El drama de una comunidad de vecinos en A Coruña: convivir con el 'trapicheo' y las amenazas de varios toxicómanos

"Esto es un sinvivir". Así de contundente se muestra Virgilio, representante de los vecinos del número 14, ubicado en la avenida Alcalde Pérez Ardá, en pleno centro de A Coruña. Desde el mes de marzo, la convivencia con el usufructuario de una de las viviendas se ha visto dinamitada por las actividades que este individuo realiza en uno de los pisos.

Se trata de un toxicómano conocido por todos ellos: "Lleva trapicheando desde hace treinta años, imagínate lo que hemos tenido que aguantar", reconoce el presidente. Pero todo fue a más, dice, cuando cerraron otros puntos de venta de droga por la ciudad.

"Este ir y venir de toxicómanos empezó en el mes de febrero o marzo", admite Virgilio, enseñando uno de los vídeos en los que se puede ver a la perfección en el vídeo cómo operan los vendedores y los compradores de estas substancias.

Pero el problema no es solo la venta de droga: las amenazas a los vecinos por parte del individuo en cuestión y sus acompañantes se han ido incrementando en las últimas semanas: "Nos amenazan, nos enseñan cuchillos, nos mean por las escaleras", detalla el presidente de la comunidad.

En la acera de enfrente, además, hay un colegio. Es por ello que la preocupación se ha extendido por todo el barrio: "Tenemos jeringuillas, papel de aluminio por las escaleras", dice Virgilio, al tiempo que reconoce la preocupación por el posible contacto de estos objetos con los niños que viven en el inmueble.

Los vecinos se sienten indefensos

El último incidente se produjo la semana pasada: "Fue tremendo, aquí no podía vivir nadie". Una de las mujeres que vienen frecuentemente a trapichear al piso del toxicómano se puso violenta con algunos de los propietarios, por lo que fue necesaria la intervención de la Policía: "No hicieron nada y ellos siguen como si nada", lamenta Virgilio. A ello se suman, además, las 18 denuncias presentadas por varios de los afectados, sin que se hayan tomado medidas por parte de las autoridades.

Ante esta situación, han sido ellos mismos quienes se han organizado: "Hemos hecho guardias para evitar que pasen a los pisos. Lo que hacemos es bajar al portal y no dejarles pasar", explica el portavoz de los vecinos.

José Corredoira, abogado y administrador de la finca, reconoce que se trata de una situación compleja: "La ley le da a la comunidad dos vías para resolver el problema: una penal y otra civil". Fue gracias a su administración que los vecinos del número 14 emprendieron las acciones legales pertinentes, aunque "no han dado los resultados esperados", reconoce.

Los vecinos se sienten indefensos: "No puede ser que niños pequeños estén subiendo por las mismas escaleras a donde llegan drogodependientes con un síndrome de abstinencia, alterados por conseguir una dosis", reconocen los vecinos.

El proceso legal podría demorarse: "Calculo que en función del juzgado puede durar un año el litigio, dice Corredoira. Un período que esta comunidad no está dispuesta a aguantar: "No aguantamos más, es insoportable", concluye el presidente.

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