UNA TRADICIÓN DE CASI UN SIGLO
¿Por qué comemos palomitas de maíz en el cine?
El 19 de enero se celebra el Día de las Palomitas de Maíz y te traemos la respuesta a una pregunta que seguro que te has hecho alguna vez, ¿por qué comemos este snack cuándo vamos al cine? ¿De dónde viene esa tradición?
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Somos muchos los que no concebimos ir a ver una película al cine sin tener un cubo de palomitas de maíz y un refresco en nuestras manos. Así que probablemente alguna vez te hayas preguntado por qué es tan común comer este snack y no otro cuando estamos en el cine.
Tendríamos que remontarnos prácticamente al origen del cine, que comenzó siendo una alternativa de ocio para las clases más pudientes en sus primeros años de existencia. De hecho las cintas de cine mudo se proyectaban en teatros, y para poder seguir el hilo de lo que sucedía en la pantalla había que saber leer, algo que por desgracia no era común en la población menos pudiente.
Además, en los orígenes del cine comprar una entrada no era algo asequible. La popularización de este arte llegó unas décadas después, cuando en 1927 las películas comenzaron a tener sonido. Eso hizo que el cine pasara a ser algo muy popular. El coste de ir al cine se abarató y comenzó a tener mucho más público objetivo.
¿Qué ocurrió entonces? Que la gente solía llevarse al cine su propia comida, algo que a los dueños de las salas no les gustaba nada ya que se manchaban sus instalaciones y tampoco sacaban ningún beneficio de esta decisión.
Y en esas estaban cuando llegó el crack del 29 y la Gran Depresión, lo que sumió a la mayor parte de la población estadounidense en una profunda pobreza. Esto es algo que pareció no afectar al cine, ya que era uno de los pocos entretenimientos asequibles para el gran público en aquel momento.
Muchos alimentos tenían un precio tan desorbitado que eran inaccesibles, pero no sucedía así con el maíz. El maíz era algo que prácticamente todos podían comprar y consumir. Y con esto Julia Braden, una mujer de Kansas City, tuvo una gran idea, y solicitó a los dueños de Linwood Theater permiso para poder poner su puesto de palomitas en sus cines. Así, ella garantizaba a los dueños del cine un porcentaje de sus ganancias.
Para 1931 ya tenía cuatro puestos en cuatro cines distintos y el negocio era un auténtico éxito. Así que el resto de los cines pronto se sumaron y montaron sus propios puestos de palomitas, para ganar aún más dinero.
Y desde entonces hasta ahora se ha mantenido esta tradición, que tantos beneficios da a las salas de cine año tras año.
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