BETTY VE TELENOVELAS
Birkan Sokullu cumple 36 años: 5 claves del contradictorio Han de 'Inocentes'
Birkan Sokullu cumple 36 años y lo hace interpretando al contradictorio, sorprendente e inquietante Han de 'Inocentes'. Porque una de las principales características de este personaje es su capacidad para mantenernos en constante tensión. Nunca tenemos claro si es un príncipe azul hacia el que correr con ilusión o un psicópata del que huir a toda velocidad. Sea como fuere, lo incuestionable es que el trabajo de Birkan Sokullu es impecable a la hora de transmitir las múltiples caras de este enigmático personaje.
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El dios griego
Una de las primeras y mejores definiciones de Han la hizo Esra: es un dios griego. Su atractivo está totalmente fuera de cuestión y su encanto es abrumador. Y si la primera impresión ya era positiva. La segunda tampoco defraudaba. Como también dijo Esra, es el rey de los detalles. Desde que se cruzó en su camino, a Inci no le han faltado ni globos ni un completo surtido de chocolatinas.
Visto así, Inci ha encontrado a su auténtico príncipe azul. Un hombre que la quiere, que la consiente, que la cuida, que la protege y que se desvive por hacerla feliz.
Han hace todo cuanto se le ocurre para que su mujer esté bien y, sobre todo, para que no tenga quebraderos de cabeza. Que Ege es expulsado del instituto, ya se encarga él de conseguirle una "beca". Que Uygar no quiere entender su condición de ex novio, ya se encarga él de que le quede meridianamente claro cuál es su lugar. Que Inci tiene que trabajar con su ex, ya se encarga él de hacer los negocios precisos para evitar esa incomodidad. Que necesitan una casa, ya se encarga él de buscarla y amueblarla.
Han vive por y para Inci. Eso es lo que lo hace tan atractivo y, al mismo tiempo, lo que resulta tan inquietante.
No hay duda de que Han quiere a su mujer. El problema está en que, quizá, la quiere demasiado. Está tan preocupado y ocupado en evitarle todas las espinas que tiende a olvidar o ignorar lo que ella quiere.
Han está tan acostumbrado a tener que solucionar él solo todos los problemas, que no sabe gestionar la independencia y autonomía de su mujer. Han piensa y actúa, pero no evalúa las consecuencias de sus actos. Y, sobre todo, no se para a reflexionar si lo que él cree que es bueno o lo que cree que Inci quiere es, en verdad, lo que ella quiere o necesita.
Justo es decir que Han tampoco tiene problema en pedir perdón cuando comprende sus excesos y en reconocer que se ha equivocado. Y también es verdad que no da falsas esperanzas. ¿Volverá a hacerlo? No lo sabe.
Y eso es lo preocupante. ¿Será capaz de dejarle a Inci el espacio que necesita? ¿Será capaz de controlar su obsesión por el control?
Los pies de barro
Porque Han es un dios griego con los pies de barro. Es más, la propia Esra, su primera fan, ya lo ha bajado del pedestal. La audiencia también es consciente de la oscuridad que oculta su impecable traje. Incluso Inci ya duda si aquel hombre que la enamoró con la historia de un soldadito de plomo es real o solo un espejismo.
Han es capaz de ser el mejor de los maridos, pero también es capaz de comportarse como el peor de los hombres.
No es solo que tome decisiones por ella sin consultarlo, sino que controla en exceso todo cuanto la rodea. Todas sus buenas acciones con su familia o su trabajo pueden verse como el afán de un buen marido por hacer feliz a su mujer, pero Han traspasa los límites.
Una cosa es que no le guste que su mujer trabaje con su ex novio y otra cosa es que pretenda que cambie de empleo o que incluso se plantee seriamente comprar la emisora para ser, no solo su marido, sino también su jefe.
Una cosa es que no le guste que Uygar siga cerca de su mujer y otra cosa es que se lo lleve a un basurero y lo amenace con una pistola, aunque fuera de agua.
Una cosa es que tenga claro que es mejor que su suegro esté lo más lejos posible de Inci y otra cosa es estar a punto de estrangularlo.
Una cosa es que se enfade porque Inci no le haya contado su intención de vender su coche y otra cosa es que saque al posible comprador a golpes del vehículo.
Y es en todos esos momentos cuando Han nos desencanta. Cuando pasa de galán a gañán. Cuando dejamos de envidiar la suerte de Inci por haberse casado con él a gritarle desde nuestros sofás que ponga fin lo antes posible a ese matrimonio.
Pero, cuando eso pasa. Cuando deseamos darle la espalda, aparece el Han atormentado, sensible, cansado, que ve en Inci su última oportunidad de ser feliz y vuelven las emociones contradictorias.
