BETTY VE TELENOVELAS

Engin Akyürek, Neslihan Atagül y otras razones para conocer a 'La hija del embajador'

Repasamos todas las razones por las que no te puedes perder la nueva serie de Nova, 'La hija del embajador'.

Estreno en Nova

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Una niña asustada, un cadáver, una mujer angustiada, un hombre triste, un crimen, una boda, un reencuentro. Todos estos elementos que marcan el punto de partida de ‘La hija del embajador’ son ya suficientes para captar nuestra atención. Pero si, además, añadimos otros factores como el hecho de estar protagonizada porEngin Akyürek, el incuestionable rey de Nova tras haber conquistado a la audiencia en ‘Fatmagül’ y ‘Amor de contrabando’, y Neslihan Atagül, sin duda, esta serie está llamada a engrosar la lista de éxitos del fenómeno turco en Atresmedia.

Sancar, el dolor del abandono

En esta ocasión Engin Akyürek interpreta a Sancar Efeoglu y desde la primera secuencia deja claro su buen hacer actoral. Sin apenas decir nada ya sabemos mucho de él. Sabemos que se va a casar y que esa boda no le entusiasma demasiado. No hay ni una sonrisa, ni una mirada ilusionada. Nada. Y esa primera impresión se ve reforzada cuando lo vemos junto a su prometida. Apenas la mira y, cuando lo hace, sus ojos son gélidos. Está junto a ella, pero hay un océano entre ambos.

¿Cómo definir el estado de ánimo de Sancar? ¿Tristeza? ¿Resignación? ¿Melancolía? Tal vez una combinación de todas ellas. Está triste porque no quiere a la mujer a la que dice ‘sí, quiero’. Está resignado porque hace lo que debe hacer. Está melancólico porque recuerda otro momento, otra situación, otra novia, otro sentimiento, otra emoción.

Y toda esa tormenta emocional que contiene Sancar en los primeros compases de esta historia explota cuando ese pasado se convierte en presente. Cuando tiene ante sí a la mujer que tanto lo lastimó. Él, que no se puso de rodillas para pedirle matrimonio, la recibe años después de rodillas tras haber contraído matrimonio con otra mujer.

Pero hay otros dos momentos que nos dicen mucho de Sancar, de su amor, de su dolor, de sus contradicciones. Cuando Nare se desmaya, él no puede evitar que se golpee contra el suelo y la recoge en sus brazos. Es más, abandona su banquete de bodas para ponerla (y ponerse) a salvo de las miradas de los curiosos. Cuando la arrincona contra la pared, aparece otro Sancar. El Sancar dolido, humillado, lastimado, enfadado por 8 años de abandono.

¿Y ahora? Ahora mismo pesa más el rechazo. Ahora mismo quiere devolverle a Nare todo el dolor que ella le causó. Ahora mismo él la arroja al suelo como ella lo arrojó de su vida.

Pero, ¿qué pasará cuando pase la rabia del primer momento? ¿Seguirá sangrando por la herida o ese regreso ayudará a suturarla? ¿Cuál es el verdadero Sancar? ¿El caballeroso que evita que caiga al suelo o el violento que la echa sin contemplaciones en plena noche?

Nare, la leyenda regresa

Si a Sancar lo conocemos en el que, en teoría, debería ser uno de los días más felices de su vida, a Nare la conocemos en el que, probablemente, sea uno de los peores días de su vida.

Y, al igual que su compañero, Neslihan Atagül también deja claro su talento en su primera secuencia. Vemos ante el espejo a una mujer angustiada, asustada, desesperada, pero también decidida. Intuimos que ha cometido un crimen y descubrimos su capacidad para sobreponerse a las circunstancias más adversas.

Nare no se queda llorando en una esquina esperando lo que pueda suceder. No. Ella toma las riendas de la situación y en unos minutos toma las decisiones necesarias para proteger su bien más preciado: su hija. Nare no parece estar preocupada por lo que le pueda pasar, pero sí lo está por su pequeña. Ella no importa. Importa Melek.

Y, en esa preocupación también empezamos a vislumbrar que hay algo oculto tras ese abandono de hace 8 años. Si no le importaba Sancar, ¿por qué es el primero en el que piensa para encomendarle a su hija? Aunque sea el padre de la niña, si tan poco lo quería, si tan mal lo trató, ¿por qué busca su ayuda?

Porque de Nare sabemos bastante de su carácter e incluso de sus emociones. Todos dicen que ella se fue, pero su dolor al ver a Sancar casándose con otra mujer nos muestra que nos falta información. Y esa impresión se refuerza cuando le reprocha esa boda. Y más aún cuando comprobamos que ha conservado su “anillo” de prometida. Si fue ella la que se fue, si era ella la que no lo quería, ¿por qué ese dolor?

Y poco a poco nos vamos dando cuenta de que la que, a priori, es la mala de la historia, no es más que una víctima más. Víctima de sus propias circunstancias y víctima de la incomprensión de Sancar.

Nare regresa del pasado para poner a salvo a su hija, pero ¿será capaz de volver a irse? ¿será capaz de renunciar nuevamente al amor de su vida? ¿será capaz de hacerse entender? ¿será capaz de recuperar lo que perdió? ¿será una leyenda o será un engaño?

