Preocupaciones como «no sé si llegaré a fin de mes» o «cómo voy a asumir tantos gastos este año» pueden llegar a generarnos lo que se conoce como estrés financiero. Padecerlo de manera continuada puede perjudicar a nuestra salud, provocando la aparición de alteraciones del sistema inmunitario, dolor muscular o insomnio, entre otras consecuencias.
¿Podemos evitarlo? Sí. Podemos evitar que nuestro estado físico y mental se debilite con una buena gestión de nuestra salud financiera. Es cierto que cada persona tiene una situación económica diferente y no todos tenemos las mismas facilidades para mejorarla, pero marcarnos pequeños objetivos puede llevarnos a logros mayores en el futuro.
Un buen control mensual sería destinar el 20% de tus ingresos al ahorro
Toma nota de este método: la regla 50-30-20.
Supongamos que ganamos 1.000 euros al mes. El 50% de ese sueldo (500 euros) debería gastarse, por ejemplo, en el pago de la hipoteca o alquiler, comida del mes o transporte para ir al trabajo. Todos estos gastos fijos tienen algo en común: son vitales en nuestro día a día.
Un 30% por ciento del sueldo (300 euros) lo destinaríamos a gastos prescindibles, pero que aumentan mucho nuestra calidad de vida. Por ejemplo, para ese viaje que tantas ganas tenemos de hacer o para salir a cenar con los amigos.
Por último, el 20% del dinero de ese mes (200 euros) tendríamos que ahorrarlo. Para que resulte más fácil, se recomienda separar ese dinero del resto del presupuesto al comenzar el mes y contar únicamente con los 800 euros restantes para asumir los gastos.
Se trata de un método que sirve no solo para ahorrar para el futuro, sino también para llevar un control mensual de lo que gastamos sin que la contabilidad se convierta en un quebradero de cabeza y, además, disfrutar de esos pequeños placeres que hacen que nuestra vida sea más atractiva.
¿Te animas a ponerlo en práctica?