FESTIVAL SITGES 2023
El Chico y la Garza, de Miyazaki, divide al público de Sitges
El segundo día en el Festival ha trascurrido bajo un sol de justicia que hacía aún más deseable el momento de entrar a las salas a disfrutar de series como Romancero y películas esperadísimas como El chico y la garza, la última del maestro Hayao Miyazaki.
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La sesión despertador del segundo día de Festival estaba señalada en el calendario para muchos cinéfilos. La premier europea de El chico y la garza, película que, como todo lo que se espera con tanta expectativa -recordemos que han pasado 10 años desde el estreno de la anterior cinta del japonés, El viento se levanta-, ha sido tan gratificante para muchos como decepcionante para otros. Ni Miyazaki puede gustar a todo el mundo.
En esta ocasión, el fundador de Studio Ghibli narra la historia de Mahito, un niño de 12 años sacudido por la muerte de su madre, que no encaja en la nueva familia creada por su padre ni en el lugar donde se mudan. El niño afrontará sus problemas aferrándose a la fantasía en un viaje de superación y descubrimiento que la crítica ha comparado con El Mago de Oz o Alicia en el País de las Maravillas. Ese viaje ilustrado con fragmentos menos narrativos y más cercanos a lo experimental es en parte lo que no ha convencido a parte del público. Desde aquí sí celebramos que, a sus más de 80 años, el cine de Miyazaki no esté agotado. La originalidad y esa búsqueda incansable es de genios.
De la poesía visual de Studio Ghibli a la gamberrada de Wake Up. Un survival con bien de gore en la que un grupo de jovencitos activistas -unos con más convicciones que otros- vivirán una noche de pesadilla cuando el vigilante les cace literalmente en plena protesta. El colectivo de directores RKSS, siglas de Roadkill Superstars (François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell) repiten el tono de sus anteriores películas, Turbo Kid (2015) y Verano del 84 (2018) repletas de humor pero no por ello nada amables ni vacías de crítica. Efectos prácticos de diez en una película que crece por momentos.
Y siguiendo con las gamberradas, hablar de Suitable Flesh, una adaptación libre de un relato de Lovecraft en la que una criatura busca cuerpo en el que dar rienda suelta a los placeres de beber, fumar y tener sexo. Su estética de "peli de tarde" la hace perfecta en el ambiente festivalero. Es deliberadamente exagerada y busca el jolgorio recreándose en escenas de sexo ridículas -en la línea de aquella en la piscina de Showgirls aunque, obvio, sin conseguir ese nivel de perfección- y con buenos momentos de gore.
Al caer la tarde la cosa se ponía algo más seria. Por un lado, se presentaba Romancero, una serie de terror sobrenatural ambientada en una Andalucía desértica, plagada de criaturas fantásticas. En la presentación Fernando Navarro, creador de la serie y guionista entre otras de Verónica (2017), se encargó de agradecer al festival la acogida y prometió crear de nuevo solo por estar en Sitges una vez más.
Tras la proyección de un fragmento que realmente invita a seguir la serie que se estrenará en Prime Video, llegaba el momento de Club Zero y con ella, de nuevo, la polémica. La película de la austríaca Jessica Hausner (Hotel, Lourdes, Little Joe), cuya mirada estilizada y pulcra contrasta con la dureza de su planteamiento de los TCA como motor de este guion.
Mia Wasikowska encarna a la profesora de "nutrición consciente" de un internado elitista en el que poco a poco y sin mucho esfuerzo logra convencer a un grupo de alumnos de seguir una peligrosa doctrina de abstención de alimentos. Si bien puede ser hiriente por lo delicado de visibilizar estos trastornos, cuesta pensar en algo más ilustrativo de status social, salud mental y reflejo de la sociedad capitalista que la manera en la que nos alimentamos. Aunque no es apta para todos los estómagos la recomendamos, aunque solo sea por la conversación de después.
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