BETTY VE TELENOVELAS

'Inocentes': Inci, un paréntesis de luz en medio de la oscuridad

Analizamos lo ocurrido con Inci y Han en el último e impactante capítulo de 'Inocentes', el fenómeno de Antena 3.

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Poco imaginábamos la primera vez que atravesamos las puertas del apartamento de los 'Inocentes' ('Masumlar Apartmanı') todas las emociones que íbamos a vivir entre sus cuatro paredes. Poco imaginaban Han e Inci que aquel accidente que tuvieron aquella noche iba a suponer un antes y un después en sus vidas y que otro accidente iba a dejar sus sueños, ilusiones y esperanzas esparcidos por el asfalto de una solitaria carretera. Poco imaginábamos ellos y nosotros que la irrupción de Inci en la vida de los Derenoğlu iba a ser tan sólo un paréntesis de luz en la oscuridad.

Un portal icónico

La primera vez que cruzamos ese icónico portal nos invadió una sensación extraña. Era una combinación de angustia, agobio, claustrofobia y un penetrante olor a lejía. Cuando nuestro olfato se fue acostumbrando al olor a desinfectante, fuimos descubriendo nuevas emociones: miedo, tristeza, desesperación.

Y así, capítulo a capítulo, fuimos pasando de los recelos iniciales a la imperiosa necesidad de saber más. De saber por qué Gülben tenía que cambiar las sábanas a diario. De saber por qué Safiye tenía que lavar cada garbanzo cuatro veces. De saber por qué Han apretaba los dientes cada vez que entraba en su casa hasta dolerle la mandíbula.

Cuando fuimos obteniendo respuestas a todas esas preguntas, la curiosidad se convirtió en cariño, afecto y, por qué no decirlo, cierta compasión. Nació en nosotros la necesidad de acompañarlos, de ayudarlos, de abrazarlos, de darles todo el amor del que habían carecido.

Y en ese camino nos acompañó Inci (Farah Zeynep Abdullah), que puso todo de su parte para ayudarles a salir de ese pozo de autodestrucción y destrucción colectiva en el que los sumieron su madre, la vida, el destino y las circunstancias.

Inci, la esperanza

Al igual que a Inci, Han (Birkan Sokullu) nos deslumbró con su porte de caballero andante, con su educación exquisita, con sus sorpresas, con sus detalles. Todas queríamos que nos regalara un globo rojo y que nos comprara unas chocolatinas. ¿Cómo no comprender a una Inci deslumbrada por ese dios griego? Ella venía de una tormentosa relación con un alcohólico y, ante eso, Han era todo un príncipe azul. Era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo.

Sin embargo, las dudas no tardaron en aparecer. El envoltorio de Han era perfecto, pero nunca dejaba mostrar del todo su interior. Cuanto más quería saber Inci de él, más hermético se volvía. Siempre había un muro invisible entre ellos. E Inci lo sabía. Intuía que Han le ocultaba una parte de sí mismo.

Al principio, ella pensó que se debía a los traumas de su infancia. Y es lógico que pensara eso. Inci descubrió relativamente pronto las obsesiones de Safiye y Gülben. Si ellas tenían esos problemas, es razonable pensar que Han también cargaba con una pesada mochila emocional desde su infancia.

El problema de Inci es que siempre iba un paso por detrás. Cuando ella pensaba que las obsesiones de Safiye y Gülben eran el mayor problema, nosotros ya conocíamos las excursiones nocturnas de Han al basurero. Cuando Inci descubrió la comodidad que su marido sentía rodeado de basura, nosotros ya conocíamos su lado más oscuro.

Y ese lado más oscuro fue el que Inci tardó demasiado en ver aunque las evidencias estaban ante sus ojos. Han no daba miedo porque abandonara la cama matrimonial en las noches para recoger basura. No. Han daba miedo cada vez que se enfadaba porque le costaba controlar su ira. Han daba miedo cada vez que intuía una amenaza en el horizonte porque la neutralizaba con todas las armas a su disposición. Han daba miedo cada vez que chantajeaba emocionalmente a su mujer insistiendo una y otra vez en que ella era su última esperanza y que sin ella moriría.

Aunque tuvo momentos de debilidad, cada vez que descubría una nueva cara de su marido, Inci siempre estuvo ahí. Soportó su obsesión por protegerla de todo y de todos. Toleró sus escapadas nocturnas. Aguantó las incontables normas y prohibiciones de sus cuñadas. Siempre se mantuvo firme en sus sentimientos. Siempre apostó por su matrimonio. Siempre apostó por la familia. Siempre apostó por la esperanza.

Hasta que un día la realidad la golpeó con fuerza en toda la cara. Hasta que descubrió que para Han el fin justifica todos los medios. Hasta que descubrió hasta donde era capaz de llegar ese hombre al que nunca terminaba de conocer. Hasta que tuvo miedo de estar en la misma habitación que él.

Pero, aún así, apostó por la esperanza. La esperanza era ese bebé que podía ser la salvación para los dos. Han no pudo cambiar por Inci, pero tal vez sí lo hiciera por su hijo. Tal vez fuera capaz de enfrentar todos los demonios que lleva dentro con tal de evitar que su bebé pasase el mismo calvario que él, que sufriera lo mismo que él. Y para Inci también suponía la esperanza de formar esa familia que ella nunca tuvo. Ese bebé tendría el hogar que ella no tuvo.

