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ENTREVISTA

"Lo más complicado al adaptar 'El Tiempo entre Costuras' fue que no decepcionáramos a los seguidores de la novela"

En las jornadas organizadas por el Sindicato de Guionistas ALMA participaron los responsables de la adaptación de la novela de María Dueñas para la serie de Antena 3. Alberto Grondona y Susana López Rubio explicaron a los presentes el proceso de adaptación de un best-seller para no decepcionar a los miles de lectores.

-El Tiempo entre Costuras

Alberto Grondona (izq.) y Susana López Rubio en la mesa redonda de 'El tiempo entre costuras' del sindicato de guionistas ALMAAntena 3

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PREGUNTA: ¿Cómo explicaríais a un espectador cual es la función de un guionista en una serie?
RESPUESTA: Nosotros nos inventamos que es lo que pasa en cada capítulo de la serie y luego qué es lo que dice cada uno de los personajes. Todo lo que pasa en un capítulo de una serie antes un guionista ha escrito todo, los actores no se inventan los diálogos (risas).

P: ¿Cómo acabasteis siendo guionistas?
Alberto Grondona: De pequeño escribía mis historias y siempre me ha gustado escribir. Al principio quería ser escritor y luego fui evolucionando hacia el cine. Luego quise ser director de cine, pero un día me vi a las 4 de la mañana cortando el tráfico para un rodaje y dije: “esto no es lo mío, lo que realmente me gusta es escribir”.
Susana López Rubio: Mi historia es menos épica. A mí, desde muy pequeña, me encantaba el cine y la tele, veía ‘V’ y me parecía lo mejor del mundo. Empecé a estudiar Comunicación Audiovisual porque me gustaba el cine y la tele, pero no sabía hacia dónde tirar. Hice el primer curso de guion en Alma (Sindicato de Guionistas) y no se me dio mal así que me dediqué a esto (risas).

P: ¿Qué es lo que más os gusta de vuestro trabajo?
AG: A mí todo. Me encantan las series y me gusta mucho imaginar, fabular, para mí escribir guiones es jugar y me parece que es un lujo que te paguen por jugar, por inventarte cosas, que te den unos personajes y crear historias… Me parece una maravilla. Otra de las razones por la que soy guionista es por no estar en un plató, que para mí es un horror (risas).
SLR: Me gusta todo de mi profesión. Desde tener la página en blanco y ponerte a escribir a ver el producto acabado. No hay en una parte del proceso en la que no disfrute.

P: ¿Cómo es la adaptación de una obra literaria a un guion de televisión?
SLR:
La clave es no traicionar el espíritu del libro, que no significa trasladarlo literalmente. Lo que hay que hacer es mantener la esencia. 
AG: Una vez que captas la esencia de la novela, simplemente es respetarla y buscar la manera de ser lo más fiel posible a lo que se ha contado en la novela.

P: ¿Qué tuvo 'El tiempo entre costuras' para triunfar entre el público?
AG:
Cuando se habla del éxito de ‘El tiempo entre costuras’ es un conjunto de muchas cosas. Nosotros ya partíamos de un éxito que era la novela, y todo fue sumar presupuesto, un buen equipo de guionistas, de realización, sumar, sumar, sumar… Las adaptaciones son apuestas arriesgadas de las cadenas y que se tienen que hacer más.
SLR: ¿Quién puede adivinar si una serie triunfará o no? 

P: ¿Qué fue lo más complicado de llevar el libro a la televisión?
SLR:
Lo más difícil dejar claro desde el principio el elemento ‘espionaje’ que en el libro entraba un poco tarde. Pero creo que lo más complicado fue que no decepcionáramos a los seguidores de la novela. Además, que hubiera dificultades molaba, era muy divertido.
AG: Pero también es verdad que, aunque entraba tarde, luego nos dio pie a otras tramas como cuando el personaje de Peter Vives se cuela en la casa del nazi a robar los documentos. También nos condicionaba mucho la época, teníamos la ayuda de María Dueñas, pero teníamos que evitar fallos de documentación. Recuerdo que tenía una secuencia que tenía que escribir en la que Sira dejaba la habitación del hotel, pero no quería que nadie supiera que se había marchado. Yo escribí: “y cuelga un cartelito de ‘No molestar’ en la puerta de la habitación”. Me paré a pensar y a buscar y descubrí que esos carteles no existieron hasta los años 50-60 y tuve que averiguar cómo era el funcionamiento de los hoteles de la época. Fue un trabajo intenso de documentación, al final conseguí hablar con una amiga que tiene un hotel que me contó que en aquella época lo que existían eran una camareras de planta que las llamabas con una campanita y les pedías que te arreglaran la habitación.

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