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BETTY VE TELENOVELAS

Sila vive sus momentos más críticos… sin Boran

Desde que Sila llegó a Mardin ha vivido situaciones no demasiado agradables. Sin embargo, últimamente las cosas parecían ir mejor. O, al menos, iban todo lo bien que pueden ir en un lugar así. Pero en Mardin la calma sólo significa el preludio de la tormenta. Y así ha sido. Ha llegado una tormenta tan virulenta que amenaza con destruir todo lo que encuentre a su paso. Boran ha sido su primera víctima. ¿Será Sila la siguiente?

-'Sila'

'Sila'Nova

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Todo iba bien. El nacimiento de Bedirhanmarcó el inicio de la etapa más feliz de Boran y Sila. Cihan, el gran enemigo del matrimonio, desapareció. El cambio de actitud de Firuz provocó una relativa paz familiar (para provocar jaquecas ya está Kevser). Y hasta la pérdida de poder de Boran supuso quitarse una pesada losa de encima porque ahora era más libre para llevar a cabo sus planes, como ese colegio tan necesario en el lugar. Podría decirse que el sol brillaba con más fuerza que nunca sobre Mardin.

Triunvirato de enemigos

Pero esa situación no era más que un espejismo. El clima pronto empezó a cambiar. El primer aviso fue la aparición de Ahmed. Parecía un secundario más, otro jefe de ese grupúsculo que utiliza la tradición como instrumento para conservar todos y cada uno de sus privilegios sin importar lo que eso signifique para el pueblo. Sin embargo, pronto mostró que era distinto. Ha sido tan sigiloso como peligroso. Ha logrado en unos días lo que Cihan no consiguió en meses. Derribar a Boran.

Pero Ahmed cometió un error de cálculo. No contó con la valentía de Sila y con su arrojo a la hora de defenderse y defender a los suyos. Los hombres de Mardin se jactan de su condición de “seres superiores”, pero fue una mujer la que hizo que el gran jefe Ahmed saliese corriendo. ¿Qué le asustó más? ¿La pistola o la determinación de Sila de hacerle pagar sus crímenes?

¿Qué hará ahora Ahmed? ¿Se replegará a la espera de que soplen vientos más favorables o se revolverá y hará pagar a Sila la osadía de ponerlo en evidencia ante todos?

Y si Ahmed es peligroso en tanto que no le tiembla la mano a la hora de ordenar asesinar a alguien, Dilaver no lo es menos. Siempre estuvo bajo la sombra de Cihan, lo que le hizo parecer un segundón, un mero ejecutor de las órdenes de otros.

Sin embargo, últimamente ha demostrado que esa impresión era errónea. Tal vez Dilaver no tenga la suficiente sangre fría como para dispararle a alguien, pero sí la tiene para diseñar una estrategia para conseguir su gran objetivo. La venganza. Sila intenta cambiar el mundo de Dilaver y Dilaver hará de todo para destruir el mundo de Sila. Hay que reconocer que ha sido listo al ver la oportunidad que significaba la llegada de Esma a la familia.

Y el tercer eje del triunvirato del mal es Zinar. El nuevo jefe aprecia a su sobrino y no quiere hacerle daño, pero ha evolucionado justo al revés que su hermano. Si a Firuz ya le importa la felicidad de sus hijos, Zinar ahora sólo piensa en cumplir las expectativas que el consejo de administración del clan ha depositado en él. Está tan obcecado en obedecer a sus homólogos, que no es capaz de ver que el mundo ha cambiado, que Mardin ha cambiado y que sus ciudadanos han cambiado. O, al menos, están en el camino del cambio.

Lo peor es que tiene en su mano la capacidad para ejecutar la sentencia sobre Sila, porque, aunque nadie lo mencione, sigue vigente. Si fuera necesario para afianzar su acomodo en el sillón de gran jefe, ¿sería capaz Zinar de dar la orden? Si no le importaron las lágrimas de su nuera y los ruegos de su hijo, ¿alguien cree que se va a preocupar por una mujer que amenaza su adorada tradición?

Es curioso. Aunque cada uno va por su lado y sólo comunica sus planes a los demás cuando ya han sido ejecutados, Ahmed, Dilaver y Zinar han diseñado una perfecta telaraña para atrapar a su enemiga común. ¿De qué hubieran sido capaces si llegan a ponerse de acuerdo de antemano?

Problemas en casa

Sila tiene otros problemas. Por un lado, el delicado estado de Boran tras el atentado que sufrió. Por otro, el hecho evidente de que su matrimonio no pasa por su mejor momento por las razones de siempre.

Por un lado, la terquedad e impaciencia de Sila, que no entiende que cambiar una tradición y una forma de vida de siglos no puede hacerse de la noche a la mañana. Necesita tiempo. Ya se han dado los primeros pasos, pero hay que dejar que se asienten antes de seguir avanzando.

Si Sila es terca, Boran no se queda atrás. Su incapacidad para escuchar, razonar y dialogar cuando los celos se apoderan de él lo lleva a cometer demasiados errores. Puede que la visita de Emre fuese bastante inoportuna, pero su reacción ha sido desmesurada. No puede castigar a su mujer por los sentimientos que un tercero tenga hacia ella y mucho menos por querer proteger el legado de su padre adoptivo.

En el centro de la tormenta

En definitiva, ahora mismo es como si Sila estuviese a la intemperie en pleno campo de Mardin en medio de una tormenta de vientos huracanados, truenos, relámpagos y lluvias torrenciales. No es la primera tormenta que enfrenta desde su llegada a Mardin, pero sí es la más preocupante porque le falta un elemento clave que siempre la ayudó en las tempestades anteriores. Boran.

Boran ha sido ese paraguas que siempre la ha protegido. La protegió cuando evitó ejecutar la sentencia de muerte. La protegió cuando Cihan envió a un niño para dispararle. La protegió cuando retó a Dilaver a dispararle a él y no a su mujer y su hijo. La protegió cuando Ahmed se atribuyó un poder que no tenía y ordenó su asesinato.

Boran siempre ha estado dónde y cuándo ella lo necesitaba. Sin embargo, ahora es él quien necesita ser cuidado, atendido y protegido, lo que deja a Sila en una posición muy delicada. Debe velar por la vida de su marido sin perder de vista los movimientos de sus enemigos.

¿Podrá Sila capear el temporal que se cierne sobre ella pertrechada sólo con el chubasquero de su coraje? ¿Se recuperará Boran para ayudar a su mujer? ¿Volverá a salir el sol en Mardin?

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