Tiempo por dinero

"No trabajamos gratis". La respuesta de un comerciante chino ante el abuso de los 'favorcitos'

Deja al descubierto una costumbre habitual: acudir a las tiendas de telefonía para resolver dudas y que nos hagan pequeñas operaciones a cambio de… las gracias

La rebelión de los comerciantes chinos.

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Otra vez tiene problemas con esa dichosa “app”. O no puede abrir su mail. Quizá no sepa cómo recuperar su contraseña. O tal vez el “whatsapp” se le bloquea sistemáticamente. Es posible que ante estas situaciones se vea superado y que su hijo, quien suele resolverle esas dudas, no esté a mano. ¿Qué hacer?... lo más fácil es bajar al bazar de móviles de la esquina y “pedir un favorcito". Tan sólo será cuestión de unos minutos, piensa.

No trabajamos gratis. Esto es un negocio para ganar dinero

Algo tan habitual y en apariencia inocente ya empieza a dar señales de agotamiento. El dueño de un establecimiento de telefonía, un ciudadano chino, ya ha colgado un cartel en su puerta: “No trabajamos gratis. Esto es un negocio para ganar dinero. El conocimiento se paga. Si no está conforme entre en Google y consulte todas sus dudas”. El tiempo y el saber valen dinero y lo del “favorcito” es eso: conocimiento y diez o quince minutos de dedicación.

"No se rascan el bolsillo"

Visitamos varias tiendas de telefonía donde reconocen esa situación: personas que recurrentemente se acercan al mostrador a pedir esas pequeñas acciones sobre el móvil para ir tirando. Raro es el que se rasca el bolsillo. La respuesta más habitual es un sonriente “muchas gracias y hasta luego”. La propietaria de otra tienda, una amable mujer de nacionalidad china asegura que aunque son muchas consultas, suelen ser personas mayores y se las ayuda sin problema y gratis porque “son cosas facilitas”.

"Nos ven cara de chinos"

En la calle, quien más y quien menos reconoce haber recurrido a estos comercios para resolver sus dudas telefónicas. Reconocen que rara vez les cobran, aunque suelen preguntar “qué se debe”. Pablo es comerciante asiático y lamenta otra de las situaciones habituales en sus establecimientos. En este caso las tiendas de arreglo de ropa. Se refiere al regateo: “Si pueden te la clavan. Si les pides seis euros, te pagan tres. Nos ven cara de chinos" concluye con una carcajada. Son pequeños gestos y cantidades cortas, pero molesta.

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