Urbanización olvidada
"Un, dos, tres", ruina esta vez: el premio soñado de la tele, 40 años después
Recorremos las calles reventadas, con casas okupadas, del lugar que imaginábamos como cumbre del lujo. "La urbanización está hecha polvo. Aquí nadie quiere pagar".
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“¡Un apartamento en Torrevieja, Alicanteeeee!”… Y Mayra tiraba la tarjeta a un público entusiasmado, y la pareja se abrazaba, y era viernes por la noche y los espectadores en familia, viendo la tele en el salón envidiábamos a aquellos jóvenes ilusionados que en adelante tendrían un piso al lado del mar. Imaginábamos un adosado con jardín, dos baños, vistas maravillosas y vecinos también ganadores del Un, dos, tres. ¿Eran así los apartamentos del programa? Quizá se parecieron a eso algún día. Pero hoy queda muy lejos todo aquello.
Calles sin aceras, socavones inundados y casas okupadas
Recorremos la urbanización La Torreta en Torrevieja. Los que llevan 40 años aquí conocen la zona como “los pisos del Un, dos tres”. Pero el aspecto no es idílico: socavones inundados en las calles, sin presencia de aceras, palmeras tiradas por los suelos y casas abandonadas de reciente “okupación”. Pilar lo describe en pocas palabras: “está todo hecho un desastre. Sin aceras, sin asfalto. Esto se va cayendo a pedazos y nadie hace nada”.
Casas sin dueño
Avanzamos unos metros y nos encontramos con uno de aquellos apartamentos hoy con aspecto de chabola. Despertamos a su inquilino: “es que trabajo por las noches”, se disculpa. “Yo he venido aquí porque no tenía donde vivir. Esta casa estaba vacía antes y me han dejado vivir aquí. Estaba sin puertas ni nada. No tiene dueño”.
35.000 euros por un apartamento
Las casas son cosa de sus moradores pero, ¿el estado de las calles? Desde el Ayuntamiento de Torrevieja responsabilizan a la comunidad de propietarios como únicos responsables. Se trata, dicen, de una urbanización privada que nunca fue “recepcionada” por el ayuntamiento. Según los vecinos, el promotor la dejó inacabada hace 40 años. Y así ha ido deteriorándose hasta hoy. “Aquí nadie quiere comunidad. Nadie quiere pagar, y luego que lo arregle el ayuntamiento”, lamenta otro vecino. Otra nos cuenta que acaba de comprar un apartamento por 35.000 euros.
¿Junto al mar?
Rosi es de las vecinas más antiguas. Nos muestra uno de los apartamentos idénticos a aquellos que regalaba el concurso (aquí ya no queda ni uno de aquellos vecinos ganadores). Un pequeño salón, dos habitaciones y un baño. Nada del lujo asiático que imaginábamos aquellos viernes por la noche. ¿Y la playa?, preguntamos. “A tres o cuatro kilómetros. Aquí ha venido gente pensando que la playa estaba al lado. No, señora. Lo que tiene usted al lado son las salinas”. El sueño de una noche de viernes.
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