NÚMERO DE SERIE
'Anatomía de Grey': el antes y el bochornoso después
Diez temporadas, más de 200 capítulos y según su creadora, Shonda Rhimes, aún tiene cuerda para rato. 'Anatomía de Grey' ha pasado a ser el mejor drama coral de las networks a una mala copia de sí misma. Y es que una década en antena no ayuda a mantener un nivel aceptable. La serie es difícilmente reconocible si se echa un vistazo a las primeras temporadas. Pero ABC se resiste y pretende estirar la serie hasta que ya no quede nada, ni sus propios protagonistas.

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La décima temporada, que no última, de 'Anatomía de Grey' está cayendo a un nivel de bochorno insoportable, hasta para los fans más resistentes. El espantoso episodio de Halloween dejó claro que la serie no siente vergüenza y además presume de ello. ¿Qué pinta un episodio de Halloween en una serie que jamás ha utilizado ese tipo de capítulos? Habría que hacerle la pregunta a Shonda, que no escribe un episodio en la serie desde la finale de la octava y que está volcada en su nuevo juguete, 'Scandal'.
'Anatomía de Grey' vive del recuerdo, de aquellas escenas memorables con grandes finales de temporada. Aquella época en la que los premios importantes reconocían, contra todo pronóstico, un drama médico sentimental. Ahora, la serie tiene como mucho una premiere y una finale decentes y en medio una veintena de capítulos mediocres y olvidables.
La marcha de Sandra Oh, el único personaje que aún merece la pena, al final de la décima temporada le dará el golpe de gracia ante la más que probable undécima temporada. También está en el aire la renovación de Ellen Pompeo y Patrick Dempsey, lo que no parece ser un obstáculo para el futuro de la serie. ¿Qué más da si 'Anatomía de Grey' se queda sin la doctora Grey?
Basta comparar el capítulo 100 y el 200. En el episodio número 100 se celebró la mítica boda entre Alex e Izzie (sí ese personaje que nos encantaba y cuya actriz seguimos odiando). En el episodio del segundo centenar, se celebró una fiesta de ambiente circense en el hospital. Así de creíble.
Ya no reconocemos a 'Anatomía de Grey', ya no existe la serie tal y como la conocíamos. Entonces ¿por qué seguir? Por uno de los peores males seriéfilos: la conclusión del relato, saber qué va a pasar al final. Sólo por eso aguantamos a Shonda y a lo poco que queda de aquella serie que en 2006 y en 2007 optó al Emmy a mejor drama.
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