Droga en Madrid

Los vecinos de Villaverde, asediados por los narcopisos: "Duermen en el portal y hacen sus necesidades"

En los últimos meses en el barrio madrileño de Villaverde se han creado hasta 20 narcopisos. Los vecinos aseguran que este aluvión de narcopisos se debe al desmantelamiento de naves donde se consumía droga. Denuncian que la convivencia es insoportable.

Los vecinos de Villaverde (Madrid) aseguran que los narcopisos invaden el barrio y la inseguridad es máxima. La heroína ha vuelto al mercado de la droga. Según los vecinos este aluvión de narcopisos se debe a que se han desmantelado las narconaves y por ello han surgido una veintena de residencias de este tipo.

Los vecinos viven con pánico porque el trasiego de toxicómanos es diario. "Hay yonquis por todos los sitios, se vende, se consume, se trapichea. Por encima tiene una red que lo tiene bien montado. Hay mucha droga y delincuentes en la zona, además de peleas y robos a gente mayor", denuncian.

Temen por los niños y adolescentes que se desplazan solos por la calle. Muchos, directamente, se plantean mudarse de barrio. Espejo Público ha hablado con una pareja que vive en uno de estos narcopisos. Niegan las acusaciones de venta de droga aunque sí reconocen que puede ser que algún amigo que acuda a verles consuma en su casa. Aseguran además que ellos no contribuyen a la suciedad del barrio.

"Tenemos la sensación de que toda nuestra vida se ha ido por la ventana y hemos perdido por lo que hemos luchado tantos años"

Entre los vecinos del barrio hay mucho miedo, indignación e impotencia. Aseguran que es frecuente ver a gente que duermen en el portal e incluso hacen sus necesidades. "Tenemos niños y tenemos mucho miedo", señalan.

Pedro es uno de los vecinos desesperados con esta situación. Han creado una plataforma vecinal para intentar solucionar este problema. Lamenta que el día a día se vea condicionado por el tráfico de personas que se drogan que "deambulan de un sitio a otro buscando su dosis y euros para poder costeársela". Estos vecinos no quieren que el barrio se degrade.

Esta situación les provoca vivir en un estado de ansiedad constante. Los okupas les han amenazado y saben que esto no lo van a poder resolver por ellos mismos. "Tenemos la sensación de que nuestra vida se ha ido por la ventana porque todo lo que hemos estado trabajando y luchando se ha perdido", apunta.