El poder del bar de barrio
El 'influencer' que triplica la caja del bar a golpe de vídeo
'Tiktokers' e 'instagramers' recorren los bares de toda la vida buscando raciones gigantes y precios de derribo.
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Alfonso tiene el poder. Es capaz de hacer que la clientela de un bar se multiplique por 3. No cobra por su trabajo y quien se beneficia de él ni siquiera le conoce. Es “Cocituber”, una nueva clase de superhéroe. Se nutre de bocadillos de morcilla, chopitos, bravas, alitas y torreznos. Si el menú es de su gusto, lo subirá a su canal de “tik tok” y de ahí, al estrellato. Es el valedor de los bares de barrio.
"Cuando salió el vídeo nuestras ventas aumentaron más de un 20%"
Ese es el dato que nos da Marcelino. Su bar siempre ha sido popular gracias a sus raciones generosas y sus precios ajustados, pero desde que lo visitó Alfonso y subió uno de sus vídeos, no hay manera de encontrar un hueco en fin de semana. Vemos el vídeo y entendemos que con ese mensaje directo, el precio de derribo y las cantidades pantagruélicas, cualquier experto en márquetin aplaudiría la propuesta. Nos lo confirma una pareja con tres raciones sobre su mesa: 16 alitas fritas, una de oreja y unas bravas inabarcables se acumulan junto a sus bebidas: “hemos llegado aquí a través de las redes sociales. Vimos que estaba bien, era económico y…”.
“Yo no conozco de nada al dueño del bar. Vengo, como, lo grabo y me voy”, nos dice Alfonso en el bar cuyo vídeo tiene más de 800.000 visitas. “Los bares de barrio están triunfando. Piensa que una caña que costaba 1 euro ahora cuesta 3 y no te puedes permitir cenar en cualquier lado. No publico críticas negativas, porque te ve mucha gente y puedes hacer mucho daño. Si un sitio no me gusta, directamente no publico nada”. Sólo habla de los lugares donde él iría. Magdalena, la cocinera nos sorprende con el aperitivo para uno: un plato rebosante de patatas y chorizo frito regado con salsa rojiza. Le pregunto por algo vegetal y nos responde con rapidez: “A veces añado unos pimientos. Fritos, por supuesto”.
Alfonso no cobra por sus vídeos: llega, come, graba, paga y se va
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Estos bares no son lugar para dietas. Aquí prima el frito y el origen animal, preferiblemente porcino. Cantidad y precio mandan. En otro bar del barrio de Villaverde nos muestran orgullosos una enorme fuente de morcilla destripada que elaboran ellos mismos. La untan en media barra de pan, añaden un buen montón de oreja picada y salsa brava como aliño. El resultado es su bocadillo estrella. “Está muy jugoso. Es una comida muy buena por 3,95”, asegura una clienta. Este bar lleva funcionando 50 años, siempre con una buena clientela. Pero cuando Alfonso publicó el vídeo multiplicó por 3 el número de parroquianos, al menos en aquel momento puntual. Nos despedimos pidiéndole a Roberto, el cocinero, una ensalada para acompañar: “La ensalada te la pongo después de la publicidad. Aquí no tenemos”. Pues eso. Mucho, barato, y para un día de excesos.
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