Y no desesperes
Trucos para dormir mejor cuando aprieta el calor
Cuando sube la temperatura, bajan dramáticamente las posibilidades de dormir más o menos bien. El calor no nos deja descansar en condiciones: sudamos, nos pone de mal humor porque no cogemos el sueño y, como consecuencia, no reponemos fuerzas como deberíamos.
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El desastre está servido. Al día siguiente estamos para el arrastre, con unas ojeras que no disimulan ni las gafas de sol y con un humor de perros que paga la primera persona que se nos ponga delante.
Pero hay remedios más allá del aire acondicionado, tan poco recomendable cuando dormimos (podemos levantarnos con una pulmonía), que ayudan a hacer más llevadero el calor que nos mata cada noche. Si los pones en práctica, tu calidad de sueño mejorará y acabarás soñando con los angelitos. ¡Zzzzzz!
Bye bye, teléfono
Lo primordial es que cambies el chip, y nunca mejor dicho, porque tendrás que olvidarte del móvil. Si jugueteas con él, si whatsappeas con alguien, si lees alguna noticia o entras en alguna red social, estás activando el cerebro en vez de decirle que es hora de parar. Como mucho, puedes escribir una lista de las cosas que hay que hacer al día siguiente, porque puede ayudar a reducir la ansiedad que puedan llegar a generarte. Cuanto más relax consigas tener en la cama, estarás en mejor disposición de dormir.
Siempre igual…
Vete a acostar a la misma hora para acostumbrar al cuerpo. Si coges esa costumbre, tu reloj biológico se adaptará y te resultará más fácil coger el sueño llegado el momento. Puedes hacer alguna excepción los fines de semana, pero trata de mantener el hábito aunque sea entre semana y verás como tu cuerpo te lo agradecerá.
Cenas siempre ligeras
Desde luego, no se puede cenar como si no hubiera un mañana. Primero, porque una digestión pesada es eso, pesada: el organismo está más pendiente de procesar lo que has ingerido que de ponerse en modo stand by para dormir. Lo mismo hay que decir de los platos picantes y especiados, tal y como recuerda un equipo del Sistema de Salud de la Universidad de Loyola (Chicago, Estados Unidos). Si cualquier digestión aumenta la temperatura corporal porque el aparato digestivo libera más calor para absorber los alimentos consumidos, imagínate si le haces trabajar más de la cuenta por culpa de una cena copiosa. Apuesta por una cena a base de frutas y verduras con algo de proteína ligera y pocos carbohidratos, siempre un par de horas antes de meterte en la cama.
Si bebes, no intentes dormir
Si bebes mucho, las probabilidades de levantarte a media noche para ir al lavabo aumentan. Y, según los expertos, eso de que alcohol ayuda a conciliar el sueño tiene trampa. Porque ayuda, sí, pero luego este es menos profundo y eres más proclive a sufrir interrupciones. Ojo con comer melón, sandía y otras frutas con mucha agua a tutiplén antes de dormir: el resultado será el mismo, y tal vez cuando te despiertes para ir al baño no podrás volverte a dormir.
Las sábanas, tus aliadas
Una obviedad que quizá no mucha gente tenga en cuenta: la ropa de la cama tiene que ser lo más fresca posible. Acertarás al elegir un tejido natural como el algodón o la seda, porque permiten transpirar, cosa que no hacen los sintéticos como el poliéster, lo que eleva la sensación de calor. Recuerda también que muchos colchones tienen una cara para el invierno y otra para el verano.
Sí a la (vieja) tecnología
Habíamos dicho no al aire acondicionado, pero siempre puedes tener a mano un ventilador (silencioso, por favor), que además de efectivo es más económico. Los de techo son ideales, y rebajan la sensación de temperatura unos cinco grados.
Nada de duchas frías
¿Has pensado en una ducha muy fría? Pues te equivocas. Prohibida. Y tiene sentido: precisamente al ser fría reactivas el cuerpo, cuando se trata de lo contrario, y además la reacción de nuestro organismo a unas temperaturas bajas es quemar calorías para compensarlas, lo que se traduce en más sensación de calor cuando te hayas secado. Puedes remojarte los brazos, la nuca, o ducharte con agua templadita.
Me pareció ver un lindo gatito
¿Tienes mascotas? Pues mejor que no duerman contigo en la cama. Porque además de ser una fuente de calor, si se ponen a jugar (ellas no entienden de horarios) te pueden arruinar la noche.
Ventanas cerradas
Por supuesto, es básico mantener la habitación lo más fresca posible, y para eso durante el día debes dejar las persianas bajadas, de manera que no entre la luz del sol directa. Según cómo, deberías plantearte dormir con las ventanas cerradas, aunque parezca contradictorio, ya que en muchas ocasiones los ruidos de la calle pueden ser más perjudiciales para tu higiene del sueño que el calor (esto te corresponderá valorarlo a ti en función de lo ajetreado que sea tu barrio). Una vez te vayas a meter en la cama, el entorno debe ser acogedor, con cierta oscuridad. Que todo invite al descanso.
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