BETTY VE TELENOVELAS
'Mi corazón insiste' en ver cada tarde a Carmen Villalobos y Jencarlos Canela en Nova
Han bastado unos pocos días para comprobar que'Mi corazón insiste' no es una telenovela al uso. Han bastado unos pocos días para comprobar que la historia protagonizada por Carmen Villalobos y Jencarlos Canela ofrece ese "algo más" que consigue que los espectadores nos sorprendamos, nos emocionemos y nos citemos cada tarde con ellos.
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Un ritmo trepidante
Aunque de primeras 'Mi corazón insiste' reúne todos los ingredientes típicos y tópicos del género (chico rico y chica humilde enamorados contra todo y contra todos), el ritmo no tiene nada de convencional ni tradicional.
En el primer capítulo no solo conocimos a los protagonistas, sino que además fuimos testigos de una casi boda, de una separación forzosa, vimos a la chica en la cárcel, al chico a punto de casarse con la tercera en discordia y un buen número de acontecimientos más. Es decir, lo que generalmente daría para varios capítulos, aquí lo vivimos en poco menos de una hora.
Y desde entonces ese ritmo no ha hecho más que acrecentarse. El primer capítulo no fue un espejismo, no fue una brillante estrategia para captar la atención del espectador. No. Los siguientes tampoco han pisado el freno: una reconciliación, la revelación de varios secretos del pasado, un accidente aéreo, amnesia, varias muertes…
Lola, un volcán de emociones
Y en el centro de todos los acontecimientos está Dolores (Lola) Volcán, que, como bien indica su apellido, es un auténtico volcán de emociones.
La conocimos como una adolescente a la fuga, dispuesta a dejarlo todo atrás con tal de conseguir su gran sueño: casarse con el amor de su vida. En aquel entonces muchos creyeron que lo suyo era solo la pasión propia de la edad, pero Lola demostró que era mucho más madura cuando tomó la decisión de mentirle a Andrés para alejarlo de ella y evitar que la esperara durante el tiempo que estuvo en la cárcel.
Pero Lola no solo es volcánica en el amor. También lo es en la defensa de sus principios, sus ideas y su familia. Y ese temperamento puede ser su mejor aliado o su peor enemigo. Es su mejor aliado cuando le permite mantener la cabeza erguida y no dejarse pisotear por quienes se consideran superiores a ella simplemente por contar con un número superior de ceros en su cuenta corriente. Pero es su peor aliado cuando la hace actuar sin reflexionar y meditar sus actos. No puede ir por ahí dando puñetazos mientras está en libertad condicional porque la factura a pagar puede ser muy alta.
Desde que la conocemos Lola ha vivido desde la mayor de las felicidades al más profundo de los dolores. Estuvo a segundos de convertirse en la señora Santacruz pero acabó en la cárcel. Se reencontró con su gran amor para perderlo unos días después.
Ahora mismo Lola está en el fondo de un pozo. Todo a su alrededor son tristezas, problemas y angustias, pero las lágrimas no forman parte del volcán de características de su personalidad, así que Lola no se detiene y sigue adelante. ¿Llegaremos a ver llorar a Lola Volcán? ¿Será capaz la salamandra de resistir, adaptarse y sobrevivir a estas nuevas circunstancias?
Andrés, el príncipe encantador
Quien más admira y, a la vez, padece el carácter de Lola Volcán es Andrés Santacruz. No importa que todos le digan que esa mujer no le conviene, que no está a su altura social y económica, Andrés insiste una y otra vez en una relación que, simplemente, le hace feliz.
Y justo es reconocer que no lo ha tenido fácil. Para poder estar con la mujer de sus sueños ha tenido que huir de su particular prisión llamada academia militar y, años después, de un compromiso matrimonial que lo tenía casi en estado de coma.
Pero Andrés siempre ha sido coherente y ha defendido aquello que quería y creía ante quien fuera. Nunca le ha temblado la voz para enfrentarse a ese "padre" que ha hecho cuanto ha podido por destrozarle la vida y no ha vacilado en dejarle claro a Débora que no hay sitio para ella en su vida ni en su corazón.
Ahora mismo Andrés está completamente perdido. No sabe ni quién es, ni de dónde viene, ni a dónde va. Pero hay algo que sigue muy presente en su memoria, algo que nada ha conseguido que olvide: la salamandra.
¿Será ese peculiar animal quien lo haga regresar a su mundo?
El peligro de las obsesiones
Lola y Andrés han tenido que salvar muchos obstáculos y la mayoría de ellos tienen nombres y apellidos.
El primero es Marcelo Santacruz (Gerardo Murguía), el presunto padre de Andrés. Desde el primer instante ha entrado en la categoría de personaje a odiar y capítulo a capítulo sigue sumando puntos para ocupar esa posición.
Es curioso que no se canse de ver a Lola por encima del hombro por considerarla inferior, por creer que solo quiere aprovecharse de Andrés, cuando fue él quien utilizó esa estrategia para casarse con Laura. ¿Qué hubiera sido del "prestigioso" Marcelo Santacruz sin la saneada cuenta corriente de la familia de su mujer?
