Imposible emanciparse

Hasta los 30 (y más) en casa de los padres

Nos emancipamos 3 años después que el resto de los europeos. Tener un trabajo no garantiza poder alquilar un piso y en ocasiones, ni siquiera una habitación

Jóvenes sin emanciparse.

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Los datos son fríos, pero cada caso refleja un pequeño o un gran drama. Daniela tiene 29 años y es jefa de tienda. Álvaro tiene 30 y trabaja en una peluquería y David, de 40 reparte paquetes con su furgoneta. Todos con empleo y todos viviendo en la casa de sus padres. Son la traducción de las cifras del último informe de la ONG Ayuda en Acción sobre la emancipación de nuestros “jóvenes”: los españoles nos emancipamos de media a los 30 años, 3,5 más tarde que el resto de los europeos. Tener un trabajo no garantiza el acceso a la vivienda.

El 46% de los españoles de 25 a 34 años viven con sus padres

Álvaro riza el cabello de una clienta mientras hace balance de su situación. A los 30 sigue viviendo con sus padres. No consigue nada digno por menos de 700 euros de alquiler, así que prefiere ahorrar buena parte de los 1.200 que gana al mes y seguir viviendo en el nido. De fondo, una compañera comenta la situación: “Es que en casa de los padres se vive estupendamente”. En realidad no ha dicho “estupendamente”, pero usted me entiende. Luisa, la dueña de esta peluquería nos cuenta que ella también tiene un hijo de 27 y con trabajo viviendo en casa.

“la normalidad de hoy es así, ¿no? No hay ningún trabajo como para poderte ir”

Es la situación de ciudades como Madrid: precios de la vivienda imparables y sueldos ajustados a una media de 1.200. Salimos a la calle y nos encontramos con Daniela. Toda una jefa de tienda (aunque su situación jerárquica sólo le reporte los manidos 1.200 euros mensuales). Sigue viviendo con su hijo en la casa de su madre. Tiene 29 años.

Saltamos un par de generaciones atrás y vemos las mismas dificultades. Ángel es el dueño de un bar que solo contrata a gente mayor de 50 “para darles una oportunidad, porque si no, nadie les contrata. Estamos desahuciados”. El sueldo de sus empleados es de esos 1.300 que tanto abundan, pero cree que haciendo un esfuerzo, es un sueldo que llega: “Es que es muy fácil decir que no me puedo emancipar, es muy cómodo vivir en casa de los padres y comprar un teléfono de alta gama, tener para cervezas, salir de fiesta y luego decir que no da para el alquiler”. Un argumento que quizá no comparta David. 40 años, repartidor de paquetes que cobra 1.000 euros y acaba de separarse: “Vivo en Torrejón y allí no encuentras una habitación por menos de 600. He vuelto a la casa de mi madre. Si no fuera por ella, estaría en la… calle”.

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