CUIDADO EMOCIONAL
San Valentín, cada día: así es una relación sana de verdad
Hablamos con Laia Sabaté, psicóloga especializada en cuidado emocional, sobre cómo mantener una buena relación de pareja.
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¿Te encuentras en una relación de pareja en la que no estás cómoda? ¿Sientes que en tu relación hay cosas que fallan, pero no sabrías distinguir el qué? ¿Crees que predominan los celos, la envidia o la incomunicación? Con mucha probabilidad, te habrás sentido identificada con alguna de estas cuestiones.
Y es que, si algo sabemos seguro es que las relaciones afectivas nos pueden aportar felicidad y buenos momentos, pero también la desesperación más desconsolada. El hecho es que, como somos personas con distintos caracteres y bagajes vitales, cuando decidimos compartir la vida con otra persona, muchas veces nuestras maneras de actuar no son las más apropiadas para cuidar al otro y a nosotros mismos.
La situación se agrava cuando nos encontramos en un momento personal complicado y tendemos a volcar nuestros traumas e inseguridades hacia la otra persona. El autocuidado y el trabajo personal están a la orden del día, ya que se ha comprobado que la salud emocional es vital para establecer relaciones afectivas sanas con uno mismo y, en consecuencia, con los demás.
De este modo, es conveniente saber qué actitudes están en nuestras manos para establecer una relación de pareja lo más sana posible. Para ello, en NovaMás, hemos hablado con la psicóloga especializada en crecimiento personal y autoestima, Laia Sabaté, para que nos dé algunas respuestas al respecto.
Las claves para tener una relación saludable
Sabaté asegura que hay una serie de ingredientes vitales para que una relación amorosa sea sana: “el respeto, la comunicación, los límites, la autonomía, sinceridad, la cercanía y el amor. El vínculo que tengamos debe ser sólido: que sepamos qué tenemos, a dónde vamos y confiar en que la otra persona está ahí para nosotros”, apunta la experta.
Sin embargo, el hecho de que cumplamos con todos estos elementos no significa que no puedan surgir contratiempos, pero, al menos, “podremos afrontarlos mucho mejor”.
¿Por qué hacemos daño a quién amamos?
Muchas veces, no somos capaces de regular nuestras propias emociones y las cargamos encima de la pareja en forma de mal humor, enfado o rabia. Esto, a la larga, puede acabar dañando la relación.
Otras veces, es nuestra propia manera de actuar que acaba perjudicando a la persona que queremos: “Nuestra forma de funcionar puede tocar heridas de otras personas a las que, muchas veces, amamos. En el fondo, en estos casos, no hay culpable, ya que nuestras acciones siempre afectan a otros”, explica Sabaté.
Así que, cuando se hayan abierto heridas en una relación amorosa, es imprescindible, según la experta, tener un espacio para comunicarlo y escucharse.
Sin embargo, si te encuentras en esta otra situación, deberías replantearte la relación con esta persona: “Otra cosa es cuando alguien nos hace daño porque no nos tiene en cuenta y pasa por encima de nosotros sin ningún tipo de complejo. En esos casos, esa persona no te está sabiendo querer y, por tanto, es mejor tenerla lejos”.
¿Cómo gestiono el mal humor de mi pareja?
Es difícil no contaminarse con el mal humor de nuestra pareja cuando tiene días o temporadas complicadas. Más aún, si convivimos juntos. En estos casos, el acompañamiento al otro y la autoprotección son claves para una buena gestión emocional de la situación.
Así lo explica la psicóloga: “Lo importante será, por un lado, saber qué necesita nuestra pareja en ese tipo de días y, por otro, conocer bien nuestros propios límites. Es importante no caer en sobreproteger a nuestra pareja cuando no está sabiendo regularse emocionalmente”, continúa Sabaté.
“El punto medio está en acompañar, no en salvar. Cuando acompañamos: escuchamos, apoyamos, pero a la vez, mantenemos distancia con lo que le pasa a la otra persona, porque entendemos que le pertenece a esa persona. Cuando ponemos esa distancia, estamos más cerca de no tomarnos personalmente lo que el otro sienta ese día”, concluye la psicóloga.
¿Cómo aceptar los defectos del otro sin intentar cambiarle?
La aceptación sincera es una tarea pendiente en muchas relaciones amorosas. Muchas veces, nuestros conflictos son fruto de una respuesta agresiva a alguna actitud recurrente de la otra persona que nos resulta insoportable.
Pero, aquella conducta está tan arraigada en su carácter, que insistir en intentar cambiarla es un esfuerzo frustrante e inútil, ya que, lejos de conseguir el propósito, solo ocasiona problemas.
Para poder lidiar con los “defectos” del otro sin acabar en crisis, Laia Sabaté propone trabajar la gestión de nuestras propias emociones:
“Es importante que seamos realistas con lo que supondrá aceptar los defectos del otro. Que los vayamos a aceptar, no significa que algún día dejen de molestarnos. Una vez tengo claro que, haciendo balanza, sigo priorizando mi relación a estos defectos, tengo que estar dispuesta a gestionar lo que me muevan. Algo que puede ayudarnos mucho a sobrellevar esa rabia, es priorizar el vínculo amoroso por encima del defecto”.
Otra manera de sobrellevarlo es, según Sabaté, intentar ponernos en la piel del otro:
“Se trata de ampliar el foco en relación con aquello que no nos gusta. Un ejercicio que suele funcionar consiste en revisar lo que pensamos cuando el otro hace lo que sea que nos molesta e intentar que el diálogo interno sobre lo que está pasando sea más afectuoso. Por ejemplo, no es lo mismo pensar “lo está haciendo cuando sabe que me molesta” a pensar “qué difícil debe ser parar de hacerlo para él”.
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