Pero lo más indignante es su actitud con Andrés. No solo boicotea cada uno de sus pasos, sino que, además, es el amante de su prometida. Y ahí descubrimos al auténtico Marcelo. Al hombre ruin, avaricioso y envidioso que no soporta a ese muchacho que le recuerda cada vez que lo ve el día que tuvo que tragarse su orgullo y asumir una paternidad que no le correspondía para evitar verse en la ruina.
Porque, aunque Marcelo cerró los ojos e hizo oídos sordos a lo evidente, no ha perdonado y durante todo este tiempo ha ido cobrando su particular venganza. Engañando y destruyendo emocionalmente a Laura. Amargando la vida a Andrés.
¿Conseguirá su objetivo de quedarse con todo lo que cree que es suyo con las nuevas circunstancias?
Otro de los dolores de cabeza de Lola y Andrés es Devoradora Noriega (Débora, según sus documentos). Dice llevar toda la vida enamorada de Andrés, pero si tanto lo quiere, ¿cómo es posible que sea la amante de su padre?
Quizá la clave está en que Débora (Ana Layevska) solo se quiere a sí misma y a su orgullo, que parece venir de serie en ciertas cunas de la alta sociedad. Y siente como una afrenta personal que su homólogo social prefiera a esa “porquería” antes que a ella. Lo que Débora no soporta no es que Andrés no la quiera. Lo que la enfurece es que quiera a quien ella considera inferior.
De ahí que se entienda tan bien con Marcelo. Ambos se alimentan de soberbia y consideran que todo vale con tal de reforzar su posición sobre todo ante aquellos a quien consideran inferiores.
¿Qué resultado tendrá esa perversa alianza? ¿Quién utiliza a quién? ¿Seguirán coincidiendo sus intereses o separarán sus caminos?
La conexión entre las madres
Otros personajes clave en esta historia son las madres de Andrés y Lola.
La madre de él tiene importancia en tanto que fue la primera en la sección “ricos y famosos” que entendió que Lola era lo mejor que le había pasado a Andrés. Pero, además, ese apoyo lleva aparejada una importante carga emocional del pasado. Laura no tuvo el valor de su hijo. Ella no fue capaz de defender su amor frente a las imposiciones sociales de su familia. Ella cedió a las presiones y se casó con quien debía y no con quien quería. Ella renunció a la felicidad para vivir un matrimonio muy respetable y respetado en las apariencias, pero centrado en la falta de respeto de puertas para adentro. Quizá sea por eso por lo que Laura aceptó a Lola como pareja de su hijo. Porque quiere que él sea feliz.
Pero Laura también ha sido la protagonista del primer gran secreto revelado de esta historia. Y ese secreto ha hecho que entendamos muchas cosas. Andrés no es un Santacruz y Marcelo siempre lo sospechó. De ahí la frialdad y mano dura con la que siempre trató a su presunto hijo porque Andrés es la prueba viviente de su "derrota", de la humillación de que un simple policía fuese más valorado que él.
Ya sabemos cuál ha sido la actitud de Marcelo como padrastro, pero ¿qué va a pasar con Rodrigo? ¿Tendrá la oportunidad de conocer a ese hijo que tanto se le parece?
¿Cómo reaccionará Andrés cuando descubra la verdad? ¿Permitirá Marcelo que esa verdad salga a la luz y pasar la vergüenza de que todos sepan que fue engañado?
Si el misterio de Laura ya ha sido descubierto, el de Soledad apenas podemos intuirlo. Sabemos que vive con miedo, que tiembla con solo pensar en salir a la calle, que el temor a que el pasado se haga presente le provoca tal crisis que acaba catatónica. ¿Qué o a quién teme tanto Soledad? ¿Qué clase de infierno vivió como para sufrir semejante reacción? ¿Será Rodrigo su mejor medicina o quedará encerrada en sí misma y en su pavor?
Si bien Soledad ha sido importante en la vida de Lola, su auténtico referente ha sido su tía Chabela, interpretada por la magistral Angélica María. Chabela ha sido quien ha forjado el carácter de Lola, quien le ha enseñado a pelear para defenderse, quien le ha transmitido el orgullo de no bajar la cabeza ante nadie, quien la ha animado a no rendirse nunca y quien se ha preocupado siempre por la incapacidad de su sobrina para poder llorar.
Chabela le hizo una promesa a Lola: nunca la iba a dejar sola. Y, de una manera un tanto peculiar, parece que va a cumplir ese compromiso. Andrés también le hizo una promesa a Lola. Le prometió regresar a su lado. Por ahora, no ha cumplido, pero tiene una explicación de peso: no recuerda literalmente ese compromiso. ¿Entenderá Lola sus razones cuando regrese?
En cuanto a nosotros, no le hemos hecho ninguna promesa a Lola. Ni a Andrés. Ni a Chabela. Y desde luego tampoco a Débora o Marcelo. Pero si en apenas una semana han conseguido emocionarnos, intrigarnos y hasta enfadarnos, tal vez sea el momento de comprometernos a acompañarlos cada tarde.
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