QUE NO SE TE PASEN POR ALTO
¿No sabes si tu hijo está enfermo? Fíjate en estos síntomas
Repasa el listado de síntomas que compartimos contigo en este artículo cuando tu hijo no se encuentre bien o no acabe de hacer limpio tras un resfriado. Si los tienes en cuenta, saltará la alerta antes de que sea demasiado tarde y de que un catarro común se complique en una infección más grave.
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Después de un par de años de pandemia, estamos más que acostumbrados a lidiar con enfermedades respiratorias; sin embargo, la gran mayoría de los mortales no sabemos diferenciar entre una infección bacteriana o vírica y, nos guste más o menos, debemos acudir a un centro sanitario para que nos diagnostiquen y nos receten el tratamiento más adecuado.
En muchas ocasiones nos resistimos a acudir al facultativo pensando que solo es un catarro, un poco de tos o unos cuantos mocos. No obstante, hay veces que un simple resfriado se complica más de la cuenta y no sabemos apreciarlo.
Si los adultos tenemos que aprender a cuidarnos más, con los niños tenemos que ir con pies de plomo. Su sistema inmune se está desarrollando y es más vulnerable, por lo que tienen más facilidad para contraer ciertas enfermedades.
¿En qué síntomas nos debemos fijar? ¿En qué momento me debe saltar la alerta para decidirme a acudir al pediatra? En este artículo de NovaMás queremos darte una lista de 6 puntos para que los revises cuando tu hijo no acabe de salir de un constipado, así te evitarás futuras complicaciones.
Somnolencia, decaimiento e irritabilidad
Que cuando llegue la "hora bruja" -también llamado sundowning- tu hijo esté más cansado, abatido y nervioso que durante el resto de la jornada, entra dentro de la normalidad diaria cuando convives con niños.
Sin embargo, si identificas estos síntomas justo cuando se acaba de despertar -a primera hora de la mañana o después de la siesta- es señal de que algo en el organismo el niño no acaba de funcionar bien.
Tos persistente
La tos es una respuesta natural del cuerpo para expulsar de las vías respiratorias alguna materia -comida o mocos, por ejemplo- que no debe estar alojada ahí. Si no tosiéramos sería más habitual padecer neumonías o pulmonías, que se producen cuando el moco se acumula en los pulmones y crea una infección.
No obstante, si identificamos que nuestros peques tienen tos diaria durante más de tres semanas, debemos recurrir al pediatra de cabecera para que ausculte bien al niño y descarte enfermedades respiratorias graves.
Mucosidad excesiva
Nuestro cuerpo fabrica mucha cantidad de moco para protegerse de los gérmenes, los ácaros y la contaminación que pueda entrar por las vías aéreas. Además, cuando tenemos una infección, nuestro sistema genera más moco para contraatacar al virus invasor.
Cuando la mucosidad nasal permanece durante más de 10 días, es espesa, huele mal, no hay muestras de mejoría y llega a provocar dolores de cabeza, por ejemplo, debemos consultar con el médico.
Dificultad para respirar
Es posible que una enfermedad respiratoria no se manifieste con tos ni mocos y pensemos que no hay problema alguno. Sin embargo, puedes que no estemos mirando correctamente. ¿En qué nos debemos fijar?
- En si respira muy deprisa.
- En si se le marcan las cotillas cada vez que respira.
- En si se le infla la barriga con cada respiración.
- En si se le hunde el pecho cuando inhala.
- En si abre demasiado los agujeros de la nariz cuando toma aire.
Dolor o supuración en el oído
La otitis es tremendamente molesta, cosa que facilita el diagnóstico de esta enfermedad porque los niños que tiene la membrana del oído medio inflamada suelen aquejar dolor.
Otro de los síntomas que puede tener esta patología es que segregue líquido. Este puede ser de tipo seroso -un líquido similar al agua-, mucoso -cuando los mocos no son trabajos y dirigidos al sistema digestivo o alojados en las vías respiratorias, pueden subir hacia la cavidad auditiva- o puede tratarse también de pus -evidencia de una infección interna-.
Alta temperatura corporal
Hay que diferenciar entre la febrícula -un aumento de la temperatura corporal habitual que no llegue los 37,5ºC- y la fiebre -cualquier temperatura superior a ese límite-. Si nuestro hijo tiene menos de tres meses, cuando manifieste fiebre tenemos que consultar al pediatra; cuando es más mayor, deberemos acudir al centro médico cuando la fiebre es sostenida durante 4 o 5 días.
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