'Breaking Bad': el final que tenía que ser

Era imposible que 'Breaking Bad' defraudase a los espectadores. El final de la vida de Walter se convierte en el final de la serie; no tenía sentido de otro modo. La forma en la que se estructura la narración, desde su  perspectiva, nos ha regalado, a partes iguales, lo mejor y lo peor del personaje. Walter White muere, pero segundos antes repasa como un maestro satisfecho el laboratorio de metanfetamina de su alumno. Era la despedida más coherente con el personaje.

Uno de los finales que se barajaban era que Jesse matase a Walter. Pero a pesar de que Walter se lo pide, Jesse le deja desangrado mientras la policía llega hasta el lugar del tiroteo. La dirección de Vince Gilligan durante los últimos minutos cierra toda la historia con un final conclusivo para Walter, pero completamente desconocido para el resto de personajes.

Jesse merecía liberarse de Walter, algo que no hubiese ocurrido si le hubiese matado. La contraposición entre la escena en la que está fabricando un cofre de madera y en la que está encadenado nos muestra que lo que Jesse quiere, a pesar de todo lo que le ha ocurrido, es seguir hacia delante. De lo contrario, hubiese quedado previsible y demasiado moralista para 'Breaking Bad'.

En las diferentes despedidas que Walter mantiene le vemos capaz de cualquier cosa y en otras nos despierta hasta ternura. La escena final con Skyler es de las que han tenido más potencia visual, con Walter derrotado y Skyler todavía con ganas de perdonarle. Aunque es la gran odiada pro los espectadores, Anna Gunn ha demostrado porque se merecía el Emmy de este año a la mejor actriz de reparto.

Los debates morales que se han planteado a lo largo de toda la serie se mezclan en el último capítulo. ¿Walter hizo lo que hizo por su familia o para demostrarse a sí mismo que era alguien poderoso? Walter White nos atrae porque nunca es una cosa o la otra, porque vemos que toma decisiones en todos los sentidos, sin dejar nada ajeno a su intervención. Finalmente, su afán de control es el que le deja desangrado en un laboratorio de metanfetamina, aunque lo hace cumpliendo su último plan.

Todas las secuencias tienen muchísima fuerza narrativa, como las que se mezclan con los diferentes 'flash-forward' que hemos visto desde la escena del bacon en el primer capítulo de la quinta temporada. Y en todas nos gusta verle triunfar, amenazar, salirse con la suya. Salvo en la que no puede acercarse a su hijo y en la que acaricia a su hija por última vez. Por eso, y en el fondo, nos da pena que haya muerto.

Qué difícil va a ser no tener a 'Breaking Bad' entre tus series semanales. Va a costar olvidarnos de una serie que nos ha dado tanto. En sólo cinco temporadas la serie ha sido capaz de transformarse y alejarse de las clasificaciones de género. 'Breaking Bad' es imposible de encasillar y por eso es un regalo para el espectador, un lujo seriéfilo. 'Breaking Bad' es 'Breaking Bad'.