BETTY VE TELENOVELAS
Adiós a Jesús de la Reina, el villano que no olvidaremos en Sueños de libertad
Esta semana nos hemos vestido de luto en Sueños de libertad. Despedimos a Jesús de la Reina, el villano que consiguió hacerse un hueco en el corazón de la audiencia.

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Jesús de la Reina protagonizó los primeros minutos de Sueños de libertad. Durante todo este tiempo fue el eje de la gran mayoría de las tramas. Y ahora, con su muerte, abre una nueva etapa tan incierta como fascinante.
Es imposible definir a Jesús de la Reina y, mucho menos, resumir en unas pocas líneas su papel en esta serie. Lo mismo sucede con Alain Hernández, que nos ha regalado un personaje con multitud de aristas y en todas ellas nos ha convencido. Aun sabiendo que las palabras no están a la altura de su trabajo, digamos que Alain ha estado brillante como Jesús de la Reina. Porque cuanto más odiábamos al personaje, más admirábamos al actor.
A grandes trazos podemos decir que Jesús ha sido mala persona en prácticamente todas las facetas de su vida. Ha sido un pésimo marido, un hijo del que renegó su propio padre, un hermano con ningún sentimiento fraternal, un empresario sin escrúpulos, etc. El único aspecto en el que mostró alguna emoción positiva fue en su papel de padre. Pero, aún así, Julia también fue víctima de su odio y su rencor al ser utilizada como instrumento para hacer daño a Begoña, Digna o Damián.

Un marido con muy mala suerte
Empecemos por su rol como marido. No sabemos cómo fue su matrimonio con Clotilde ni por qué ella terminó en los brazos de Valentín, pero fuimos testigos desde el primer momento de que su relación con Begoña (Natalia Sánchez) tampoco iba por el buen camino.

Evidentemente Jesús siempre culpará a Andrés (Dani Tatay) de su fracaso matrimonial, pero, siendo evidente la implicación de su hermano, el primogénito de los De la Reina siempre olvida algunos detalles importantes, como, por ejemplo, sus infidelidades. Y, por supuesto, drogar y violar a tu mujer tampoco ayuda a salvar una relación en crisis. Si Begoña tuvo alguna duda entre su compromiso con Jesús y sus sentimientos por Andrés, su marido ya se encargó de aclararlos con su comportamiento.
Eso sí, hay que reconocer que Jesús ha tenido muy mala suerte en el amor. Ya es una cruel casualidad del destino que las dos mujeres de su vida lo abandonasen por otros hombres de su familia.
La oveja negra
Jesús no supo gestionar las relaciones de pareja y tampoco consiguió encajar en su propia familia. Siempre nos quedará la duda de si Jesús fue el verso suelto de los De la Reina desde la infancia o su hostilidad hacia sus hermanos y su padre (lo de los Merino tiene una clara respuesta) es más reciente.

Sea como fuere, Jesús demostró siempre una total falta de empatía hacia su familia. Al margen del capítulo Begoña, con Andrés mostró tirantez y frialdad desde que se reencontraron. ¿Sería tal vez que arrastra el síndrome del príncipe destronado? ¿De verdad temía que le quitase su lugar en la empresa? ¿Tan poco conoce a su hermano como para no saber que la ambición y la avaricia no van con su carácter?
Tampoco entendemos su actitud con Marta. Incluso antes de que ella fuese competencia en la empresa, no dudó en utilizar su relación con Fina para amenazarla. Y todos tenemos claro que Jesús era muy capaz de denunciarla.
En cuanto a su relación con su padre, podemos recuperar el papel de príncipe heredero, pero, en este caso, enfocado hacia su ansia de conseguir la corona.
Sin embargo, en los últimos tiempos vimos algunas grietas que hicieron que en alguna medida sintiéramos cierta consideración hacia Jesús. Él siempre dijo que era como era porque entre todos lo habían hecho así. Es más, en alguna ocasión recriminó a Damián que los dos eran iguales. Nada justifica las múltiples malas acciones de Jesús, cada uno es libre de decidir sus actos, pero…
¿Y si todo se debiera a la presión de estar a la altura del apellido? ¿Y si Jesús actuó pensando que, de verdad, era lo correcto? ¿Y si solo quería la aprobación de un padre estricto y exigente?
Un empresario ambicioso
Jesús focalizó todos sus esfuerzos hacia la empresa, que era casi un hijo más para Damián, pero aquí también se equivocó de actitud. Con sus matices, Damián, Marta y Andrés ven Perfumerías De la Reina como un negocio familiar, pero Jesús se centró en el concepto empresa relegando el componente sentimental. Jesús fue un director con mano de hierro, pero sin el guante de seda del estilo De la Reina. Por eso Marta fue tan buena directora y Joaquín, que lleva mal la presión, no está a la altura.

Al hacer balance, Jesús se nos presenta como un personaje ambiguo. Ha sido el gran villano de esta historia y su marcha nos deja un tanto huérfanos (aunque ya hay en el horizonte algún que otro candidato a sucederlo), pero al decirle adiós nos entra la duda de si fuimos demasiado duros con él. Se ganó a pulso nuestro odio, pero cuando lo vimos flaquear, cuando fuimos conscientes de que también sufría, cuando comprendimos que se sentía solo, cuando descubrimos su vulnerabilidad, nos planteamos si hubiera sido posible otro Jesús.
Nunca lo sabremos. Ahora solo nos queda averiguar las consecuencias que tendrá su muerte. ¿Llegará la paz a los De la Reina o habrá un heredero de las intrigas de Jesús? ¿Qué pasará con sus acciones? ¿Nos regalará a una María empoderada? ¿Cómo gestionará Digna su implicación en la muerte de su sobrino? ¿Callará o confesará?
Sueños de libertad abre una nueva etapa sin el que ha sido uno de sus grandes protagonistas pero el legado de Jesús de la Reina seguirá muy presente. Nadie desaparece mientras alguien lo recuerde y somos muchos los que siempre recordaremos a un villano ejemplar. Un villano al que todos queríamos enviar al infierno, pero que, al mismo tiempo, nos retenía hipnotizados ante la pantalla a la espera de qué nuevas sorpresas nos iba a dar.
Gracias, Jesús de la Reina, por todas las buenas tramas que nos regalaste. Gracias, Alain Hernández, por hacer tan creíble un personaje tan fascinante.
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