BETTY VE TELENOVELAS
'Mujer' llega a su final: Analizamos 5 claves del éxito de la serie del año
Cuando 'Mujer' llegó a nuestras pantallas muchos pensaron que se trataba de un amor de verano, pero capítulo a capítulo fue afianzando y consolidando una sólida relación con la audiencia y, ahora, en su despedida nos deja esa melancolía de haber compartido algo muy especial. 'Mujer' no solo ha sido la primera serie turca en emitirse en prime time en una cadena generalista en España. 'Mujer' ha sido, sobre todo, la serie del año.
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La maternidad
'Mujer' ha sido precisamente la historia de una mujer, de Bahar, brillantemente interpretada por una magistral Özge Özpirinçci. Sin embargo, cuando pensamos en Bahar lo primero que se nos viene a la cabeza es la palabra "madre". Bahar ha sido primero madre y después mujer.
Si los niños estaban bien, Bahar estaba bien. Si los niños eran felices, Bahar era feliz. Si los niños sonreían, Bahar sonreía. Aunque la vida la golpeara una y otra vez. Aunque las cuentas no salieran ya no a fin de mes, sino a fin de semana. Aunque no pudiera comprarle unos zapatos nuevos a su hija. Aunque la cena fuese pan con tomate. Aunque tuviera que inventarse el juego de los "invisibles" para evitar decir "no" demasiadas veces.
De hecho, Bahar recuperó la relación con su madre por sus propios hijos. Ella sabía que su enfermedad la hacía frágil, que la debilitaba. Por eso, ignoró el pasado, olvidó el abandono y llamó a la puerta de Hatice. Porque sabía que Nisan y Doruk necesitaban a sus abuelos. Necesitaban una red de seguridad. Bahar necesitaba que sus hijos estuviesen protegidos si algo le sucedía a ella.
Y Bahar volvió a ser madre antes que mujer cuando Sarp regresó a su vida. La rabia y el rencor le impedían aceptar al marido que se había casado con otra, pero el amor y el cariño le impedían rechazar al padre que sus hijos tanto habían extrañado.
Nisan y Doruk han sido la razón de Bahar para salir adelante, para levantarse cada mañana de la cama, para enfrentar cada problema que se presentaba, para apretar los dientes y afrontar la vida. Bahar no tenía tiempo para lamentarse. Tenía que sacar adelante a sus niños.
Pero en esta serie no solo Bahar ha sido un ejemplo de madre. Ceyda también ha demostrado lo que es darlo absolutamente todo por un hijo. Es más, nos mostró que a veces una renuncia es el mayor regalo que se puede hacer. Cuando Arda nació, Ceyda no estaba en condiciones de atenderlo, por eso aceptó que fuese su madre quien se encargara del pequeño.
Eso sí, en cuanto la vida le empezó a sonreír, quiso a su hijo a su lado y lo defendió con uñas y dientes. Y con ese mismo amor y cariño aceptó a Satilmis en su vida. ¿Quién iba a decir que aquel niño revoltoso y problemático iba a resultar ser el mejor de los hermanos? ¿Hay alguien que no se emocionase con ese "mamá" que fue, sin duda, el mejor regalo que recibió Ceyda en toda su vida?
Y, por supuesto, no podemos olvidar a Hatice. Comenzó en nuestra lista negra por la frialdad con la que trataba a Bahar, pero poco a poco fuimos conociéndola, comprendiéndola y admirándola. Entendimos tanto las causas que la empujaron a abandonar a su hija como las razones por las que intentaba mantener las distancias.
Porque Hatice no solo era la madre de Bahar. También era la madre de Sirin. Y compaginar ambos parentescos no ha sido nada fácil. Cada vez que Hatice se acercaba a Bahar, se alejaba kilómetros de Sirin. Y cada vez que le tendía la mano a su hija pequeña, crecían los problemas para la mayor.
Hatice ha tenido que vivir en un complejo y delicado equilibrio. Sabía que Bahar necesitaba su cariño, su amor y su ayuda. Pero Sirin también necesitaba su cariño, su amor y, sobre todo, su atención.
Quizá sea esa una de las grandes espinas que nos deja esta serie. No solo la trágica desaparición de Hatice, sino su dolor por no haber sido capaz de unir a las dos hermanas. Porque, a veces, por mucho que las madres se esfuercen y lo intenten, la vida se empeña en hacerlas sufrir.