Ironías del destino. Un accidente los unió y un accidente los separó. Pero, además, ese accidente los llevó al punto de partida. No al momento de Han pre-Inci. No. Los llevó mucho más atrás. Los llevó al instante en el que Inci perdió a su madre en otro accidente en otra carretera. Los llevó al instante en el que el padre de Han perdió al amor de su vida y a su hijo favorito en otro accidente en otra carretera.

La catarsis de Han

Inci se ha ido sin perdonar a Han, pero se ha ido amándolo profundamente. Y eso es lo Han necesitaba porque es lo que nunca ha tenido. Quizá por eso se enamoró de Inci desde el primer momento. Porque ella lo cuidó con cariño aquella noche en el hospital, porque se preocupó por él, porque no lo dejó solo.

Entre los muchos traumas de Han destaca su miedo atroz a ser abandonado. Por eso hacía cuanto podía para retener a Inci a su lado. Han siente que todas las personas a las que ha querido lo han abandonado, lo han dejado atrás, no han sido capaces de quererlo tal y como era. Por eso Inci ha sido tan importante en su vida. Porque ella sí se quedó. Porque ella lo quiso aún conociendo todas sus sombras.

Ahora la duda está en saber cómo gestionará este nuevo abandono. ¿Cómo gestionará su duelo? ¿Cómo vivirá sin Inci? Las primeras impresiones son algo contradictorias, pero Han es en sí mismo una contradicción.

Aparece despreocupado, casi alegre, como si nada le afectara, como si hubiera roto definitivamente con el pasado. Si esto es así, habrá que reconocer el mérito del tratamiento recibido. Seguro que Inci estaría feliz de saber que Han recibió la ayuda profesional que tanto necesitaba.

Pero, ¿es real ese nuevo Han o no es más que una nueva máscara con la que ocultar al verdadero Han? ¿De verdad ha superado la pérdida del amor de su vida? ¿De verdad ha dado la espalda definitiva a su familia?

Safiye y Gülben, ¿en el punto de partida?

La irrupción de Inci en la vida de Han también tuvo consecuencias en Safiye y Gülben. Y ellas, al igual que nosotros, también pasaron por varias fases.

Al principio, el rechazo era total y absoluto. ¿Cómo olvidar la ira de Safiye (Ezgi Mola) la primera vez que Inci puso los pies en el portal? El problema no era Inci. El problema era lo que significaba Inci. Era una amenaza al statu quo que Safiye había logrado instaurar. La familia estaba bien como estaba e Inci era un peligro real para esa estabilidad porque podía llevarse a Han. Porque Safiye también tiene miedo al abandono, a la soledad y, sobre todo, al dolor de sus hermanos. Safiye puede recibir todos los golpes, todas las humillaciones, pero no soporta ver sufrir a sus hermanos. Y sabía que Inci podría hacer sufrir a Han si al final se iba.

Pero Safiye también supo reconocer que Inci hacía feliz a su hermano y por eso fue a buscarla. Por eso intentó poner de su parte para que el matrimonio funcionara. Por eso la aceptó en su casa. Por eso la dejó entrar en su cocina.

Pero, además, Inci también se ganó por sí misma la confianza de su cuñada. Respetó todas las normas. Y, además, le tendió su mano para ayudar a Naci.

Y, sobre todo, Inci vio a Safiye como era, como una persona enferma. Para Inci Safiye no era ni una histérica, ni una maniática, ni una autoritaria. Safiye era una persona enferma que necesitaba mucho cariño, mucha comprensión, mucha paciencia y mucha ayuda.

Y, ahora mismo, Safiye está falta de todo eso. Inci se ha ido. Naci se ha ido. Han se ha ido. Safiye se ha quedado sola como cabeza de familia y, encima, todas sus obsesiones se han agudizado. La soledad y el abandono le han pasado factura y ahora hasta el agua que antes le daba tranquilidad y consuelo se ha vuelto el peor de sus enemigos.

En cuanto a Gülben (Merve Dizdar), sigue demostrando que puede ser una mujer frágil, pero no es débil. Se ha echado sobre los hombros la responsabilidad de cabeza de familia en la sombra. Safiye dirige y ordena, pero Gülben es la que organiza a escondidas. Es la que ayuda a Neriman a asearse como corresponde. Es la que facilita que Hikmet reciba una alimentación adecuada, aunque sea en casa de los vecinos. Es la que renuncia a su propia felicidad para cuidar de su familia.

Es curioso. Al final Gülben ha cumplido la promesa que hizo a Inci en una de sus crisis más graves con Han. Fue a buscarla para pedirle que volviera, que ella mejoraría y se encargaría del cuidado de su familia para que Inci y Han pudiesen hacer su vida al margen de ellos. Han e Inci no han tenido esa oportunidad, pero Gülben está cumpliendo su parte del trato.

Sin duda, Inci ha sido determinante en la vida de los Derenoğlu. Llegó como un huracán desequilibrándolos a todos, pero después se convirtió en una más. Cruzó la puerta aceptando y asumiendo las pautas de comportamiento familiares. Guardó silencio sobre todos y cada uno de sus secretos más ocultos. Tendió su mano para ayudarlos cada vez que lo necesitaban.

Y con su actitud, con su cariño, con su comprensión, les demostró que podían mostrarse tal cual eran sin miedo a ser rechazados. Les demostró que el mundo exterior no era necesariamente hostil. Les demostró que podían tener una vida normal. Les demostró que podían ser amados. Les demostró que aún tenían esperanza.

Pero ahora Inci se ha ido, ¿conseguirán los Derenoğlu mantener vivo su legado? ¿Podrán conservar la esperanza?

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