BETTY VE TELENOVELAS
Secretos de familia: La montaña rusa de las crisis de Ilgaz y Ceylin, razón y corazón
En Secretos de familia hemos sido testigos de complejos crímenes y, al mismo tiempo, de las sucesivas crisis de una pareja que no consiguen encontrar la felicidad que tanto buscan.
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Desde que recorremos los pasillos de los juzgados y la comisaría de Secretos de familia como si fuera nuestra propia casa, hemos sido testigos privilegiados de un buen número de historias. En todas ellas hemos comprobado la dedicación, esfuerzo y compromiso de fiscales, abogados y policías con sus respectivas profesiones. Ninguno de ellos ha escatimado esfuerzos a la hora de buscar pistas, lanzar hipótesis y atar cabos hasta lograr que un buen número de delincuentes fueran descubiertos.
Sin embargo, esa dedicación, ese esfuerzo y ese compromiso profesional tiene su contrapunto en sus vidas personales. Todos ellos forman una gran familia. Todos están para todos siempre que es necesario.
Pero en esa gran familia, como en todas las familias, también hay malos momentos, hay situaciones delicadas y hay crisis matrimoniales, como la que están viviendo en estos momentos Ilgaz (Kaan Urgancıoğlu) y Ceylin (Pinar Deniz).
Que una pareja sufra altibajos no es nada fuera de lo común. Sucede en palacios reales, en mansiones de Hollywood, en urbanizaciones de alto standing, en barrios periféricos, en el centro de las ciudades y hasta en los pueblos de la España vaciada.
Pero en el caso de Ilgaz y Ceylin el problema está en que su relación es una sucesión constante y continua de altibajos, donde, además, suelen prevalecer los bajos sobre los altos. Es decir, su historia de amor es una sucesión de crisis con grandes momentos de felicidad intercalados.
La conveniencia, testigo de su primera boda
Si hacemos memoria su relación comenzó de forma tan atípica como surrealista. Ilgaz contrató a una abogada que es la antítesis de sus principios y valores como fiscal para defender a su hermano de la acusación de haber matado a una muchacha, que resultó ser la hermana de Ceylin.
Toda esa situación era suficiente para que entre ambos se generase una profunda desconfianza o, al menos, cierto resquemor. Sin embargo, fue la primera ocasión en que nos dimos cuenta de que estábamos ante una pareja que estaba hecha de una madera muy especial.
En vez de alejarse, enfrentarse o, incluso, odiarse. Ilgaz y Ceylin se unieron en base a un objetivo común: descubrir la verdad, aunque para eso tuviesen que recurrir a la mentira de un matrimonio por conveniencia.
La primera boda del fiscal y la abogada fue un mero trámite, una estratagema legal, que les permitía esquivar obstáculos a la hora de aclarar qué le había sucedido a Inci. Lo que ninguno de ellos esperaba es que aquella relación contractual iba a ser los cimientos sobre los que iban a construir su relación sentimental.
Incompatibilidad de caracteres
Poco a poco Ilgaz y Ceylin fueron consolidando su relación a pesar de los roces que periódicamente sufrían bien por los continuos problemas que causaban sus respectivas familias o, sobre todo, por la incompatibilidad de sus caracteres.
Ceylin e Ilgaz son muy parecidos al agua y el aceite. Sus personalidades y sus caracteres son muy diferentes y su forma de trabajar es radicalmente opuesta.
Ilgaz es sinónimo de orden y rigor, firme defensor de sus valores y principios, mientras que Ceylin es un tanto caótica, con tendencia a la improvisación y con gran habilidad para rozar los límites y, de vez en cuando, hasta atravesarlos si considera que es necesario.
Ilgaz es la razón. Ceylin es el corazón. Ilgaz no dudó en encarcelar a su hermano cuando fue sospechoso de cometer un crimen. Ceylin preparó la fuga de su sobrina cuando supo que había cometido un crimen.
