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Síndrome del bebé zarandeado: ¿Qué hace sospechar a los pediatras?

El síndrome del bebé zarandeado se produce por movimientos bruscos y fuertes de la cabeza del bebé que pueden ocasionarle hemorragias intracraneales graves debidas a la fragilidad de sus vasos sanguíneos cerebrales.

Unas pediatras con un bebé

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El síndrome del bebé zarandeado puede tener consecuencias fatales para la vida del niño. Este tipo de lesiones siempre nos ponen en alerta a los pediatras ante la posibilidad de un maltrato por parte de los cuidadores al bebé.

Es importante tener en cuenta que muchas veces estas lesiones no se deben a una intención de dañar por parte de los padres o cuidadores sino al desconocimiento de las consecuencias del zarandeo en situaciones estresantes como el llanto continuo, una situación de atragantamiento o un espasmo del sollozo.

¿Qué signos nos hacen pensar en el síndrome del niño zarandeado a los pediatras?

Los 3 hallazgos más frecuentes en el síndrome del niño zarandeado son la hemorragia subdural (intracraneal), hemorragias en la retina (el fondo del ojo) y la encefalopatía aguda (la exploración neurológica del niño está alterada).

Bebé
Bebé | Unsplash

Cada una de estas lesiones por separado no son específicas de un maltrato físico, pero cuando se presentan al mismo tiempo y no hay una explicación razonable para ellas, nos obligan a pensar en ello.

En el caso de un niño maltratado, además, pueden aparecer otras lesiones sugestivas como fracturas costales o de huesos largos o hematomas en menores de 4 meses que no se mueven por sí solos. Por otro lado, hematomas o moratones en cara, cuello u orejas en menores de 4 años son muy sugestivos de maltrato.

Un niño que ha sido zarandeado y presenta estas lesiones puede manifestarse con síntomas leves como irritabilidad, problemas de la alimentación, vómitos o retraso del desarrollo psicomotor. Pero también puede presentar síntomas graves como somnolencia, disminución del nivel de conciencia, problemas respiratorios, convulsiones o parada cardiorrespiratoria.

¿Por qué se producen estas lesiones en un bebé zarandeado?

La cabeza de los bebés es muy grande y pesada con respecto a su cuerpo suponiendo casi el 25% de su peso total. Además, los músculos cervicales son muy débiles los primeros meses de vida, lo que impide que sujeten la cabeza con firmeza. Si se produce un movimiento de zarandeo violento sobre la cabeza del niño, el cerebro, más blando e inmaduro, se golpea contra las paredes del cráneo produciendo inflamación y sangrado en algunas zonas.

Pareja con su bebé
Pareja con su bebé | iStock

Menos de 5 segundos de zarandeo de un bebé por parte de un adulto son suficientes para provocar estas lesiones, que serán mayores si terminan con un golpe en la cabeza contra el sofá o la cuna.

¿Qué pruebas se deben realizar en el síndrome del niño zarandeado?

Ante la sospecha de que un niño haya sido zarandeado se deben realizar:

  • Analítica de sangre con estudio de coagulación por si existe alguna enfermedad en la sangre que favorezca el sangrado y con estudio de metabolismo óseo para descartar problemas en los huesos.
  • Pruebas de imagen cerebral, sobre todo TAC cerebral para identificar sangrados.
  • Estudio oftalmológico para valorar el fondo de ojo y descartar sangrados en la retina.
  • Radiografías de todos los huesos para descartar fracturas ocultas.

¿Qué secuelas puede producir el síndrome del niño zarandeado?

El traumatismo craneoencefálico es la causa más frecuente de fallecimiento traumático en la infancia. Lamentablemente, el síndrome del niño zarandeado es la causa más frecuente de lesión intracraneal en menores de 2 años (sobre todo menores de 6 meses) y tiene una incidencia de entre 20-25 casos cada 100.000 niños de esta edad.

Los pediatras debemos considerar esta causa siempre que se presenten estas lesiones y la causa no sea perfectamente explicada por los cuidadores.

Pediatra
Pediatra | iStock

Las consecuencias de un zarandeo grave en un bebé pueden ser fatales, ya que 1 de cada 10 termina falleciendo y de los supervivientes la mitad sufrirán secuelas graves irreversibles como parálisis cerebral, epilepsia, pérdida de visión o discapacidad intelectual.

¿Cómo debemos actuar los pediatras ante el síndrome del niño zarandeado?

Ante la sospecha de que se haya podido producir un maltrato del menor debe prevalecer su protección y se debe ingresar al niño para realizar los estudios pertinentes.

El diagnóstico resulta muy controvertido debido a la implicación legal de la denuncia, ya que no hay una prueba única y sencilla que asegure el mecanismo de lesión. Normalmente, no hay testigos del traumatismo y la historia contada por los cuidadores no cuadra con las lesiones que presenta el niño.

Si existe la duda médica de un posible maltrato o de historia incongruente, los pediatras debemos dar parte del caso a los Servicios Sociales y al Juzgado para la investigación y prevención de nuevas agresiones que empeoren el pronóstico o pongan en riesgo la vida del bebé

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