ATENCIÓN A LAS SEÑALES
Salud mental en la infancia y adolescencia: Cómo detectar conductas preocupantes
La salud mental en la infancia y la juventud preocupa a las familias y a los pediatras, que queremos poner el foco de atención en este tema que cada vez afecta a más niños, niñas y adolescentes en España.
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El cuidado de la salud mental en la infancia y la adolescencia es imprescindible, al igual que lo es en el resto de etapas de la vida. Tras la pandemia de Covid-19, la incidencia de trastornos mentales en la infancia ha aumentado un 47%, haciendo saltar las alarmas sociales y convirtiéndose en un reto urgente y prioritario.
Chicas con más problemas de salud mental
En estos últimos años, los servicios de urgencias pediátricas han visto que las consultas por "intoxicaciones intencionadas por fármacos" y por "intentos de suicidio/ideas autolíticas/autolesiones" han aumentado de forma preocupante. Se está viendo un claro predominio en las chicas y un alto porcentaje de pacientes con varios intentos de suicidio anteriores.
Datos del suicidio en la infancia y la adolescencia en España
En 2021 se produjo un alto número de suicidios infantiles (22 niños y niñas menores de 15 años se quitaron la vida), y en 2022 llama la atención al aumento del suicidio adolescente (de 15 a 19 años), con el fallecimiento de 75 adolescentes según datos oficiales.
Todas las sospechas apuntan a que el aislamiento social, la interrupción de las rutinas, la restricción del ocio y el uso excesivo de las tecnologías durante la pandemia han contribuido a la epidemia de trastornos mentales (sobre todo en adolescentes) que presenciamos hoy en día.
Trastornos de salud mental en la infancia y la adolescencia
En la infancia, los trastornos mas comunes de salud mental son los que afectan al neurodesarrollo como el trastorno del Espectro Autista (TEA) o el Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDHA).
Durante la adolescencia, la transición entre la infancia y la adultez trae consigo cambios físcios, emocionales y sociales que pueden generar gran estrés y confusión. En esta etapa, las enfermedades más frecuentes son la ansiedad, la depresión o los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). La depresión y la ansiedad son dos enfermedades mentales que requieren herramientas y estrategias específicas para que el adolescente pueda manejar sus emociones y potenciar su desarrollo integral.
En ocasiones, la estigmatización que suponen estas situaciones complica su abordaje y prevención por lo que es clave detectar los síntomas de una enfermedad mental a tiempo para su diagnóstico y tratamiento precoz.
Salud mental en niños y adolescentes: Signos de alarma
En ocasiones, resulta díficil distinguir los síntomas de un trastorno mental con los comportamientos desafiantes, los cambios de humor o las emociones a flor de piel propias de los adolescentes.
Lo que hay que tener muy claro es si esos comportamientos persisten en el tiempo, interfieren en el rendimiento académico o afectan a la relación con la familia o amigos. En estos casos siempre se recomienda buscar ayuda profesional.
Por otro lado, si el comportamiento del niño es peligroso o comenta que quiere hacerse daño a sí mismo o a otras personas se debe buscar ayuda de forma urgente.
Algunas conductas que nos deben preocupar de los niños mayores o adolescentes son:
•Han perdido el interés por cosas que antes disfrutaban.
•Hacen restricciones en la dieta o ejercicio físico de manera excesiva y ha aparecido un miedo irracional a aumentar de peso.
•Pasan cada vez más tiempo a solas en su habitación y evitan la interacción con amigos o familiares.
•Participan en conductas arriesgadas o destructivas, ya sea a solas o con amigos.
•Tienen poca energía.
•Duermen mucho o muy poco y parecen tener sueño durante el día.
•Fuman, beben alcohol o consumen drogas.
•Se autolesionan (cortes en brazos, se arrancan el pelo, se arañan las piernas o quemarse la piel).
•Tienen pensamientos suicidas o autodestructivos.
•Refieren que alguien está tratando de controlar su mente o escuchan voces que otras personas no pueden oír.
En el caso de detectar alguno de estos síntomas, la tarea de los padres es buscar ayuda, primero hablando con quienes el adolescente interactúa con frecuencia (profesores, amigos…) y posteriormente consultar con el pediatra o médico de cabecera quien iniciará el circuito adecuado para su atención.
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