Muñecos 'reborn'
Alumbrando un bebé de silicona: la moda de los muñecos hiperrealistas
Cada fin de semana se celebran encuentros de 'mamás reborn'. Una afición en la que pasean, bañan, visten y dan de comer a muñecos de silicona.
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María Dolores levanta el faldón de Jimena. Aparenta unos meses, y su piel transparenta esas venitas propias de los bebés. Duerme plácida en sus brazos. María Dolores asegura que le transmite paz. Como cuando mecía a sus hijas recién nacidas. Pero Jimena no es de carne y hueso, aunque pese casi tres kilos y haya que sujetarle la cabeza para que no se venza hacia atrás. Es un “bebé reborn”, una muñeca de silicona hiperrealista. “Cuesta 1.200 euros, pero mi amiga Yesica me la ha dejado en 900”, asegura. Una afición que no resulta barata.
Todo es tan hiperrealista que un muñeco sale de una placenta rebosante de "líquido amniótico"
Es habitual encontrar ferias de muñecos “reborn” cada mes en cualquier punto de España. La de este fin de semana se ha celebrado en Caudete, Albacete. Miriam ha llevado sus muñecos a la feria desde Madrid. “La gente busca realismo. Crees que tienes un bebé en brazos… mira, éste es un clon de un bebé real”. Tanto realismo que incluso recrean un parto. Miriam y su socia Nuria se enfundan sus guantes de látex para cortar una placenta con un contenido más que previsible. El supuesto líquido amniótico se derrama y un bebé de inquietante realismo sale a la luz. “La gente dice estamos chifladas porque no podemos tener hijos y no es así. Lo que pasa es que nos gustan los bebés”.
Se definen como coleccionistas. Pasean a sus muñecos en cochecitos reales, los visten con ropa de bebé auténtico y les dan un biberón que en muchos casos acaban orinando. Es raro dar con hombres en este encuentro pero alguno hay, como el marido de Yolanda. Es una de las artistas que vive de pintar y dar vida a los muñecos… los de vinilo son más baratos, con un tacto duro. Los de silicona en cambio transmiten una sensación “que puede ser ternura o grima”, sostiene una de las vendedoras. Tal cual.
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“Dicen que estamos chifladas porque no podemos tener hijos. Simplemente nos gustan los bebés”
Yolanda pasea con su carrito a Arian y nos muestra vídeos en los que baña y da de comer a su muñeco. Admira su belleza y le da un beso de “madre reborn”. Otra mujer nos lo ofrece para que lo cojamos en brazos y notemos la sensación: “Yo cojo mi carrito y me voy a pasear con él. La gente te para y te pregunta”. Todas coinciden en que transmiten paz y dulzura. Unas han sido madres y les recuerdan a los tiempos en que sus hijos eran bebés. Otras nunca han sentido otra maternidad que ésta. Saben que están en la diana, que hay quien “nos trata como a locas”. Pero lo tienen claro: “Yo no hago daño a nadie ¿No hay quien colecciona coches o les gusta el fútbol? pues a mi me gustan las muñecas”.
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