ESTRENO DE LA SERIE DE NETFLIX
El final de Sex Education, a examen: cinco aciertos, dos cameos sorpresa y unas cuantas lágrimas
Hemos visto en maratón la cuarta y última temporada de Sex Education y estas son las cosas que más nos han gustado. Y, sí, hemos llorado un montón con la despedida. ¡CUIDADO HAY SPOLIERS!
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La última temporada de Sex Education, la cuarta, se estrenó este jueves, 21 de septiembre, en Netflix, pero nosotros ya la hemos visto entera. Lo cierto es que da mucha pena consumir tan rápido los que serán los últimos momentos que pasaremos con Otis, Maeve, Eric y compañía, pero a la vez no podíamos esperar un segundo para ver qué les deparaba (o no) el futuro y cuáles serían sus peripecias finales. Y estamos contentos de haber disfrutado este tiempo junto a ellos, porque la serie creada por Laurie Nunn nos ha dejado una última entrega bonita, amable, honesta, reflexiva e importante, pero sobre todo, a la altura de las expectativas (siempre y cuando uno no esperase grandes proezas ni fuegos artificiales, sino tiempo de calidad con los personajes).
Para su cierre, Sex Education se escapa de la clásica forma de darle un "chimpún" en forma de graduación de los alumnos (todo un clásico en las series de adolescentes), de boda u otro evento social. En cambio, propone para cada uno de sus personajes principales (quizás demasiados y eso la hace a veces dispersa) una última trama con la que despedirles, aunque queda patente que no es lo último que les va a pasar; para ellos el final de Sex Education no es su final, ni siquiera el de su etapa de juventud, es solo la última etapa a la que asistimos como espectadores y eso nos deja un buen sabor de boca. Todos ellos siguen sus vidas, aunque pase fuera del marco de nuestro televisor. Han crecido y madurado, un poco, pero les queda mucho camino por recorrer.
ACIERTO 1: La relación de Otis y Eric
Uno de los mayores sinsabores de esta temporada es ver cómo Otis y Eric se van distanciando el uno del otro, a ratos porque sienten que no se entiende, porque quieren relacionarse con otras personas o porque tienen tremendos quilombos en sus cabezas como para pararse a dedicar a su amigo el tiempo que necesita y escucharse. Es doloroso ver como una relación de amistad tan bonita y sana se resiente, pero eso hace aún más satisfactorio asistir al reencuentro de los personajes y el fortalecimiento de su vínculo. La escena de los dos jugando a la consola, tan sencilla, tan cotidiana, nos calienta el corazón como pocas.
ACIERTO 2: El sueño de Maeve
Si alguien ha tenido una buena trama en esta temporada, esa ha sido Maeve. Su salto a Estados Unidos al final de la temporada pasada se antojaba un final feliz para ella, pero en la vida las resoluciones nunca son tan mágicas. Maeve tiene que enfrentarse a su síndrome de la impostora y a su baja autoestima, consecuencia de su dura infancia, pero al final es capaz de darse cuenta de lo fuerte que es y lo mucho que quiere luchar por su sueño, aunque no llegue a la primera de cambio. Su trama de crecimiento está también relacionada con la herencia emocional de su hermano y su madre, y de soltar lastre, lo cual queda muy bien reflejado. Como decíamos antes, no hay un final cerradísimo para ella: intuímos que tiene talento y posibilidades para convertirse en una autora de éxito, pero todavía no ha llegado. En nuestra mente, claro, lo conseguirá.
ACIERTO 3: El posparto de Jean
En una temporada de Sex Education en la que el sexo pasa a segundo plano (los pocos polvos que vemos son, curiosamente, de personajes secundarios y los consultorios de Otis y O funcionan más como guerra que como fuente de salseos sexuales) para centrarse más en la salud mental, es interesante que no se pierda la oportunidad de reivindicar ciertas cuestiones. Una de ellas es la depresión posparto de Jean, un personaje que siempre ha sido voz de la razón y pozo de sabiduría y de quien ahora vemos un lado más vulnerable. Comprendemos mejor quién es y cuáles son sus flaquezas y es precioso ver cómo aprende a pedir ayuda. También, se reivindica quitar el estigma a la perimenopausia. Dos buenos puntos.
ACIERTO 4: La evolución de Adam y Michale
Un error común de muchas series es tener a un villano al que luego se le trata de incorporar al elenco principal y para ello se le perdonan mágicamente todos sus errores y perrerías (ver: Gorka de 'Física o Química'). Y con Adam pasó un poco eso cuando fue transformado de abusón de Eric a su interés amoroso; por ello, es de agradecer que la serie haya dado un paso atrás y le haya dado al personaje, y a también a su padre, Michael, el espacio y el tiempo necesarios para evolucionar. Eric y Michael están, ambos, solos y aislados en una desdicha de la que ellos mismos son los únicos responsables. Y los dos se han dado cuenta de ello y tienen propósito de enmienda. Poniendo eso sobre la mesa, es más armoniosa su transición hacia la bondad, piano piano. Sí, al final les hemos querido un montón.
ACIERTO 5: El final no-feliz-pero-sí de Otis y Maeve
Como en tantísimas otras ficciones, Sex Education tenía una pareja principal cuyos dimes y diretes nos han tenido en vilo durante toda la serie. Hablamos, por supuesto, de Otis y Maeve y de un amor imposible que consiguió no serlo hasta que un océano se puso entre medias de los dos. Y aunque al espectador de comedias románticas el cuerpo le pida un gran gesto de amor, un chico cogiendo un avión y cruzando el mundo para un último beso, la resolución de su trama es más humana, más realista y más bonita. Aceptar que uno debe dejar ir a la persona que quiere, que siga su propio camino, es uno de los gestos de amor más grandes que se pueden hacer y eso es lo que hace Otis por Maeve.
LOS CAMEOS: Hannah Gadsby y Jack Gleeson
La cuarta temporada de Sex Education, a pesar de tener muchísimos personajes de los que ocuparse, apuesta por incluir nuevas caras. La mayoría, en el instituto Cavendish, pero no solo ahí. La jefa de Jean en la radio no es otra que Hannah Gadsby, la humorista australiana a la que conocimos como secundaria de Please Like Me y que luego se hizo mundialmente famosa por su monólogo Nanette (si todavía no lo has visto, corre, que está en Netflix). El otro cameo que nos ha hecho saltar del sofá señalando la tele como el meme de Leonardo DiCaprio ha sido el de Mo El Chungo, interpretado por Jack Gleeson, casi irreconocible con esas pintas de fumeta. No es otro que el actor que dio vida a Joffrey Baratheon en 'Juego de tronos', quien, por cierto, dejó durante un tiempo la interpretación por la enorme repercusión que tuvo aquel rol y decidió dedicarse a su vida familiar. Nos alegra que esté de vuelta.
Y LAS LÁGRIMAS
Y, por último, las lágrimas que hemos derramado. Cada espectador habrá tenido su momento especial, pero no dudamos que en más de una ocasión a todos nos han tocado la patata. Por supuesto, el funeral del sexto episodio es una ocasión inevitable para el llanto, pero hay muchas otras oportunidades: los problemas de Cal con su transición, el discurso de Eric en la ceremonia de bautismo, la sesión de fotos de Aimee para gestionar su trauma o, claro, ese plano de Otis mirando por la ventana mientras la cámara (y con ella nosotros) se aleja.
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