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'La Casa del Dragón': Mucha sangre, orgías y dragones en el 1x01 de la precuela de 'Juego de tronos'
Si echas de menos 'Succession', aquí tienes a otra familia sin escrúpulos que hará lo que sea por conseguir el poder. En 'La Casa del Dragón', el spin-off de 'Juego de Tronos', hay además dragones, orgías y mucha, mucha sangre.
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(Cuidado hay spoilers del primer episodio de 'La Casa del Dragón', ya en HBO)
Si les quitas los pelucones rubios, los dragones gigantes y las orgías a plena luz del día, los Targaryen son muy parecidos a los ambiciosos Roy de la magnífica 'Succession'. Una única familia (nada que ver con 'Juego de tronos' y sus Casas antagonistas) en la que algunos de sus miembros lucharán tras la cortina por conseguir el poder, o lo que es lo mismo, por sentarse en el Trono de Hierro.
El primer episodio de 'La Casa del Dragón' tiene mucho de puñales (los mismos que luce la ansiada silla) por la espalda. La secuencia que mejor ejemplifica por donde van los tiros de este episodio de una hora dirigido por el avezado Miguel Sapochnik es esa en la que en paralelo se celebra el torneo que organiza el rey Viserys y nace el que será su sucesor, por supuesto, varón.
Mientras su hermano Daemon lucha a caballo por demostrar su hombría, la mujer de Viserys, Aemma, lucha por su vida para dar a luz al ansiado heredero (después de haber tenido bastante abortos). No es la sangre del caballero con lanza lo que nos salpica la moral, lo que nos hace apartar la mirada, sino ver (con gran crudeza) cómo Viserys elige a su hijo varón por delante de su mujer y ésta se desangra despatarrada en la cama. La gran ironía de tan sanguinolento y triste momento es que ambos, su mujer y su hijo, acaban falleciendo.
La elección de Viserys es propia de su época. De hecho él ascendió al trono por las mismas razones: por ser hombre. Y tiene mucho que ver además con una suerte de profecía.
Viserys conoce un gran secreto que se desvela al final del episodio. Que le revela a su hija Rhaenyra, la que finalmente tomará el relevo visto el panorama (ahora hablamos de su hermano Daemon, lo mejor del episodio, que nos gusta un macarra). Y es este final un gran guiño a 'Juego de tronos', a sus seguidores.
Viserys no cree que gracias a los dragones los Targaryen sean quienes son, pues en el futuro, aun con dragones, "si no aprendemos del pasado acabaremos igual". Como espectadores ya sabemos la que les espera, así que Viserys le comparte a su hija el sueño de Egon (al que llamó Canción de Hielo y Fuego), que vio un largo invierno, todo Poniente se enfrentará a él y será un Targaryen el que deba subir al trono. Casi 200 años antes de que nazca Daenerys, es otra mujer la que ocupa el trono, un "superpoder" que, por otra parte, la propia Rhaenyra no ambiciona ni quiere. Pero ya que ha muerto su madre y su hermano como para decirle que no a su padre Viserys (que además parece tener alergia al trono cuando le supuran extrañas heridas).
Gracias a la futura heredera, que vuela sobre su dragón, el episodio arranca con una gran panorámica a lomos del titán. Rhaenyra no es como su madre, ella quiere ser como un caballero, de ahí que asista al torneo con los ojos bien abiertos. Rhaenyra es una adelantada a su época, una chavala que se indigna cuando tratan a su madre como en 'El cuento de la criada', pero la propia madre se enorgullece de ser un "vientre real": "El parto es nuestro campo de batalla". Y en efecto que lo es, pues en ese campo de batalla entre las sábanas perderá la vida.
Mientras su madre se desangra, Rhaenyra aplaude a su tío Daemon, su ídolo seguramente. "Que la follen", dice la niña de su madre, cuando esta le recrimina que huela a dragón. De pronto nos acordamos de 'Juego de tronos' y esbozamos una sonrisa. Qué pena nos da Rhaenyra, que no estuvo donde debería haber estado, al lado de su madre. En cualquier caso, es una imposición la suya que acepta porque no le queda otra. Por cierto, que se acompaña de su amiga Alicent, inseparables, que para más inri es la hija de Otto, la Mano del Rey. Aquí habrá miga, claro está. En el torneo Daemon presta atención a Alicent, mientras el guaperas Criston Cole lo hace por Rhaenyra (Cole gana a Daemon).
Y llegamos a Daemon, el ambiguo y calculador hermano del rey que aspira a sucederle, aunque él va a su ritmo. No nos encontramos con un tipo sin cerebro que mata a su hermano a las bravas para subir al trono y convertirse en el gran villano de la historia. Es cierto que la primera vez que aparece en la serie lo hace sentado en el Trono de Hierro, dejando claro que está muy a gusto en él. Y coincide con su sobrina Rhaenyra, a la que entendemos que no teme en ese momento por ser mujer y, por tanto, por no ser competencia oficial. Le regala un fragmento de su linaje, un colgante de acero valirio. Y los dos tan felices. Recordemos que Rhaenyra idolatra al Comandante de la Guardia. Para que comprendamos lo antagónico que resulta con respecto a Viserys, Daemon se toma la justicia por su mano pero con otros. Acabar con el crimen en Desembarco del Rey requiere convertirse un poco en Dexter y exterminar a la escoria. Y es bastante ecuánime en sus decisiones: le corta el pene a un violador, la mano a un ladrón y la cabeza a un depravado. Más carnaza en otra secuencia en la que se llevan los miembros amputados en una carretilla como colofón final del juicio público.
Y luego, entendemos que está frustrado. "Las ovejas son más guapas que las mujeres", dice tan pancho. Nadie le ríe la gracia, lo cual es bastante significativo. Y cuando tiene sexo, tapando las zonas estratégicamente que esto no es 'Juego de tronos', sufre un gatillazo. Y encima en el torneo el pretendiente de su sobrina le da matarile. No es de extrañar que en una orgía que se monta tras la celebración (en qué hora) no tenga mejor idea que bromear con la muerte del bebé recién nacido, algo que llega a oídos de Viserys que directamente le expulsa por bocachanclas. Si en algún momento tuvo una mínima oportunidad de llegar al trono, se la carga su supuesta hombría absurda. Daemon se va, pero volverá como Terminator y entonces habrá que estar preparado.
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