Por un lado, nos despierta compasión ese niño que pasó toda su infancia solo y nos da pena ese hombre que entra en su casa apretando los dientes. Pero, por otro lado, nos inquieta su habilidad para utilizar su debilidad en su propio beneficio. ¿Acaso no tiene algo de chantaje emocional su confesión de que Inci es su única y última esperanza? ¿No está presionando, consciente o inconscientemente, a su mujer para que obvie todo lo negativo y se mantenga a su lado?
Han lo arreglará
Si como marido Han despierta bastantes dudas, como hermano hay pocos reproches que hacerle. Soporta con estoicismo las respectivas enfermedades de sus hermanas y se desvive por comprenderlas, atenderlas y, sobre todo, protegerlas. Porque si hay una frase que hemos oído infinidad de veces a Safiye y Gülben es “Han lo arreglará”. Y Han siempre lo arregla.
Podemos estar más o menos de acuerdo con sus métodos, pero no hay duda de que se esfuerza por cuidar a sus hermanas. Es cierto que Safiye lo desespera, pero también reconoce todos los sacrificios que hizo por ellos. Es cierto que en ocasiones es duro con ella, a veces hasta cruel, pero también lo es que respeta al milímetro todas sus normas. O, al menos, cuando se las salta, intenta que ella no se entere.
En cuanto a Gülben, ha dejado claro incontables veces que quiere protegerla. Siempre ha acudido a sus llamadas de socorro y siempre se las ha ingeniado para que su gran secreto siga siendo un secreto.
Son muchas las veces que todos nos hemos preguntado por qué no hace más por ellas. ¿Por qué no les busca atención especializada? Quizá porque está agotado. Quizá porque han sido tantos años luchando que ya ha asumido que esa es su realidad. Quizá porque ya se ha rendido. Quizá porque está tan cansado de lidiar con las “manías” de Safiye, con los miedos de Gülben y de proteger la cordura de Neriman que ya ha agotado todas sus fuerzas. Quizá porque ya ha perdido la esperanza de ser una familia normal.
Su gran secreto
Quizá la clave para que Han pueda ayudar a sus hermanas sea que se ayude a sí mismo porque todos sabemos perfectamente que él también necesita ayuda. Y probablemente más que sus hermanas.
Un hombre de éxito como él que pasa las noches vestido como un mendigo recogiendo basura necesita ayuda. Un hombre hecho y derecho que solo puede confesar sus miedos a un maniquí necesita ayuda. Un hombre que no controla su ira necesita ayuda.
Porque hay momentos en los que el comportamiento de Han convierte en nimiedades el TOC de Safiye o la incontinencia de Gülben.
Cuando su mirada de nubla. Cuando su rostro se crispa. Cuando sus manos se contraen. Cuando sus pies se agitan. Cuando su respiración se acelera. Cuando el hombre más educado del mundo se convierte en un peligroso psicópata incapaz de controlar sus impulsos, su rabia y su fuerza. Han es como esa olla a presión que te facilita la vida pero que siempre corre el riesgo de explotar.
Y, además, mientras que Safiye y Gülben se muestran tal y como son, inconscientes de su estado mental, Han es plenamente consciente de sus actos y eso lo lleva al sobreesfuerzo de intentar ocultarlos. Han sabe que tiene un problema, pero no busca una solución. Ahora se ha aferrado a Inci como su esperanza. Y ha habido avances. Se ha deshecho de su maniquí confidente, pero eso no es suficiente. Han aún tiene un largo camino por recorrer para salir de ka oscuridad.
El buen hacer de un gran actor
Han es uno de esos personajes de los que no sabes muy bien qué pensar. Está tan lleno de contradicciones que nunca terminas de conocerlo. ¿Cuál es el Han verdadero? ¿El príncipe azul? ¿El mendigo nocturno? ¿El psicópata violento? Probablemente sea una combinación de todos ellos y el gran interés está en conocer qué porcentaje de cada uno tiene su personalidad. ¿Cuál es el rasgo predominante? ¿Llegarán a anularse unos a otros? ¿Llegará el día en el que el psicópata fagocite al príncipe azul? ¿Podrá su encanto anular su lado oscuro?
Pero lo que ya tenemos claro a estas alturas es que Birkan Sokullu encarna a la perfección todos los matices de este personaje enigmático, contradictorio, encantador y aterrador, sombrío y luminoso, seductor y temible. Cada mirada, cada gesto, cada movimiento resulta tan convincente que logra que en un mismo capítulo deseemos correr a sus brazos y salir corriendo lo más lejos posible de él.
Y, sobre todo, capta toda nuestra atención y nuestra curiosidad para descubrir si finalmente querremos abrazar al doctor Jekyll o huir de míster Hyde.
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