BETTY VE TELENOVELAS
Marta, Begoña, Luz y otras mujeres precursoras del 8-M en Sueños de libertad
Las mujeres son un eje fundamental en Sueños de libertad y un día como el 8-M es la mejor ocasión para reconocerlas como precursoras de las reivindicaciones feministas.

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El 8-M es un día para celebrar todo lo que las mujeres hemos conseguido, para recordar todo lo que aún está pendiente y para reflexionar sobre esas mujeres que lucharon por la igualdad, la equidad y la paridad cuando esos conceptos no estaban casi ni en el diccionario.
En Sueños de libertad son varios los personajes femeninos que nos muestran las dificultades de unos tiempos en los que los derechos de las mujeres eran poco más que una quimera. Sin embargo, las mujeres de la colonia De la Reina, sin saberlo, nos muestran las bases sobre las que se cimentó nuestro presente.
Y, además, ver su realidad, sus problemas, sus circunstancias nos hacen comprender cuánto camino se ha recorrido ya y lo difícil que lo tuvieron nuestras antecesoras para poder hacer cuestiones tan cotidianas hoy como estudiar en la universidad, gestionar nuestro dinero o amar en libertad.
Profesionalidad femenina

Marta de la Reina (Marta Belmonte) es un buen ejemplo de todos los obstáculos que tenían las mujeres a mediados del siglo pasado para ser respetadas en el ámbito laboral.
A pesar de los beneficios intrínsecos a su apellido, Marta también ha tenido que enfrentar dudas, comentarios maliciosos y gestos de mal gusto. Todos dudaron de su capacidad para asumir la dirección de la empresa, pero demostró que estaba más que cualificada para ejercer el cargo. De hecho, incluso ha conseguido lo que muchos de sus parientes masculinos no han logrado: frenar los planes de Jesús para mangonear a su antojo en la empresa.
Si la capacidad de Marta, con todas las ventajas de ser parte de una familia empresarial, ha sido continuamente cuestionada, ¿qué tendrían que soportar todas las mujeres que no tenían un apellido de relumbrón para hacerse respetar?

Otro ejemplo de mujer profesional es Begoña (Natalia Sánchez). En teoría, tiene todo lo que una mujer podía desear según las convenciones sociales del momento: un buen matrimonio (aunque sea un desastre). Sin embargo, Begoña necesita algo más que estar sentada en el sofá tomando café y leyendo revistas y no ha dudado en poner su formación de enfermera al servicio de la empresa familiar.
Pero esa decisión también nos ha mostrado otra dura realidad de las mujeres de aquellos años. Begoña trabaja duramente en el dispensario, pero su nómina es transferida directamente a una cuenta que gestiona su marido. Es decir, si Jesús decide que Begoña no vea un duro de su sueldo, ella no puede hacer nada.
De hecho, ya fuimos testigos de esa afrenta. Jesús utilizó a su antojo la herencia de su mujer y se negó a darle dinero como "castigo" a su desamor. Tuvo que ser Marta quien salvase la situación dándole a su cuñada dinero en efectivo. Si una mujer de la posición y la formación de Begoña tenía que sufrir ese maltrato, ¿qué pasaría con quienes no tenían sus recursos?

Otra gran profesional en Sueños de libertad es Luz (Carolina Lapausa), la mejor doctora que ha podido tener Perfumerías De la Reina, aún sin título académico. Y aquí tenemos otro ejemplo de lo que ahora es cotidiano y hace años era una excepción: que las mujeres pudieran acceder a la universidad con las mismas facilidades que los hombres.
Luz ha demostrado que le sobran conocimientos y capacidad para ejercer la medicina, pero las puertas de la facultad estaban cerradas a cal y canto para una huérfana pobre y sin apellido.
Amar sin libertad
En el ámbito sentimental, las protagonistas de Sueños de libertad también tienen que luchar contra una sociedad donde deciden los prejuicios.

Begoña casi es asesinada por su marido, que, además, la drogó y violó, pero debe callar porque ella también puede acabar en la cárcel. ¿Su crimen? El adulterio. ¿Su realidad? Haberse enamorado de otro hombre. Y, por supuesto, no podemos pasar por alto que Jesús recurre a una estrategia que, por desgracia, sigue vigente en la actualidad: utilizar a su hija para retener a su mujer.

Marta y Fina también son unas delincuentes por el mero hecho de haberse enamorado. Hoy se casarían y formarían una familia, pero Marta está preparando su boda con un hombre para evitar los rumores mientras que Fina queda relegada a la más profunda oscuridad.
En aquellos tiempos las mujeres tenían que enfrentar un enemigo tan invisible como poderoso: el qué dirán. Marta y Fina podrían acabar en la cárcel, pero otras también sufren el pánico de ser objeto de habladurías. María ha preferido poner en peligro su vida con tal de no ser señalada por haber sido repudiada y tener un hijo sin padre y Claudia fue durante una buena temporada casi una apestada en la colonia por haberse quedado embarazada estando soltera.
Eso sí, las #Mafin han conseguido algo fundamental: una red de seguridad que las entiende y las protege. Sus familias y sus amigos, después de la sorpresa inicial, han asumido, a su manera, la normalidad de su relación aunque de puertas para fuera solo sean buenas amigas que comparten mucho tiempo juntas.
La relación de las #Mafin nos muestra que en el Toledo de mediados del siglo pasado ya existía la sororidad. Begoña y Luz apoyan a Marta mientras que Carmen y Claudia hacen lo mismo con Fina. Entre todas, se cuidan, se protegen y se ayudan en la ardua tarea de demostrarle al mundo que son plenamente capaces para tomar sus decisiones, vivir sus emociones y gestionar sus vidas sin la tutela de ningún hombre.
Queda mucho por hacer, pero viendo a las mujeres de Sueños de libertad comprendemos cuánto se ha hecho ya y, sobre todo, nos hace valorar el esfuerzo de
aquellas precursoras que, teniéndolo absolutamente todo en contra, lucharon sin descanso por hacerse ver y oír.
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