Adicciones
Inma se hizo adicta al fentanilo por receta médica: "Se apoderó de mí, ni veía, las paredes se movían"
La mujer padeció un cáncer que le generaba fortísimos dolores para los que sus doctores prescribieron potentes calmantes. La medicación causó a su vez una adicción que no pudo controlar.

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Unos parches cutáneos aparentemente inofensivos supuso la entrada de Inma Fernández a un oscuro precipicio. La mujer recibió la receta médica para aplicarse de esta manera el ahora tan (im)popular como fuerte analgésico, el fentanilo. La mañana de este lunes ella misma compartía en 'Espejo Público' su experiencia con el fentanilo. Recordarla le hacía romperse frente a la cámara.
La tolerancia que poco a poco su cuerpo fue desarrollando a este opioide sintético, que ha generado una crisis de salud pública en Estados Unidos en los últimos años, hizo que Inma fuera necesitando una dosis cada vez mayor. Sus médicos satisficieron su demanda de calmantes.
Cuando una de las doctoras que la trataba decidió retirarle esta medicación, ella fue consciente de la adicción que le habían provocado los parches de fentanilo.
Directa a la planta de adictos
Después de todo el sufrimiento que siguió al vigor y ausencia de dolor que experimentó en una primera etapa, le sobrevino una de sufrimiento, que ella misma describía entre lágrimas: : "El mono ya... Es que se apoderó de mía, ni veía, las paredes se movían. Tiritaba, tenía frío, vomitaba... Parecía que me estaba muriendo".
"¿Qué hago yo aquí?"
Un buen día se vio ingresada en la Unidad de Conductas Adictivas de un centro hospitalario de Barcelona. Inma no asimilaba su realidad, pensaba que no atravesaba una crisis como las personas que recibían tratamiento a su lado: "Si yo soy diferente. Yo pensaba que no tenía que estar allí".
Un monstruo entonces desconocido
En el momento en que recibió la prescripción de un profesional sanitario, como en la mayoría de casos, la confianza de Inma era total. Aseguraba además que la fama del fentanilo no había crecido todavía. Luego llegaron las imágenes de los miles de adictos que había por las calles de distintas ciudades norteamericanas.
"Yo no sabía lo que era"
Su consumo de fentanilo bajo indicación médica se alargó tres años. Los efectos que describía Inma son de generar una sensación de bienestar absoluto: "De estar 'supercansada', con una fatiga crónica y un dolor insoportable, yo pasaba a estar con una energía increíble, sin dolor. Extrema felicidad".
Según ella nadie está libre de caer en la adicción al fentanilo por su principal efecto secundario, una extrema felicidad: "Cero dolor, cero cansancio, o sea, una maravilla. Cualquiera se puede enganchar a este fármaco porque la sensación es maravillosa".
"Cuanto más necesito, más me dan"
"Estaba consumiendo entre 21 y 22 pastillas diarias"
La tolerancia de su organismo a esta sustancia le llevó a necesitar una dosis superior para sentir los efectos. Ella no sabía dónde se estaba metiendo. El profesional sanitario fue incrementando la cantidad suministrada, un proceso que Inma recuerda de la siguiente manera: "Cada vez necesito más dosis y cuanto más necesito, más me dan. No tenía límite. Yo no sabía del peligro. No me di cuenta que empezaba a ser una adicta".
Un proceso largo
A parte de fentanilo, la mujer compartía que también se trataba con tramadol, un opiáceo del que llegó a tomar hasta 22 pastillas al día. Para cada una de las sustancias necesitó de un tratamiento de desintoxicación independiente: "En el primer ingreso (…) me desintoxicaron del fentanilo, pero no del tramadol. En el segundo ingreso tuvieron que desintoxicarme del tramadol porque estaba consumiendo entre 21 y 22 pastillas diarias".
Actualmente Inma dice estar "bien", tratándose de sus dolores y a la espera de recibir nuevos tratamientos. Mientras le llega la cita médica asegura lo siguiente: "Evito tener pastillas en casa y caer en la tentación de consumir más de lo que me han pautado".
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