El amor
Bahar ha sido madre, pero obviamente también ha sido mujer y, como toda mujer también ha encontrado tiempo para el amor. La conocimos viviendo en el recuerdo de su marido fallecido. Que Sarp ha sido el gran amor de su vida está fuera de toda duda. Todos sus recuerdos eran buenos. Estaban llenos de alegría, de amor, de felicidad.
Sin embargo, el regreso de Sarp fue amargo. Quizá porque Bahar ya había pasado página o quizá porque se había desencantado tras el presunto romance con Sirin y, sobre todo, tras el matrimonio con Piril. Bahar seguía queriendo al padre de sus hijos, pero algo se había roto en su corazón. Tuvieron un último momento bonito en el hospital. Durante unas horas volvieron a ser una pareja, pero el destino ya había dictado su sentencia.
Porque Sarp ha copado toda la mala suerte habida y por haber en esta serie. Cada vez que tenía una oportunidad para recuperar su felicidad, todos los elementos se alineaban para devolverlo a una realidad que le era hostil. Eso sí, también hay que reconocer que el Sarp que regresó no era aquel hombre que Bahar nos presentó.
Nunca sabremos si Bahar había idealizado a Sarp tras su muerte obviando los detalles menos atractivos de su personalidad o si todo lo vivido como Alp provocó un cambio radical en su personalidad. Ciertos comportamientos y actitudes de Sarp no terminaron de convencernos, aunque nada mitiga el dolor y la enorme pérdida que supuso su desaparición.
Curiosamente mientras Bahar se iba desencantando de Sarp, iba descubriendo en Arif al mejor de los compañeros. Tal vez en su relación no haya habido la pasión que la unió a Sarp, pero el suyo ha sido un compromiso del día a día. Cada vez que Bahar decía "gracias, Arif" le confesaba su amor, tal y como hacía Westley en ‘La princesa prometida’ con aquel "como desees".
Porque, pese a los errores cometidos, Arif siempre estuvo al lado de Bahar. Silencioso, callado, en la distancia, pero siempre atento y alerta. A la hora que fuese, ante el problema que fuese, con la necesidad que fuese, Arif siempre estaba disponible y dispuesto.
Y justo es reconocer que tanto Caner Cindoruk como Feyyaz Duman han estado a la altura de dos personajes que han provocado un amplio abanico de emociones y sensaciones. Cada uno con su estilo, con su personalidad, han logrado seducir a la audiencia.
Pero si ha habido una historia de amor entrañable en 'Mujer' esa ha sido la de Hatice y Enver. La suya ha sido una relación a prueba absolutamente de todo. Es más, incluso en sus peores momentos, cuando la palabra divorcio quería ensombrecer un amor de años, siempre estuvieron pendientes el uno del otro. Y por eso la separación definitiva fue tan dolorosa, pero como suele decirse nadie desaparece mientras alguien lo quiere y lo recuerda y Enver, al igual que nosotros, siempre querrá y siempre recordará a Hatice.
El odio
Bahar ha tenido mucho amor, pero también ha provocado otros sentimientos como la envidia de Berçan y, sobre todo, el odio de su propia hermana.
Sirin ha sido un personaje imprescindible en esta historia y justo es empezar por reconocer el grandísimo trabajo que ha realizado Seray Kara. Cuanta más animadversión generaba Sirin, más admiración provocaba una actriz que ha interpretado a este personaje con cada músculo de su cuerpo.
Aunque no podemos obviar que Sirin tenía una enfermedad mental, que tenía un evidente desequilibrio emocional, lo cierto es que su comportamiento ha sido propio de una malísima persona.
No solo provocó la primera "muerte" de Sarp, sino que no dudó en destrozar su imagen de marido ejemplar. Y en el culmen de su maldad, remató su faena al matarlo definitivamente. ¿Por qué? Porque Sirin no solo tenía una obsesión enfermiza con Bahar, sino porque, además, era profundamente egoísta.
Sirin quería a Sarp para ella y quería que su madre solo la quisiera a ella. Todos los demás sobraban en la ecuación. Y si, encima, la causa de que no lograra sus objetivos era Bahar, ya teníamos todos los elementos para la combustión. Porque si Sirin no era feliz, los demás tampoco podían serlo.
