BETTY VE TELENOVELAS

'Mi hija', todas las claves del éxito de la serie de Öykü, Demir y Candan

Una niña con uniforme escolar, una mochila azul con alas blancas, una maleta amarilla y un susurro constante y continuo con las estaciones de metro de Estambul. Probablemente esa sea la primera imagen que se nos viene a la cabeza al pensar en Öykü, la pequeña protagonista de 'Mi hija'. Así fue como la conocimos y como empezamos a quererla.

'Mi hija'

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Ahora, en el momento de decirle adiós, nos queda la satisfacción de haberla acompañado en un camino que ha tenido bastantes rosas, pero también muchas espinas. La conocimos sola, enferma y con pavor a ser abandonada. Ahora la despedimos rodeada del calor de una gran familia que, sin duda, tomará nuestro relevo a la hora de cuidarla, protegerla y quererla.

Öykü, de mocosa a princesa

Los que conocimos a Beren Gökyildiz como la Melek-Turna de 'Madre' sabíamos desde que escuchamos por primera vez la sintonía de 'Mi hija' que Öykü nos iba a cautivar. Este nuevo personaje no ha hecho más que confirmar lo que ya sabíamos: el incuestionable talento de esta pequeña gran actriz.

Con Öykü hemos vivido un sinfín de emociones. Sentimos su angustia cuando abrió la puerta de su casa y encontró solo una maleta amarilla y una carta. Sentimos su esperanza cuando cruzó su mirada con aquel desconocido que le dijeron que era su padre. Sentimos su miedo a no ser aceptada como esa hija pródiga surgida de la nada. Sentimos su esfuerzo por evitar que Candan los rechazara al saber las intenciones originales que los llevaron a su casa. Sentimos su angustia a ser rechazada si se conocía su enfermedad.

Así es la familia de Öykü a través de sus ojos: “Tengo la mejor del mundo”
Así es la familia de Öykü a través de sus ojos: “Tengo la mejor del mundo” | antena3.com

Todo eso nos hizo sentir esa niña que, poco a poco, fue tejiendo a su alrededor una importante red de cariño. Candan nunca dudó en tenderle la mano a esa niña indefensa y no tuvo reparo en abrir su casa a un par de desconocidos para proteger a esa criatura. Mufide se convirtió automáticamente en su abuela adoptiva.

Pero el gran reto de Öykü fue entrar en el corazón de Demir. Él la aceptó por interés, para esquivar la cárcel. Y, justo es decirlo, nunca ocultó que no tenía ni la más mínima idea de cómo cuidar a una niña, pero Öykü no necesitaba que la cuidaran. Pese a su edad, era casi autosuficiente. No solo sabía cómo llegar sin perderse al colegio, sino que hasta se defendía con bastante soltura en la cocina.

Öykü lo que necesitaba era cariño. Öykü necesitaba un hogar. Daba igual que fuera el apartamento caótico y desordenado de Demir, la casa de Candan, la habitación de un hostal o hasta una tienda de campaña. Donde hubiera amor, allí tenía Öykü su hogar.

Y precisamente perder ese hogar era el gran miedo de Öykü. Por eso ocultó todo cuanto pudo su enfermedad. Porque no quería que la historia se repitiera. No

quería abrir un día la puerta y encontrarse otra vez el vacío, la soledad, el abandono.

Pero, a veces, la vida es justa y devuelve lo que se le da. Öykü dio amor y cariño a todos cuantos la rodeaban y amor y cariño recibió de todos cuantos la rodeaban.

Demir, de truhan a señor

Si Öykü nos cautivó desde el primer segundo, nuestra primera impresión de Demir no fue tan positiva. Aceptó a regañadientes su paternidad y sus primeros pasos como padre no fueron especialmente halagüeños. Demir era un truhan acostumbrado a sobrevivir con sus chanchullos y en esa vida de cuestionables negocios no había espacio para educar a una niña.

Eso sí, aunque no tenía ni la más remota idea ni de cómo preparar una infusión para la garganta, Demir nunca desatendió a Öykü. No sabría cuidarla, pero, desde luego, nunca la maltrató. Y, a su manera, fue aprendiendo a ser padre.

Buğra Gülsoy es Demir en 'Mi hija'
Buğra Gülsoy es Demir en 'Mi hija' | antena3.com

Aprendió a comprarle un vestido bonito y unos zapatos a juego a su niña. Aprendió a decorarle una habitación de princesa. Aprendió a recordarle todos los días lo que podía y, sobre todo, lo que no podía hacer al llegar al colegio. Aprendió que el cuento del niño rubio era una cita nocturna ineludible.

Y, sobre todo, aprendió a querer. Aprendió el significado de la palabra familia. Aprendió lo que era no estar solo.

No fue un camino fácil. Desde que Öykü llamó a su puerta, Demir vivió los momentos más felices de su vida, pero también los más duros y dolorosos. Él estaba acostumbrado a arreglárselas, a vivir el día a día; pero ese estilo de vida es incompatible con la paternidad. Uno no puede estar coqueteando todos los días con una posible visita a la cárcel cuando es responsable de una niña.

Y Demir tomó el camino correcto, aunque a veces ese camino tuviese algunas curvas. Buscó trabajo de lo que fuese con tal de poder pagar el alquiler y, sobre todo, las medicinas.

Porque la enfermedad de Öykü fue el punto de inflexión definitivo. Demir ya había aceptado su nueva condición de padre, pero la enfermedad de su hija no hizo más que reafirmar su compromiso con la familia que acababa de crear.