Esa diferente forma de afrontar determinadas situaciones ha sido una de las mayores causas de conflictos entre ellos. Porque Ilgaz lleva realmente mal que Ceylin no comparta la solidez de sus valores y principios y a Ceylin le cuesta adaptarse al rígido nivel de exigencia moral que ha establecido su marido.
Mercan, el mejor pegamento
Sin embargo, a pesar de sus evidentes diferencias, han sido capaces de ir limando asperezas o, mejor dicho, han conseguido adaptarse y aceptarse el uno al otro. O al menos han intentado comprender mejor al otro.
De hecho, hasta habían conseguido que el fiscal y la abogada se quedaran en la puerta de su casa y que fueran el marido y la mujer los que conviviesen en su hogar. Y en esa feliz convivencia tenía un papel fundamental la pequeña Mercan.
Mercan es el mejor ejemplo de cómo se combinan los mejores y los peores momentos en esta serie. Intuimos que venía en camino en uno de los peores capítulos que somos capaces de recordar. Estábamos secándonos las lágrimas por la supuesta muerte de Ilgaz cuando nos ilusionó la posibilidad de que Ceylin estuviera embarazada. Y esa confirmación vino acompañada de otro de los grandes momentos de esta historia: cuando descubrimos que Ilgaz seguía vivo.
Ilgaz, Ceylin, Mercan y Pascal eran una familia feliz, pero en esta serie la felicidad y la estabilidad tienen los minutos muy contados.
Esa niña que los había unido más que nunca también fue quien, por supuesto, indirectamente, provocó su separación más dolorosa. La desaparición de Mercan fue un duro golpe que provocó que los caracteres de sus padres se acentuasen y, con ello, que sus diferencias fueran casi insalvables.
Cada uno de ellos afrontó la situación a su manera y, en vez de apoyarse y complementarse, se alejaron irremediablemente. Es curioso que el tiempo en el que Ceylin era casi una copia de Ilgaz en el ámbito profesional coincidiese con su mayor distanciamiento como pareja.
Afortunadamente, la aparición de Mercan también supuso el reencuentro sentimental de la pareja. Tal vez en un principio recuperasen su relación por su hija, pero era más que evidente que sus sentimientos seguían latentes y no hizo falta demasiado tiempo para que volviesen a ser una pareja unida y feliz.
Un nuevo desencuentro
Todo iba bien hasta que, una vez más, una pequeña chispa ha dejado al descubierto que algunas viejas heridas aún no están cicatrizadas.
Una vez más, Ilgaz y Ceylin se han enfrentado por una cuestión profesional, pero en esta ocasión la gravedad no viene determinada por un desacuerdo sobre el grado de legalidad o ilegalidad de algún procedimiento. En este caso, nuestra preocupación se centra en el hecho de que se ha reabierto un cajón que creíamos cerrado y que evidentemente estaba entreabierto.
La desaparición de un niño ha provocado el regreso de fantasmas del pasado. Tanto Ilgaz como Ceylin han revivido el dolor que sufrieron cuando perdieron a Mercan y han regresado los reproches. Y lo peor es que ambos parecen enrocados en sus respectivas posturas.
Y, por otro lado, en las múltiples crisis entre Ilgaz y Ceylin nunca ha habido terceras personas. Neva ya era pasado cuando surgió su relación y Nil fue muy hábil guionizando una película que nunca llegó a materializarse, pero ¿será diferente el caso de Firat? ¿Por qué Ceylin no comentó que habían sido pareja? ¿Por qué ese interés de Ilgaz por saber de esa relación?
El romance de Ilgaz y Ceylin no ha sido nunca un camino de rosas. Lo suyo ha sido más bien una carrera de obstáculos. Siempre que han saltado juntos de la mano han conseguido esquivarlos. Ahora, sin embargo, parecen alejarse cada vez más. ¿Serán capaces de reconducir la situación? ¿Serán capaces de cerrar las heridas que aún tienen abiertas? ¿Serán capaces de aceptarse definitivamente tal cual son? ¿Serán capaces de adaptarse a sus respectivos caracteres o son absolutamente incompatibles? ¿Estamos ante una crisis más o será esta la crisis definitiva?
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