Melek, el vínculo indestructible

Y, en medio del torbellino desatado por el reencuentro entre Sancar y Nare está una pequeña criatura que mira con ojos asustados todo cuanto sucede a su alrededor. Melek (Beren Gençalp) entró en su casa como tantas veces lo había hecho, pero esta vez todo su mundo cambió al cruzar esa puerta. En unos minutos pasó de vivir con su madre en Montenegro a viajar a Turquía para conocer a su padre, a ese hombre al que nunca ha visto, a ese hombre que no tenía ni la más remota idea de su existencia.

Melek tiene miedo. Tiene miedo de que su madre se aleje de ella. Tiene miedo de ese país que le es extraño. Tiene miedo de ese hombre que la mira con una mezcla de sorpresa e ira.

Porque Melek es la otra gran víctima de esta historia. Ha vivido toda su vida sin su padre y la primera impresión que recibe de él no es nada halagüeña. En ese primer encuentro la pequeña paga las consecuencias de 8 años de silencio. Sancar duda de todo, duda de Nare y duda de su paternidad.

Pero, una vez que descubra que Melek es su hija, ¿cómo evolucionará esa relación? ¿Conseguirá Melek derretir el hielo que se ha formado en el corazón de Sancar? ¿Podrá Sancar ser un buen padre para Melek? ¿Será Melek la clave para que Sancar y Nare tengan esa conversación pendiente desde hace tanto tiempo?

Menekse y Gediz, ¿los damnificados?

Pero el reencuentro de Sancar y Nare no solo tiene consecuencias para los directos implicados, sino que también provoca efectos colaterales en Menekse y Gediz.

Menekse, interpretada por Tülin Yazkan, es la primera gran damnificada. Ella ya firmó el acta de matrimonio consciente de que en el corazón de su marido apenas ocupaba una milésima parte. Pero una cosa es saber eso, asumir que todos tus vecinos saben que eres el segundo plato y otra muy distinta es tener frente a frente a toda una leyenda.

Era su día. Era su noche. Era la novia. Era la esposa. Pero solo hizo falta una fracción de segundo para desaparecer por completo de la escena. Fue aparecer Nare y desaparecer Menekse. Todos los ojos se posaron en la hija del embajador. Y, lo que es peor, es que la recién llegada también acaparó la atención de Sancar. Menekse tiene una firma en un libro. Nare tiene una hija.

Pero, además, ¿puede haber algo más doloroso que tu marido te diga en la noche de bodas que no lo esperes? Eso fue a lo que se enfrentó Menekse. Y, además, ha descubierto que, si el nexo entre Sancar y Nare era legendario, ahora también es real en formato niña de 8 años.

Menekse ha estado rápida y ya ha dicho que aceptará a Melek, que será una madre para ella, pero ¿nos la creemos? ¿Es tan angelical como se presenta ante su marido o es tan autoritaria como demostró en la pre-boda?

Y si Menekse es ya una clara damnificada, Gediz (Uraz Kaygılaroğlu) va camino de serlo. Es evidente que quedó cautivado de Nare en cuanto la vio. No ha sido nada sutil en sus intentos de acercarse a la desconocida, pero ¿qué sucederá ahora que sabe que esa Nare es la Nare de la leyenda? ¿Se alejará de Nare para respetar su amistad con Sancar? ¿Se alejará de Sancar para apostar por una relación con Nare? ¿Será aliado o enemigo de la pareja?

El embajador y la matriarca

Aunque por ahora apenas tenemos pinceladas de sus personalidades, no podemos perder de vista el papel que pueden jugar el padre de Nare y la madre de Sancar o, lo que es lo mismo, el embajador y la matriarca.

Del embajador sabemos muy poco, pero ya podemos intuir mucho. Es casi seguro que no le hacía mucha gracia que toda una hija de un embajador tuviese amoríos con el hijo de un recolector de aceitunas y nos podemos imaginar su reacción cuando descubra que su nieta va a quedar a cargo de ese hombre. Pero, ¿cambiará su percepción de Sancar al saber que ahora ha pasado de empleado a empresario o seguirá pensando que no está a la altura de su estirpe?

Además, será interesante descubrir cuál es su relación con Nare. Ante un grave problema, ella no acude a él. O, mejor dicho, lo hace de una forma indirecta. Hace que le entreguen las pruebas de su delito, pero no lo busca a él. Tiene otras prioridades. ¿Por qué prefiere buscar la protección de Sancar para Melek, a pesar de lo que las circunstancias del pasado, y no deja la niña al cuidado de su abuelo? ¿Por qué confía más en la buena voluntad de un hombre que no soporta ni oír su nombre que en su propio padre?

En cuanto a la madre de Sancar, hemos visto detalles que ya nos dicen mucho. Ha sido ella quien ha elegido nuera y ha sido ella quien ha presionado a Sancar para convertir a la elegida en su nuera. Es evidente que entre madre e hijo hay una relación complicada, tensa. ¿Cómo reaccionará ante la irrupción de Nare de nuevo en sus vidas? ¿Cómo recibirá a su nieta? ¿La acogerá con los brazos abiertos como hija de su hijo o la verá como la hija de esa mujer que humilló a su hijo?

A estas alturas, los espectadores de series turcas ya sabemos que Engin Akyürek es la mejor invitación para ver una serie. También tenemos claro que Neslihan Atagül está a la altura de cualquier reto interpretativo. Hemos constatado la habilidad de los directores de casting para identificar talentos infantiles, un grupo en el que ya podemos incluir a la pequeña Beren Galçap.

Si a todo esto sumamos una historia donde la pasión se mezcla con el rencor, donde el amor se cruza con el odio, donde la mentira convive con la verdad, tenemos un buen número de razones para compartir las noches de los sábados con ‘La hija del embajador’ en Nova.

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