tomas, y muy a menudo es motivo de preocupación para los padres.
La explicación es fisiológica puesto que el sistema digestivo de los bebés aún es inmaduro, pero en algunas ocasión este reflujo puede ocasionar otros problemas como llanto inconsolable o escasa ganancia de peso por lo que conviene conocer los signos de alarma de un reflujo patológico. En este artículo te explico cuándo te deben preocupar los vómitos de tu bebé y debes consultar con el pediatra.
¿Por qué se produce el reflujo gastroesofágico?
Entendemos por reflujo gastroesofágico (RGE) el retorno sin esfuerzo del contenido del estómago a la boca, de forma esporádica y especialmente tras las comidas.
Los bebés van adquiriendo tono muscular a medida que crecen, por eso a menudo el anillo muscular (esfínter) que separa el esófago del estómago es más débil al principio y permite que la leche "se escape" del estómago durante las digestiones.
Explicándolo gráficamente, si a una botella de leche no se le cierra bien el tapón al moverla o tumbarla derramará parte de su contenido. Esto normalmente no ocasiona ninguna molestia al bebé y en ocasiones se tiende a sobreestimar la cantidad de leche regurgitada puesto que una cantidad tan pequeña como 5 ml pueden manchar bastante la ropa, gasas, sábanas... y llama mucho a atención de los padres.
Con el tiempo y alrededor de los 6 meses los síntomas del reflujo suelen mejorar debido a diversos factores:
- Introducción de la alimentación complementaria: alimentos más espesos que la leche que impiden la regurgitación.
- El bebé pasa más tiempo sentado o incorporado después de comer
- El tono muscular aumenta y el esfínter se cierra mejor.
¿Cuándo es preocupante el reflujo gastroesofágico?
Más que prestar atención a la cantidad de leche que nuestro bebé vomita debemos atender a otros signos que indican que esos vómitos son patológicos:
- El bebé no gana peso suficiente o lo pierde.
- Presenta irritabilidad marcada después de comer que se puede manifestar como llanto inconsolable o posturas anómalas (como arqueado hacia atrás).
- Los vómitos no son solo alimenticios (leche) sino que contienen sangre (roja) o bilis (verde).
- El bebé presenta estreñimiento o diarrea asociados al reflujo.
- El bebé rechaza el alimento o llora cuando tiene que comer.
Cómo mejorar el reflujo
Los bebés sanos que vomitan, pero están felices y crecen bien, no necesitan ningún tratamiento ni cambios en su alimentación o cuidado.
Hay leches infantiles (fórmulas anti reflujo, más propiamente anti regurgitación, o AR) que tienen espesantes que hacen que sea más difícil que el contenido del estómago llegue a la boca, pero no impiden que haya reflujo y que suba al esófago.
No están indicadas en niños que toman pecho y pueden ser contraproducentes si hay daño en el esófago; por ello en todos los casos debe ser el pediatra quien diga si se pueden usar.
Algunas posturas como el estar tumbado o sentado en un portabebés (tipo silla de seguridad del coche), favorecen el reflujo por lo que deben evitarse tras la toma.
La postura que podría disminuir el reflujo (tumbado boca abajo) es peligrosa para el lactante por lo que no es recomendable aunque el bebé sea un vomitador.
Medicamentos para el reflujo
Cuando los síntomas o la afectación sean importantes, el pediatra podrá dar medicamentos para disminuir la acidez del contenido del estómago y curar el daño esofágico. Siempre se deben tomar bajo indicación médica y con el seguimiento adecuado.
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