Vigilantes de seguridad

"Nos llaman nazis con porra, agresores y fascistas" ¿Por qué faltan vigilantes de seguridad?

Es una profesión sin apenas paro pero con pocos aspirantes. Las empresas de seguridad ofrecen incentivos de permanencia y captación. Hablamos con vigilantes que lamentan sueldos bajos, exceso de horas extras, agresiones y falta de autoridad.

Raúl García en Espejo Público.

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“A diario recibimos llamadas. No damos abasto”. Salvador dirige una academia de formación para futuros vigilantes de seguridad. Asegura que sólo en Madrid faltan unos dos mil profesionales, y que no hay día que no le llamen de alguna empresa de seguridad pidiéndole trabajadores recién formados. Nos habla de una práctica habitual, la de los “packs de bienvenida” para asegurarse la permanencia en la empresa: “para consolidar una permanencia mínima les dan un plus económico que oscila entre 400 y 1.500 euros”.

“Mira al segurata éste”

Si el trabajo está asegurado antes de acabar la formación… ¿porqué faltan aspirantes? “lo que tenga que ver con la Policía no me gusta mucho”, asegura un joven parado. Otro tampoco parece por la labor: “no me gustaría trabajar en ese sector”. Uno más nos da unas claves más precisas: “muchas horas y poco dinero”. Felipe es vigilante. Ratifica lo que dice este joven y añade un factor más: “es un oficio que tiene un riesgo y no se paga. Aparte que nuestra figura es una figura mal vista. Un opresor que estás ahí para que no roben”. Otro vigilante es más explícito: “Nos han llamado nazis con porra, agresores fascistas… nos tratan con desprecio diciendo, mira al segurata éste”.

“22,70 euros al mes por dar la cara”

Felipe se jubilará en un par de años. Gana unos 1.300 euros al mes. Nos muestra en una nómina un complemento que llama la atención: “cobramos un plus de peligrosidad de 22,70. Es decir, por dar tu cara cobras 22,70 euros al mes”. Y sí, a él le han partido la cara: “empezaron a darme puñetazos, me tiraron al suelo y echaron a correr”.

“Si traes a un amigo te damos 500 euros y a él 100”

Rubén pertenece a la Asociación Marea Negra de vigilantes y muestra fotos de agresiones sufridas por sus compañeros: una espalda apaleada con las marcas amoratadas de los palos, un antebrazo con los tendones a la vista obra de unos grafiteros armados en un tren de Cercanías: “no tenemos autoridad. Es como si se pegan dos en la calle”. Vemos otra nómina con un plus de 40 horas extras en un mes: “es lo habitual. No hay suficiente personal”. Sobre los métodos de captación de las empresas de seguridad asegura que hay compañías en las que “si traes a un amigo te damos 500 y a él 100”.

Muchas horas, fines de semana y festivos trabajados, poca autoridad, agresiones… sin embargo para Rubén lo más duro del oficio es la soledad. A pesar de todo, Felipe muestra orgullo de oficio y se golpea la placa: “esto hay que sentirlo”.

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