Carreras ilegales

“Nos mueve la adrenalina”. Así funcionan las carreras poligoneras

Se convocan por 'WhatsApp' con 20 minutos de antelación para evitar a la policía. Jóvenes conductores quedan en polígonos industriales y aparcamientos para poner al límite sus coches. Arriesgan sus vidas y la del público.

Raúl García con un expiloto de carreras ilegales.

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“Últimamente en Ocho Focos está terrible porque la poli está allí siempre”. Manuel (nombre ficticio) nos muestra la cuenta de 'WhatsApp' desde donde se organizan las “kedadas”. Son reuniones de coches a altas horas de la noche de los viernes donde los conductores prueban su habilidad con los derrapes, carreras y giros a velocidad vertiginosa y a unos palmos de quien se acerca a verles. “Nos mueve la adrenalina”, afirman. Manuel ha sido testigo de varios accidentes. “Cuando hay un golpe, la kedada se va al traste. Viene la poli y desaparece todo el mundo”.

Accidentes mortales

La noche del 15 de enero fallecieron dos jóvenes de 18 y 21 años en un polígono industrial de Vitoria. Su pequeño utilitario estaba estacionado cuando fue embestido por un BMW a gran velocidad. Unos días antes, en la noche de Reyes, un adolescente de 13 años resultó herido cuando el vehículo en el que se encontraba fue embestido por otro a más de 150 km/h. También en un polígono industrial donde se celebran “kedadas”. Esta vez en Málaga.

[[H2:“He puesto el coche a 200… y porque el coche no daba más”]]

Iván nos muestra orgulloso su coche. Sus ruedas delanteras forman un extraño ángulo que las inclina hacia el exterior. “Son para el mundo del derrape”. Iván ha participado en carreras ilegales, aunque tras un accidente en el que casi pierde la vida decidió dejarlo. Ahora sólo corre en circuito, pero nos relata cómo funcionan: “Salíamos a la autovía y nos poníamos dos coches a la par. Uno pitaba y salíamos lanzados. Yo he puesto el coche a 180 o 200 y porque el coche no daba más”.

Brahim podría tener que pagar una multa de hasta 240.000 euros

 La policía ha puesto el foco en estas acciones nocturnas, y en muchas ocasiones la fórmula más eficaz es el rastreo de los vídeos subidos a la red. Brahim ha sido denunciado por administrar un grupo de “whatsapp” con cerca de mil miembros. Llega a nuestro encuentro en un coche totalmente coloreado al modo rally. “Por lo que se me denuncia es por hacer concentraciones o manifestaciones ilegales. La gente hace lo que quiera en el grupo. Me están poniendo a mí como máximo organizador y eso es mentira”. Este joven de 19 años cumple el perfil habitual: chavales que apenas superan la mayoría de edad y con el carné recién sacado. Le preguntamos por la multa a la que se expone si la denuncia prospera: “entre 30 y 240.000 euros… y yo acabo de terminar el Bachillerato. Cómo voy a pagar yo eso, si en mi familia no está trabajando nadie…” dice visiblemente asustado y entre lágrimas.

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