Y, así, paso a paso, trabajo a trabajo, esfuerzo a esfuerzo, sacrificio a sacrificio, Demir fue encontrando el camino correcto y los espectadores nos emocionamos y preocupamos a partes iguales en ese recorrido.

Demir fue la salvación de Öykü, pero, sin duda, Öykü también fue la salvación de su padre porque fue ella y solo ella quien logró que dejara atrás los malos pasos y se volcara en una vida tranquila y decente.

Además, 'Mi hija' también ha supuesto descubrir un registro diferente de Buğra Gülsoy después de haberlo conocido como uno de los violadores de ‘Fatmagül’.

Candan, de víctima a mamá

A Demir le costó encontrar acomodo a Öykü en su vida, pero Candan (Leyla Lydia Tuğutlu) encajó a la perfección con esa niña desde el primer momento. Tal vez fuera el recuerdo de su hermana fallecida o tal vez fuera un repentino instinto maternal, pero lo cierto es que Candan fue el mejor apoyo para la pequeña.

Candan en 'Mi hija'
Candan en 'Mi hija' | antena3.com

No solo le dio cobijo en su casa, sino que siempre estuvo a su lado. Es más, hasta fue capaz de poner en peligro su matrimonio con tal de conseguir que Murat no pusiera más impedimentos de los imprescindibles al tratamiento de Öykü.

Porque Candan no solo ha sido una madre para Öykü, sino que también ha sido la mejor compañera para Demir. En un principio, su nexo de unión era el bienestar de la niña. De hecho, su matrimonio fue solo un trámite para poder conseguir la custodia de su hija.

Pero hubo algún momento indeterminado en que el trámite se convirtió en una realidad, en que el papel se convirtió en una emoción. Eso sí, la testarudez de ambos y su incapacidad para hablar de sus sentimientos nos hicieron esperar demasiado a ver esta pareja dispuesta y decidida a "ver la televisión".

Una familia numerosa

Öykü empezó esta historia sola, pero la ha acabado rodeada de una amplia y numerosa familia que la arropa incondicionalmente. Tiene a su abuela Mufide, que siempre se ocupa y preocupa de que su niña lleve su tupper perfectamente abastecido, pero también tiene a sus tíos.

Su tío Ugur fue el primero que cayó bajó el encanto de Öykü. Fue el primero que vio que ella era la mejor solución a los problemas de Demir y también el primero que comprendió que esa niña necesitaba un hogar. De Ugur hay poco malo que decir, salvo que tiene un irresistible imán para los problemas o, mejor dicho, para los malos entendidos. Ha pisado incontables charcos, pero nada enturbia su inmenso corazón y, sobre todo, su absoluta lealtad hacia Demir.

Cada vez que había un problema, Ugur estaba ahí, dispuesto a recibir golpes, balas o lo que hiciera falta con tal de proteger a su hermano. Ha sido causa de algunos dolores de cabeza, pero también ha sido incondicional. Ugur siempre ha estado cuando lo han necesitado y nunca ha pedido nada a cambio.

Del tío Cemal habría mucho que decir. Aunque se ha convertido en uno más de la familia, nos cuesta olvidar todo el sufrimiento que les (y nos) causó. Cemal vivió demasiado tiempo en el rencor, en el odio y también en la envidia. Mientras que sus amigos seguían con sus vidas, él vivía en la cárcel. Mientras Demir recibía la buena nueva de que era padre, él volvía a revivir el engaño de Asu.

Pero Cemal supo rectificar a tiempo. Asumió su error y se convirtió en el salvador de Öykü, quien le debe literalmente la vida.

Sin embargo, para quienes aún lloramos el destino del comisario Sinam de 'Madre', 'Mi hija' ha sido la oportunidad de vivir todas las escenas que no pudieron compartir entonces Serhat Teoman y Beren Gökyildiz. Sinam no pudo ser el padre que Turna necesitaba, pero sí ha sido un tío ejemplar para Öykü.

Y esa gran familia tiene otros integrantes fundamentales. La profe Sevgi convertida por obra y gracia del matrimonio en una tía más. Mertcant, ese amigo incondicional que no duda en apoyar a Öykü pese a la guerra fría que le tiene declarada el celoso Demir. Y hasta Ilaida ha reconocido el buen corazón de la hasta hace poco su compañera menos apreciada.

También habría que hablar de otros personajes como Asu o Murat, pero la primera decidió por sí misma que estaba mejor fuera de esta historia y el segundo se ha ganado a pulso que absolutamente todos lo ignoremos por su mal perder y, sobre todo, por haber caído tan bajo como para poner en peligro la vida de una niña con tal de salirse con la suya.

En definitiva, con 'Mi hija' hemos vivido mil y una emociones. Nos ha enternecido la sonrisa de una niña que solo aspiraba a ser querida. Nos ha cautivado un romance nacido de un compromiso vital por proteger a una niña. Nos ha angustiado una enfermedad que nos hizo temer lo peor. Nos ha emocionado una amistad a prueba de mentiras, engaños y confusiones.

Cuando dentro de un tiempo pensemos en 'Mi hija', recordaremos a una niña con una mochila azul que superó todos sus miedos cuando encontró un hogar y a un hombre que aprendió a querer gracias a una mocosa que le enseñó que otra vida era posible. Pero, sobre todo, recordaremos que, conceptos como familia o amistad son sinónimos de esperanza y felicidad.

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