Cuatro imágenes clave para la detención del pederasta de Ciudad Lineal

Viernes. 22 de agosto. Seis de la tarde. El pederasta sale del gimnasio al que acude diariamente y se sube a su coche. Su destino son los alrededores de un parque entre la calle de Gomeznarro y la carretera de Canillas. El sistema de vigilancia de un edificio de la zona le capta conduciendo en esa dirección. Quien conduce el vehículo que aparece en las imágenes es el agresor. Y el coche, el citroen Xsara Picasso que identificará su víctima. Una niña de 7 años, española, de origen dominicano, a quien secuestra, al verla sola en el parque, tras un descuido de sus abuelos. Un secuestro que el pederasta no había planificado.

Por eso no la droga, por eso no puede llevarla a la casa de Santa Virgilia y por eso tiene que parar a comprar una crema en otro establecimiento. El agresor aparca su vehículo en doble fila sin saber que otra cámara le está grabando. La de seguridad de un banco muy próximo. Las imágenes son clave. En este momento, las seis y veinte de la tarde, dentro del Citroën Xsara espera asustada su última víctima.

Instantes después, otra cámara, la de un autobús público que se cruza con su coche, le graba en dirección al descampado donde abusará de la menor. Un destello del sol en el cristal del autobús no permitirá ver con claridad la matrícula del Citröen. Tampoco se aprecia en las del banco. Pero serán básicas para identificar el modelo y el color del vehículo.

El mismo coche volverá a pasar por la primera cámara. El sistema de vigilancia que descubre al pederasta en dirección al parque, le volverá a grabar esta vez camino al descampado. Es todo el trayecto que recorrió para su última agresión captado minuto a minuto. Trayecto que realiza con el Xsara Picasso que reconocerá su víctima con todo lujo de detalles. Incluído el llavero de plástico verde. Datos que finalmente pondrán rostro al pederasta y desencadenarán su detención.