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Kena, de 91 años, sufre cada día la soledad no deseada: "A veces me paso media hora llorando"

Hace 18 años que falleció su marido, no tiene hijos, no puede visitar a los hermanos que le quedan vivos y la mayoría de sus amigas también han muerto. Esta es la otra cara de cumplir años, una soledad que afecta a 3 millones de personas en nuestro país. Sin embargo, cuenta con el apoyo de la ONG Asdegal y los hijos de sus amigas.

Kena, de 91 años, sufre cada día la soledad no deseada: "A veces me paso media hora llorando"

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Eugenia, o Kena, como la llaman sus amigos, está a punto de cumplir los 91 años. En los últimos tiempos ha visto cómo se iban personas queridas y cómo crecía a su alrededor el vacío que dejaban.

Ella es la prueba de que cumplir años puede ser una bendición, pero también una maldición: la de la soledad no deseada, un situación a la que se enfrentan en España 3 millones de mayores.

Kena ya ha perdido a todos sus seres queridos. De sus 8 hermanos, solo quedan vivos tres: el menor, al que no ve desde hace cinco años; y otras dos hermanas, una con Alzhéimer y otra a la que no puede visitar.

El motivo es que el médico le ha prohibido salir sola a la calle pues, si se cae, el estado de su cadera empeoraría. Así que tiene que lidiar con la soledad en casa.

Para combatirla, lee y escucha música, pero no es suficiente para lidiar con el vacío del hogar. Su marido falleció hace 18 años y tampoco ha tenido hijos.

La mayoría de sus amigas también han muerto. Sin embargo, en Navidad, un hijo de una de ellas se acordó de que Kena estaba sola y la invitó en Nochevieja. Y es que a ella, a sus 92 años, no le falta energía ni tampoco las ganas de seguir descubriendo mundo.

Por eso, hoy hemos recibido su visita en Y ahora Sonsoles y hemos podido ver que tiene mucha energía, pero se siente muy sola sobre todo los fines de semana. "A veces me paso media hora llorando", ha dicho.

A Kena le gusta mucho leer y la música, pero echa mucho de menos a su marido, sus padres y a todos los suyos. Y es que en su casa siempre había mucha gente y la familia estaba siempre unida.

"Estaba muy acostumbrada a alguien y ahora noto una soledad tan grande", ha contado. Sin embargo, gracias a los hijos de sus amigas y la ONG Asdegal, Kena palia su soledad con personas que dedican su tiempo a acompañar a gente como ella.

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