Y, al final, Sirin se encontró en el único punto al que no quería llegar: la soledad. El castigo de Sirin no fue ser ingresada en un psiquiátrico. Su mayor temor se ha hecho realidad. El castigo de Sirin es verse sola, aislada, encerrada, mientras que Bahar tiene a todos cuantos quiere a su alrededor.
La amistad
Bahar ha sido madre, mujer, víctima y amiga. Con Yeliz la unió una amistad genuina desde el primer momento. Ambas tenían en común el tener que criar a sus hijos solas, aunque enfrentaron la situación desde distintos puntos de vista. Bahar apostó por empoderarse como madre soltera, mientras que Yeliz buscó el respaldo de un nuevo marido, aunque esa apuesta no le salió bien.
Aunque Bahar y Yeliz fueron un ejemplo de amistad, fue con Ceyda con quien estableció la relación más especial y eso que sus primeros encuentros no fueron nada positivos. Eso sí, desde muy pronto Ceyda comprobó que podía contar con su vecina en sus peores momentos. De hecho, fue Bahar la primera persona que le tendió la mano a Ceyda sin pedirle nada a cambio. Fue la primera que no miró hacia otro lado cuando Ceyda sufría. Ese rellano que en un principio parecía un abismo se ha convertido en un puente de unión.
Ceyda ha sido el más firme apoyo de Bahar y viceversa. Han sido niñeras ejemplares, consejeras sentimentales, guardaespaldas ocasionales, compañeras laborales… Han reído a carcajadas, pero también han llorado juntas todas sus respectivas desgracias.
Porque eso es la amistad: estar en las buenas y en las malas, reír y llorar, estar ahí siempre que hace falta, tal y como han hecho Bahar y Ceyda.
La familia
Bahar y Ceyda han sido mucho más que amigas. Han formado una pequeña gran familia con sus respectivos hijos. Nisan y Doruk tienen en Ceyda a una segunda madre y Arda y Satilmis reciben de Bahar tanto amor y cariño como de su madre.
Y esa familia tiene en Enver a su gran patriarca. Y en esta historia de mujeres fuertes, valientes y decididas el papel de Enver es fundamental.
Enver ha sido el refugio donde todos han encontrado el consuelo y el abrazo que necesitaban. Enver ha sido todo amor y ha sido un verdadero milagro que su maltrecho corazón resistiese todas las emociones que le tocaron vivir. Desde la decepción al conocer la verdadera cara de Sirin, el dolor por la pérdida de Hatice o la preocupación por los continuos problemas de Bahar.
Enver ha sido un padre para Bahar, pero también para Ceyda, que encontró aquello que había perdido: el calor de un hogar. Y, además, Enver ha sido el mejor de los abuelos para todos los niños de esta serie.
Lo más especial de esta familia es que no se ha formado por los vínculos sanguíneos, sino por los del cariño sincero. Cuando uno caía, todos corrían a levantarlo. Cuando uno lloraba, todos secaban sus lágrimas. Cuando uno tenía un problema, todos buscaban soluciones. Cuando uno reía, todos eran felices. Todos contaban con todos sin necesidad de pedirlo y sin pedir nada a cambio.
'Mujer' ha sido la historia de Bahar, la historia de una mujer normal y corriente. La historia de una mujer que ha acertado y se ha equivocado. La historia de una mujer que se ha caído y que se ha levantado. La historia de una mujer que ha querido sin condiciones y que ha sido querida incondicionalmente. La historia de una mujer libre que nos ha enseñado que una derrota no significa que pierdas, sino que solo pierdes si dejas que la vida te robe el amor
Pero 'Mujer' ha sido, sobre todo, una historia de emociones y sentimientos. Los espectadores hemos llorado en los peores momentos de Bahar. Nos hemos alegrado cuando sonreía. Nos hemos emocionado al verla superarse día a día. Y la hemos admirado por no rendirse nunca. Bahar nunca permitió que sus circunstancias la superasen.
Llega la hora de decirle adiós y, aunque nos alegramos de verla feliz, realizada, enamorada, empoderada, nos deja cierta melancolía por despedir una historia, unos personajes que han creado una conexión muy especial con la audiencia. Con 'Mujer' hemos reído, hemos sufrido, pero también hemos reflexionado.
Bahar se ha despedido de nosotros dándonos las gracias por acompañarla en su camino, pero las gracias debemos dárselas nosotros a ella por habernos hecho partícipes de su recorrido. Gracias, Bahar.
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