Presa en el extranjero
Fátima Ofkir, presa en Omán durante siete años: "No podía ver la luz al final del túnel y pedí que me ejecutaran"
"Quería tirar la toalla. Cuando vi que dos de mis compañeras de prisión eran ejecutadas, pedí que acabaran con mi vida. Me sentía al borde del abismo". Es el relato de Fátima Ofkir, la joven que durante siete años ha estado presa en Omán.

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Condenada a cadena perpetua por tráfico de drogas. Ha malvivido recluida en un penal en pleno desierto. Ha tenido que llevar un burka y rezar el Corán a diario. Ahora, ha sido indultada por el sultán de Omán. Acaba de llegar a España y muestra su arrepentimiento. "Fue un error de juventud. ¿Quién no ha tenido dieciocho años? Me dejé arrastrar por malas compañías. Me quería comer el mundo y solo he comido pan de Omán", asevera Fátima Ofkir.
Ahora veinticinco años. Con solo dieciocho fue captada por una organización de narcotraficantes en plena calle, en su barrio, en Hospitalet de Llobregat, Barcelona. Era estudiante y le ofrecieron viajar a Mascate, la capital de Omán. Tenía que recoger un paquete y regresar a España. "Yo acepté. Estaba pasando una mala situación familiar y pensé que era dinero fácil. Viajé sin saber lo que iba a traer".
"Una persona muerta, una bomba o droga"
Cuatro días después de llegar a Mascate como turista, alguien le entregó una mochila. "No sabía lo que había dentro, si se trataba de una persona muerta, de una bomba o droga", afirma. Poco después de recibir el paquete, catorce policías irrumpieron en su habitación, en el hotel, y la detuvieron. La mochila estaba cargada con siete kilos de morfina.
La dejaron hacer una sola llamada. Le dijo a Rosario, su madre, que le había pasado algo muy grave. "Lo que viene ahora va ser horrible, mamá", le aseguró. Y así fue. El fiscal pidió para ella pena de muerte. El tribunal de Omán acabó condenándola a cadena perpetua. No había salida. Ingresó en la prisión de mujeres de Mascate. Un penal muy duro en medio del desierto. "La soledad y el miedo han sido mis compañeros de celda", nos asegura.
Un SOS, al fin escuchado
Desde Barcelona, su familia lanzó un SOS, que al final recogió la abogada catalana Mónica Santiago. Ella ha asumido la defensa de Fátima y se ha involucrado en el caso hasta el final. Ha trabajado de manera incansable buscando apoyos. Santiago y la mediación del Ministerio de Asuntos Exteriores y de la Fundación del ex magistrado Baltasar Garzón han hecho posible que Fátima Ofkir haya podido regresar al fin. Ha sido una de las personas indultadas por el sultán de Omán, coincidiendo con el fin del Ramadán.
Ya en Barcelona, la joven ha hecho balance de su error. "Pensaba que era muy guay, que era Superman, pero realmente estaba desencabezada", afirma. Recuerda que se separó de su familia, de sus amigos de toda la vida para ponerse en manos de unas nuevas amistades que la arrojaron al precipicio. En prisión, Fátima ha aprendido siete idiomas y ha conseguido aprobar el bachillerato. Ahora quiere estudiar Derecho y pretende que su experiencia sirva para aquellos jóvenes que pueden haber perdido el norte y estén en la búsqueda equivocada. "Quiero que sepan que hay que afrontar el futuro con las manos limpias", apostilla.
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