Testigo directo de la última polémica de Ernesto de Hannover: "Tenía dos copas. Estuvo a punto de caerse de la silla"

Ernesto de Hannover ha vuelto a protagonizar una nueva polémica. La semana pasada, el que era marido de Carolina de Mónaco, acudía con su novia Claudia Stilianopoulos a un restaurante francés en el centro de Madrid.

Hay varias versiones de lo que ocurre ahí. Por una parte, Claudia, pareja de Ernesto e hija de Pitita Ridruejo, deja una reseña en un conocido portal de Internet donde se queja del trato recibido.

"Comida bien. Calidad humana -0-. Comí con un amigo diabético que tuvo una caída de azúcar, que al recuperarse pierde la conciencia tras atragantarse. Le hice la maniobra de Heimlich y se recuperó saliendo a pie", señala en la reseña.

Claudia asegura que Ernesto no estaba ebrio, sino que sufrió una bajada de azúcar. Además, el aristócrata se atraganta y es ella misma la que tiene que salva la vida. La novia de Hannover escribe que el dueño no quiere que vuelvan y aprovecha para justificar que todos los problemas surgidos durante sus visita tienen origen en el mal servicio que da el propio restaurante.

Una historia que difiere con la versión que dan desde el propio establecimiento. El dueño, Stéphane del Río, no se queda callado y da su punto de vista: "Pues resulta que viene a comer por tercera vez un aristócrata europeo asiduo a las portadas de prensa rosa y con un problema de alcoholismo conocido mundialmente".

En en el mismo tuit añade: "Rompe copas, las tira a los camareros, insulta al personal y a los otros clientes". El chef también aclara que sí que llaman a una ambulancia para que atienda a Ernesto y que es él mismo el que no se comporta de forma correcta.

"Agrede al personal sanitario del Samur que viene a atenderle por un atragantamiento y se va cayendo de la borrachera" denuncian una vez más en un post de la red social X.

Este programa ha podido hablar con un testigo que presenció todo lo que ocurrió en dicho establecimiento. Un comensal que estaba sentado en la mesa de al lado. Nos ha confesado que el aristócrata tenía hasta dos copas de la mano.

"Cuando él fue a pagar, se echó para atrás y se venció la silla hacia atrás" confesado que le tuvieron que sujetar porque si no se hubiera caído: "Un número bastante desagradable".

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