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EL REGISTRO DE LA FINCA NO APORTÓ DATOS
José Bretón metió prisa a los agentes durante el registro, quería ver el fútbol
José Bretón permaneció impasible durante el rastreo en la finca de las Quemadillas. Su frialdad se hizo más patente que nunca. Pidió comida en varias ocasiones y preguntó una y otra vez cuándo iban a marcharse pues quería ver el fútbol, les dijo a los investigadores con toda la normalidad del mundo
Para sorpresa de los investigadores, la supuesta presión que pensaban iba a ejercer que estuviera presente en la búsqueda no se produjo. Algunos de los agentes no daban crédito a lo que estaba pasando cuando veían entrar y salir de la vivienda de dos plantas al padre como si la cosa no fuera con él. La incredulidad llegó a su punto culmen cuando descubrieron lo que han bautizado ya como "el santuario". Una habitación plagada de dibujos hechos por los pequeños Ruth y José, muchas fotografías de los niños y decenas de juguetes, algunos de ellos, inexplicablemente sin desembalar, entre ellos una tienda de campaña.
Una imagen espeluznante que contrastaba con la búsqueda contrareloj que se realizaba en el exterior de la casa. Sin inmutarse, sin desprender ni una gota de preocupación o dolor por los recuerdos que esa habitación pudiera evocar. Una estancia calificada por la policía como "una representación". Una especie de cebo para hacerles creer que los pequeños se encontraban en la parcela, pero los investigadores no han picado. Han descartado ya esa posibilidad. El rastreo se amplía a otros puntos calientes.
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