RENUNCIAS INVISIBLES

Trabajar y ser madre: Así son las mujeres de hoy en día que lo hacen todo

Las cosas han cambiado y las madres de ahora no nos quedamos en casa, sino que seguimos avanzando en nuestra carrera profesional, somos ambiciosas, nos queremos más y no renunciamos a nuestros sueños.

Una mujer trabajando en el ordenador con su bebé en brazos

Una mujer trabajando en el ordenador con su bebé en brazosPexels

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Las mujeres de hoy vivimos en una sociedad cuyo discurso es: "me quiero y no renuncio a mis sueños por el cuidado de mis hijos". Sin embargo, lo que empieza como un mantra para motivarnos, puede convertirse en la mayor presión que hayamos vivido las mujeres a lo largo de la historia.

¿Podemos con todo? ¿Podemos tener éxito en el trabajo y al mismo tiempo ser unas madres perfectas? Sí, posiblemente sí, pero... ¿a costa de qué?

A qué renunciamos cuando no renunciamos a nada

En línea con la introducción anterior, cuando tomamos la decisión de poder con absolutamente todo sin renunciar a absolutamente nada puede que estén pasando varias cosas en nuestro interior:

  • Exigirnos el doble para creernos válidas: En ocasiones, a pesar de ser nosotras mismas las que decidimos por voluntad propia hacerlo todo, lo que hay debajo no es una voluntad real si no una elevadísima autoexigencia basada en una falta de confianza hacia nosotras mismas. Por ejemplo: sentimos que necesitamos hacer el doble para mostrar a los demás (y a nosotras mismas) nuestra valía y que somos suficientes.

  • Miedo al fracaso a nivel familiar: Si en nuestro ambiente familiar sentimos cierta inseguridad o incluso tenemos la sensación de que la relación de pareja puede finalizar o que no vamos a ser del todo buenas madres, apostamos más por otras áreas de nuestra vida como puede ser el trabajo. Por ejemplo: si nos sentimos fuera de lugar en casa o que hay cierto fracaso, podemos buscar evadirnos enfocándonos en el trabajo.
Una madre en la montaña de excursión con sus hijos
Una madre en la montaña de excursión con sus hijos | Pexels
  • Menospreciar nuestra salud (sobre todo nuestra salud mental): Muchas veces queremos poder con todo porque realmente todo nos importa, sin embargo, dejamos de lado lo más valioso, a nosotras mismas. Podemos llegar a perder nuestra orientación y vernos sumergidas en el día a día, en la sobrecarga de tareas llegando a consecuencias como perder nuestra energía, falta de sueño, cambios en el apetito, en el humor y malestar general. Por ejemplo: llegar a puntos de estrés, preocupación y sobreactivación tan elevados que no podamos dormir por la noche.
  • Sensación de soledad y falta de apoyo: Si sentimos que no disponemos de apoyo y no nos sentimos acompañadas en nuestro proyecto familiar es posible que sintamos que debemos poder con todo porque no nos queda otra opción. Por ejemplo: si mi marido no colabora o no se responsabiliza de los temas familiares, puede que yo me sumerja en cumplir con su parte para que a nuestro hijo no le falte de nada.
  • Sacrificar el disfrute: Con el objetivo de poder con todo sin sacrificar nada, podemos estar sacrificando precisamente el disfrute de todo lo que me propongo hacer. Por ejemplo: si estoy muy estresada, es posible que acabe gritándole a mi hijo ante sus demandas o que acabe saturada en el trabajo.

Saber priorizar: La clave para tomar decisiones

Siguiendo todo lo mencionado anteriormente, entonces, ¿qué hacemos?

No existe una respuesta perfecta, pero puede que en la palabra perfección esté la clave. Si queremos continuar con todo (éxito laboral y también éxito familiar) puede que tenga que ser más flexible con mis autoexigencias y no buscar la perfección. La búsqueda de la perfección nos aleja del disfrute y provoca que desarrollemos pensamientos muy rígidos.

Podemos continuar con todo, pero sin perder de vista lo más importante: a nosotras mismas y nuestro bienestar. Esto implica poder vivir de forma tranquila con la menor cantidad de automatismos posibles y disfrutando cada día de lo que hacemos. Porque si no disfrutamos, ¿qué sentido tiene lo que hacemos?

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